JIMAGUAYÚ.,CAMAGÜEY.-Nunca imaginó que los pies que moviera en tantos escenarios la llevarían a desandar los surcos sembrados en su finca, ni tampoco avizoró que las costumbres campesinas que interpretara a los inicios de su carrera artística en la Jornada Cucalambeana de Las Tunas, formaran hoy parte indisoluble de su vida.
Así se sabe cada día Liliana Bacallao González, actriz profesional de formación, pero devenida en mujer del campo, debido a las complicaciones que afrontaba para alimentarse por padecer de celiaquía, afección caracterizada por una intolerancia permanente al glúten.
Considerada un proceso frecuente de naturaleza autoinmune, esa enfermedad es inducida por la ingesta del conjunto de proteínas contenidas en la harina de diversos cereales, fundamentalmente el trigo, y también el centeno, la cebada y la avena, o cualquiera de sus variedades e híbridos.
Ante esa dificultad su esposo - Raidel Sanz Otero- decidió acogerse al Decreto Ley 259, que autorizaba la entrega de tierras ociosas en usufructo, y surge así la finca La Liliana, la cual pertenece a la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Camilo Cienfuegos, en el municipio de Jimaguayú.
“En 2011 recibimos las 25,6 hectáreas de tierra cubiertas de marabú y otras malezas; y en la actualidad albergan un bosque, un área dedicada a la siembra de cultivos varios y otras para el desarrollo de la ganadería”, expresó Bacallao González.
Desde esa propiedad agroecológica y agroforestal se intensifica la cría de aves de corral y los cerdos de capa negra, y la cosecha de viandas, hortalizas y verduras, a las cuales solo se les suministra biofertilizantes.
Poco a poco ambos se han apropiado de la sabiduría de los hombres y mujeres del agro, desde los métodos para la recogida de los mejores frutos y la cría de animales, hasta las recetas de comidas caseras, una alternativa para la alimentación de Liliana.
La chía, el sorgo, el maíz y otras plantas que siembra en sus dominios- algunas cuyas primeras semillas han sido suministradas por personas sensibilizadas con su padecimiento- son la base fundamental de los platillos que prepara.
Jugos naturales y platos típicos cubanos como los buñuelos de yuca y el pan patato, o las frituras de viandas conforman su dieta, al no poder degustar en los desayunos y meriendas de productos elaborados a base de harina de trigo, entre los cuales se encuentran la pizza y los dulces.
“Si bien el objeto social de la finca es la producción de leche y queso, destinamos una hectárea a la obtención de alimentos para niños celíacos, un proyecto que desarrollo con infantes camagüeyanos que lo son, aunque algunos igualmente no toleran la lactosa como yo”, destacó.
“Hasta el momento he logrado incluir cerca de 20 pequeños de la capital provincial y del propio Jimaguayú con la ayuda de los doctores Eduardo Barreto y Adianez Sugrañes, especialistas en Gastroenterología y Alergología, respectivamente, quienes colaboran con sus conocimientos.
“El golpe psicológico es muy fuerte para muchos y llegamos a deprimirnos, así me pasó cuando me diagnosticaron la enfermedad y no había asimilado las limitaciones que tengo para alimentarme”, declaró, y al mismo tiempo explicó sobre la intención del proyecto de lograr también la sensibilización del resto de la sociedad.
La importancia de cómo llegar a convivir con esa dolencia constituye, sin embargo, la lección fundamental que Liliana transmite a los niños y sus progenitores desde que en 2019 les abriera las puertas de su hogar, con la hospitalidad, amabilidad y buena energía que la caracterizan.
“En cada encuentro realizamos tertulias, paseamos por el bosque, les enseño cómo sembrar las semillas para que brote y crezca la planta, y algunos han hecho lo mismo en una maceta en su casa”, confesó en medio de la algarabía y felicidad que impera cuando recibe a los infantes en su terruño.
Además de proporcionarles a las madres consejos mínimos, pero necesarios para garantizar la mejor alimentación a sus descendientes, esa iniciativa contribuye indudablemente a generar un mayor bienestar entre los que padecen de celiaquía.
NIÑOS MÁS SANOS Y PLENAMENTE AGRADECIDOS
Con poco más de tres lustros de vida, Yanay Meléndez Pérez es una de las integrantes del club, pero también sufre de una intolerancia a los derivados cárnicos conocidos como embutidos.
“A los ocho años de edad me descubrieron la enfermedad, porque me quejaba de dolores y molestias en el estómago”, dijo mientras se empeñaba en degustar el amplio banquete organizado por las campesinas de la finca, en el que abundaban panes criollos, empanadillas y cakes confeccionados a partir de la harina de arroz y croquetas de yuca, entre otros platos.
“Supe del proyecto cuando Liliana me contactó por teléfono y desde entonces participo, una oportunidad que califico de extraordinaria pues interactúo con otras personas, he adquirido buenos hábitos, y mi mamá y madrastra han aprendido cómo cocinar de acuerdo a lo que puedo comer”, reveló.
Asimismo se manifestó Marlene Álvarez Recio, quien desde su rol de madre aprecia las recetas conocidas, sobre todo porque su hija de 11 años de edad, aumentó cerca de 40 libras desde que le descubrieron la intolerancia al glúten hace un año, cuando solo pesaba 62 libras.
“Fue muy duro para ella dejar de desayunar o merendar con pan, algo que le encanta, pero es muy obediente y hoy se contenta con los alimentos que le preparo, y gracias al seguimiento estricto de la dieta ha mejorado considerablemente, aseguró.
PACIENTES CELÍACOS SON PRIORIDAD
En Cuba existen panaderías para pacientes celíacos en La Habana, Villa Clara, Santiago de Cuba y recientemente se abrió otra en Holguín- donde se elaboran pan, panqués, magdalenas, cake, pastas y otras golosinas, a base de MIX, una harina libre de glúten que se importa a cerca de tres mil 600 dólares la tonelada-, declaró recientemente a Jesús Gómez, director general de Política Industrial del Ministerio de la Industria Alimentaria.
Ante esa problemática se acrecienta el valor del esfuerzo y la dedicación que Liliana, junto a los trabajadores de su finca, desborda desde el surco y hasta el proceso de cocción de sus deliciosos platillos.
Multiplicar las experiencias de esta campesina camagüeyana es uno de los primeros propósitos para brindar una mejor calidad de vida a aquellos que padecen de la enfermedad, también como una muestra de sensibilización e infinito amor hacia ellos.