Solo en algún que otro personaje Liliana Bacallao González se puso en la “piel” de una mujer de campo. Ella siempre se soñó sobre el escenario, nunca junto al surco o los corrales. Por eso le llamaron loca cuando junto a su esposo Raidel Sanz Otero decidieron emprender una aventura agrícola. Ahora, que producen alimentos para familias celíacas los vuelven a tildar de poco cuerdos.