Crónicas sueltas

Selección de lecturas publicadas por periodistas de Adelante.


Alma y el frijol mágico

Quiero despedir el año con una crónica de madre, como parte de este relato de maravillas que nos suceden en casa, sucesos que vamos coleccionando para cuando tengamos tiempo de escribirlos.

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Blanca, el alma de la escuela

Cuando hice el reportaje de la primaria Marta Abreu hace dos años, andaba con el fotógrafo buscando variar locaciones. No queríamos que todas las imágenes tuvieran el mismo fondo, y en esos juegos de ángulos también intentábamos mostrar distintos rostros de la escuela.

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En diciembre, el viento trae memorias. Mis abuelos rondan mis pensamientos, invocados por pequeños detalles: una receta, una palabra, una vianda. Esta vez no ha sido distinto. Mi padre, vencido por la tentación en el mercado, llegó a casa con un ñame. No era cualquier ñame, sino un seboruco de trece libras, que le costó más de 500 pesos. Un lujo terrenal en tiempos apretados, pero, ¿cómo negarme al placer de saborearlo? Es mi vianda preferida.

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Alma llegó a casa con una misión tan clara como luminosa: una convocatoria desde su escuela para donar a los niños de Guantánamo, esa otra esquina de nuestra isla que hace unas semanas quedó herida por el golpe de un huracán.

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El día amaneció con cielo nublado y viento gris, como si el clima mismo se atreviera a evocar la tragedia de hace 65 años. Desde entonces, los niños de Cuba llevan flores a Camilo Cienfuegos, un revolucionario desaparecido en el misterio de un vuelo sin regreso.


Mientras seguimos atentos a las noticias del oriente cubano, con vidas perdidas tras el paso del huracán Oscar y zonas aún incomunicadas, me pregunto si, además de los rescatistas que luchan contra las inundaciones y el desastre, no somos también rescatistas del cuidado emocional dentro de nuestros propios hogares.


Las aventuras digitales de mi hija

No es fácil seguirle el ritmo a mi hija cuando se trata de su vida digital. Entre las aplicaciones que va descubriendo y sus ocurrencias, cada día es una nueva aventura tecnológica en casa.


El calor que nos define

 Hace unos meses, caminaba por las calles de España bajo un sol inclemente. El termómetro marcaba 42 grados, pero, curiosamente, apenas sudaba. Ya, de vuelta a casa, el calor se siente distinto. Aquí, con temperaturas mucho menores, ando al borde de derretirme, como si el ambiente entero conspirara para agotarnos no solo físicamente, sino también en ánimo.


Encuentro con el pavorreal

Era una tarde de verano, cuando las calles del barrio de Salamanca brillaban bajo la cálida luz del sol que se despedía lentamente. El barrio, conocido por sus elegantes fachadas y sus tranquilos rincones, parecía más pacífico que nunca. Sin embargo, en esa serenidad habitual, algo inusitado ocurrió, algo que rompió la monotonía de una jornada común y corriente.