CAMAGÜEY.- El 26 de noviembre de 1956 comenzó a surcar por los mares, desde Tuxpan con destino a Cuba, el yate Granma, comandado por Fidel Castro, en cuya legión de 82 hombres viajaba Reynaldo Benítez Nápoles, un bayamés que a los quince años vino a vivir a Camagüey y desplegó importantes luchas revolucionarias como miembro del Movimiento 26 de Julio.

Elda Fexas Martínez, mujer de larga data como revolucionaria en Camagüey, conoció después de 1959 a Benítez, también asaltante del cuartel Moncada, pero su esposo Aristonico Reyes Cacho, compartió con facetas revolucionarias como integrante del Movimiento 26 de Julio.

Aquí en esta colonial ciudad, a donde vino a vivir a los quince años con sus padres en la calle Ignacio Agramonte 272 (otrora Estrada Palma), prendió en el la semilla por la libertad de Cuba, al lado de Fidel, con quien sembró una fiel amistad hasta agosto de 1997 en que fallece en la capital.

La Fexas recuerda que el esposo, decía que Reynaldo era un hombre de una personalidad especial y abrigaba dotes de un combatiente sin miedo. Una vez el matrimonio visito el hogar habanero en el que se asentó e irradiaba modestia.

En la fachada de la casa de Ignacio Agramonte, en el 2008, en ocasión de desempeñarse el actual vicepresidente de la Republica, Salvador Valdés Mesa, como primer secretario del Partido en la provincia, fueron develadas dos tarjas, una frente al actual hospital militar Dr Octavio de la Concepción y de la Pedraja.

En ese entorno, del reparto Garrido, el 25 de Julio de 1953, Fidel almorzó en la fonda de Manolo, dedicada a comida típica, de transito hacia Santiago de Cuba, escenario del asalto al Cuartel Moncada.

"En esta casa vivió en la década del 50 Reynaldo Benítez Nápoles, combatiente del Moncada, organizador del M-26-7 en Camagüey y expedicionario del Granma. Camagüey Julio del 2009".

Durante los hechos del Moncada fue herido en una pierna, resulto detenido y condenado a diez años en el antiguo Presidio Modelo, en la actual Isla de la Juventud. Amnistiado Fidel y el resto de sus compañeros el 15 de mayo de 1955, Reynaldo tomo el camino del exilio en México y regreso en el Granma, participo en el combate de La Plata y posteriormente hecho prisionero por el ejército de la dictadura hasta el fin de la guerra.

Reseñas históricas ubican a Reynaldo que camino al Moncada viajo en el automóvil de Gildo Fleitas y al llegar a Santiago de Cuba se reencontró con Fidel y después partió hacia la Granjita Siboney. Camino al cuartel Moncada compartió el automóvil con Fidel, ubicándose en el asiento delantero.

Durante el ataque el arma se le encasquillo y fue herido en una pierna, circunstancia que le impediría tomar el cuartel y tras la orden de retirada recibió la ayuda de Israel Tapanes y en una de las bocacalles a el y a otros compañeros los recogió Rosendo Menéndez, guiándolos a la granjita.

Por órdenes de Fidel intentaron ascender a las montañas, sin embargo, fueron apresados por el ejército y juzgado en la causa 37 de 1953 con la condena de 10 años de prisión para el bayames-camagueyano.

Vale recordar cuando este dos de diciembre se cumplen 66 años del desembarco del Granma, que en esa histórica nave viajaban tres jóvenes, residentes en territorio de Camagüey: Cándido Gonzalez Morales, asesinado en la madrugada del 9 de diciembre en Boca del Toro, en Niquero; Calixto Morales Hernández y Reynaldo Benítez.

A la expectativa de cualquier otra decisión que se tomara por las fuerzas revolucionarias, cerca de un centenar de jóvenes permanecieron acuartelados en las barriadas de San Gabriel, La Vigía, La Caridad, El Jardín y en otros puntos de esta urbe.

La prensa de entonces en la provincia y las autoridades del régimen de Batista echaron a rodar la falsa noticia de la muerte de Fidel y, aunque no confundió a la totalidad de la población, causó un efecto negativo en un sector de la sociedad donde produjo desconcierto, dolor y cólera.

A 66 años de aquel histórico desembarco el pueblo camagüeyano recuerda a sus expedicionarios, a los que murieron en la lucha y después del triunfo revolucionario; a Alberto Bayo, nacido en Camagüey en marzo de 1892 y que enrolado en la formación militar en España, adonde pequeño fue llevado por sus padres, se asentaría luego definitivamente en México, donde conoció a Fidel y brindó su apoyo decisivo en la preparación y entrenamiento de la legión de 82 jóvenes.

Volvió a Cuba y la Revolución lo honró con el grado de Comandante del Ejército Rebelde y aquí murió.