CAMAGÜEY.- ¿Cuántos aspectos de la vida de Ignacio Agramonte restan por conocer y divulgar?, fue la pregunta de un colega ante la discusión apasionada que sosteníamos sobre el filme El Mayor. La interrogante me sorprendió. En un acercamiento a través de sus biografías, cartas y anécdotas me percaté de que aún quedan por profundizar muchos vacíos familiares en su vida.

Sin lugar a dudas, la influencia y prestigio de su padre el abogado Ignacio Agramonte Sánchez – Pereira, “consultado en cuestiones legales difíciles, hasta por los profesionales”, dueño de uno de los bufetes más prestigiosos en Puerto Príncipe debió influir en la decisión del joven Ignacio para inclinarse por la abogacía.

Por otra parte, del legado materno de Filomena Loynaz Caballero, su madre, poco se ha escrito. La referencia más difundida la ofrece Manuel L. Miranda, cercano a la familia, condiscípulo y ayudante en los campos insurrectos de Ignacio Agramonte, quien escribe para el diario La Discusión desde Brooklyn, el 21 de febrero de 1912, una semblanza de la familia. Allí expresa sobre Filomena Loynaz:

“[…] una de las bellezas camagüeyanas, notable por su clara inteligencia, buen juicio, raras virtudes, así como por la bondad de su corazón y dulzura de carácter, muy estimada y admirada por todos no sólo en Cuba, sino en New York”.

 

LOS LAZOS MADRE–HIJO

Un acercamiento a los lazos madre e hijo es difícil de realizar por la insuficiencia de datos encontrados en la literatura sobre El Mayor, son pocas las cartas localizadas hasta el presente dirigidas a su madre, aunque la ternura, la complicidad de una relación cercana, la tranquilidad que le ofrece como todo hijo haría ante las circunstancias a las que se encuentra expuesto junto a las opiniones personales sobre la contienda y el futuro de la patria denotan un cariño recíproco.

El 27 de febrero de 1870 describe con ternura el dolor ante la pérdida del padre, y la cruenta separación que le impiden cumplir con el deber de primogénito, responsable de familia desde ese momento.

“Mi queridísima Mamasita: el día seis del corriente supimos la muerte de nuestro bueno e inolvidable Papá, […] Desde aquel día, todo nuestro afán, todo nuestro deseo fue volar al lado de nuestra madre adorada y de nuestros hermanos menores”.

Dos meses más tarde, el 3 de mayo, la misiva a su madre expresa sentimientos encontrados como la alegría de padre, las frustraciones y esperanza del patriota, las discrepancias con Céspedes, la renuncia como jefe militar del Camagüey. Sus ideas manifiestan una relación fuerte e íntima entre madre e hijo.

“Mi adorada mamá […] yo no he tenido nadie que haya sabido satisfacer mi ansiedad respecto a Usted. Y mis hermanos menores […]. Mi Ernesto, Mamá es hijo de la Revolución […] El entusiasmo se sostiene en nuestra tropa que pelean cada día mejor […] Cuídese mucho, Mamá mía, esté tranquila por mí y confíe en que pronto nos abrazaremos en Cuba libertada y feliz”.

Ignacio junto a amigos de la juventud.Ignacio junto a amigos de la juventud.

LAS CARTAS

De las cartas de María Filomena a Ignacio no quedan evidencias. Corren hasta el presente la misma suerte de la correspondencia con Amalia. Sin embargo, no es difícil imaginar la preocupación latente por la vida de su hijo, los consejos que debe haberle brindado con ternura y respeto desde su condición de madre – patriota.

La carta que remite María Filomena Loynaz a José Morales Lemus el 25 de mayo de 1870, a propósito de comenzar a percibir los 170.00 pesos correspondiente al salario de Agramonte como Mayor General, muestra la entereza inseparable a la dignidad de aquella mujer:

“[…] no deseando gravar mientras impedirlo pueda, los fondos de mi patria, que tanto necesita hoy de recursos he determinado renunciar, a que, por ahora, se me pase la cuota de “ciento setenta pesos” mensuales […] Movida solamente del deseo de no estorbar ni indirectamente a que se remitan a Cuba en la mayor cantidad posible las armas y pertrechos de que tanto carece”.

Sin una educación formada en valores familiares sería imposible encontrar en las cartas de Ignacio a su madre sus ideas independentistas: “Acaso no esté muy lejos el día en que pueda abrazarle diciéndole: «Cuba es ya independiente” “No han sido infructuosos tantos sacrificios”.

Las mujeres como María Filomena, Concha Agramonte, Mariana Grajales y tantas cubanas ejemplo de anegación, patriotismo y ternura maternal, meritan un lugar destacado en la historia patria como baluartes imprescindibles de la nación cubana.

*Trabajo tomado de www.ohcamaguey.cu