CAMAGÜEY.- Desde niña, siempre disfruté los Primero de Mayo, por la fiesta, la gente, la familia y las frituras de maíz que siempre comía al terminar el desfile. En una ocasión no pude desfilar porque estaba enferma y saqué todos los percheros del armario, les pegué papelitos de colores y llené la casa de banderas. Tal vez por eso recuerdo con tanta tristeza aquel 1ro de mayo del 2020, desde un centro de aislamiento por sospecha de COVID, en el que mi plaza y mi casa estaban tan lejos.

Hoy las circunstancias me quitan otra vez la fiesta, la gente, las frituras de maíz, aunque afuera no se detienen y no debieran hacerlo. La recuperación de una cirugía de urgencias me obliga a no desfilar este año, en el que me estreno como trabajadora. Una taza de café en la mano y un teclado al frente son mis nuevas banderitas para trabajar desde casa, para hacer valer mi decisión de ser periodista. Y esa decisión la tomé a pesar de que alguien dijo en mi Prueba de Aptitud que esta carrera no tenía horarios, ni límites en cuanto a sacrificios.

Los trabajadores cubanos celebran hoy nuevamente después de dos años, porque somos sobrevivientes de una pandemia terrible, por los que perdimos en el camino, por los que vendrán, porque trabajar es la mejor forma de crear y levantar, de cambiar y soñar con un país mejor.

Tienen mucho para exigir, creer y transformar. La chapucería, el mal gusto, las mentalidades obsoletas, la corrupción, los prejuicios, el Bloqueo… forman parte de esa lista para comenzar a tachar. Sirva también el 1M como ese espacio de reflexión crítica sobre lo que cada uno debe hacer desde su puesto de trabajo a todos los niveles. ¿Cuántos errores no se cometen por los que hacen mal su trabajo, por las negligencias, la falta de creatividad, inteligencia y asesoría oportuna? En eso también debemos pensar al iniciar el quinto mes.

La foto, por supuesto, leyendo Adelante, mi lugar de trabajo y más de trabajo, de familia. Foto: Tomada del perfil de  la autora La foto, por supuesto, leyendo Adelante, mi lugar de trabajo y más de trabajo, de familia. Foto: Tomada del perfil de la autora

Esta periodista y trabajadora cubana lleva una bandera obrera en el alma, porque mi abuelo nunca le dejó secar el sudor al sombrero de yarey, también porque mi abuela trabajó en su casa y no le ha sido reconocido lo suficiente; porque vi siempre a mis padres sin horarios, ni vacaciones; porque mi madre lactaba a mi hermanita pequeña en medio de reuniones y ante las miradas escandalizadas de las personas.

Que sea el 1M la plaza virtual y la física; más que una fecha, un espacio para abrazar, bailar y soñar. No hay otra fórmula que la de Silvio: ser “un tilín mejores” y la de Martí, para alcanzar la plena dignidad humana.