Año 2010 y yo decía en esa foto. ¿Cómo es que el profe Varona me ha hecho estudiar como cinco libros para decirme luego que estaba convalidado? Sí, estoy seguro que a otros también les pasó. Y yo eso se lo recordaba a cada rato y nos reíamos por buen tiempo. Que educador y amigo tan magistral.

Son cerca de 16 años entre estudiante y profesor-periodista en la Universidad de Camagüey y en todo ese tiempo no he conocido una sencillez y humildad más gigantesca que la del profe Varona. De esos seres que de manera ejemplar le han entregado su vida al hermoso camino de educar y formar personal y profesionalmente a tantas generaciones.

Qué capacidad para hacer entender materias tan complejas, qué memoria para recordar cada letra en la que fue interrumpido, qué manera de buscar contradicciones, análisis, de innovar en la enseñanza y aprendizaje de la Filosofía. No había un día en que en sus palabras no estuviera un cómo te va todo, cómo está tu mamá, te veo grande. Y su sonrisa por ver a sus estudiantes como profesionales bastaba para saber lo enorme de su corazón.

Un abrazo eterno profe.

Alexei Nápoles González

 

Fue mi profesor y mi amigo. Varona dejó una huella en todos los estudiantes de Periodismo de la Universidad de Camagüey. Varona fue un amigo para todos, más que un maestro.

Juan Mendoza Medina

 

 

Me entero que ha muerto mi profesor de filosofía en la Universidad de Camagüey Jorge Luis Varona. Es una noticia que me entristece mucho. Varona fue uno de los profesores que más me animó a expresarme a través del pensamiento crítico. Teníamos muchísimas diferencias, pero jamás sentí que censuraba el punto de vista contrario. Y en medio de todo eso, cultivamos una relación fraterna a prueba de balas. Voy a recordarlo siempre como un hombre honesto. Un gran amigo. Y un gran maestro.

Juan Antonio García

 

Guardo las frases de cada pregunta escrita, de cada tarea, esas que ponías a cada uno de tus estudiantes cuando nos calificabas, para darnos ánimos, para “regañarnos” cariñosamente. No me lo creo aún. Gracias por todo, profe Varona.

Elia Rosa Yera Zayas Bazán

 

A la partida de Mirtha Hidalgo se suma ahora la del profe Varona, y así pierdo las dos mejores influencias docentes de mi época de estudiante de Periodismo. Nadie como él para hacer sudar nuestras neuronas, nadie como él para respetar cada pensamiento nuestro. Muy triste que ya no contemos más con su inagotable optimismo, sus habilidades para hacernos pensar y su apoyo incondicional. Me queda la satisfacción de haberle dicho más de una vez en los últimos años lo importante que fue para mí, su paciente gestión de maestro.

Félix Anazco Ramos


 

El amor y respeto que le profesé en vida, será mi guardián para mantener sus enseñanzas y memoria en las generaciones por venir de estudiantes universitarios. Comparto este triste sentimiento con su amado hijo Jorgito, sus familiares, los compañeros de antaño y presentes de la comunidad de marxistas cubanos, con sus muchos amigos. EPD amigo.

Flor de Fernández

“Para convencer y motivar a un estudiante no bastan las consignas. Un profesor jamás debe imponerse, jamás debe maltratar. Un buen profesor tiene que conocer el talento de cada alumno y tener un plan para él”.“Para convencer y motivar a un estudiante no bastan las consignas. Un profesor jamás debe imponerse, jamás debe maltratar. Un buen profesor tiene que conocer el talento de cada alumno y tener un plan para él”.

Precisamente hoy, al entrevistar a Elías Yuniesky Cabriales Sáez, trovador santaclareño que también es profesor de Filosofía, y escuchar la pasión con que defiende sus ideas, pensé en usted, mi profe Varona. Tengo que confesar que no recordaba su nombre completo (soy muy mala con los nombres), pero es que para nosotros (sus alumnos) siempre fue y seguirá siendo: el profe Varona.

Su muerte ha dolido mucho. Ahora sí, se fue, pero quedaron sus enseñanzas. ¡Qué dichosos somos los que lo conocimos! ¡Qué dichosos somos de haber sido sus alumnos! Y es que Varona nos enseñó a pensar. Recuerdo (y lo he puesto de ejemplo varias veces en mi vida, incluso frente a un aula en rol de pedagoga) que una vez nos dijiste en plena clase de Periodismo en la Universidad de Camagüey (parafraseado): “Les haré una pregunta; no importa si la respuesta es sí o no, lo importante es que sepan defender su postura”. Recuerdo tantas anécdotas curiosas de filósofos. Que si aquel se cayó en un pozo por mirar las estrellas, que si el otro se envenenó con cicuta... Y cierto término que hice tan mío que me acompaña frecuentemente (y mis amigos lo saben) cada vez que se me eleva el cortisol y ando por ahí, inflada de tanto estrés. Es cuando me digo (he ahí el término): “Ataraxia, Yelaine, ataraxia”. Porque la palabrita significa imperturbabilidad del espíritu, y es lo que necesito en el momento, una manera de frenar, respirar y seguir más liviana. Hasta le puse Ataraxia a mi primera décima “profesional”.

Quizás no le dije todo esto a tiempo, pero sepa (donde quiera que esté) que es de los grandes docentes que ha marcado mi vida. Gracias por incentivar en nosotros el pensamiento crítico, analítico y dialéctico; su manera de recordarnos (con gran humildad a pesar de dar clases a doctores en su materia) que, como Sócrates, “solo sé que no sé nada”.

Cuando pase el tiempo no recordaré las horas prolongadas de estudio para sacar la asignatura, sino lo divertidos y aportadores que resultaban sus seminarios; sé que no recordaremos cuando se ponía un poquito serio y hablaba con exigencia, apretando los labios como si dijera bohío y abriendo un tilín los ojos, sino la frecuente sonrisa que resplandecía en su piel de ébano... Y, sobre todas las cosas, profe, sus enseñanzas, sus valores... Gracias por tanto, querido Varona. Descansa en paz en el cielo de los filósofos y, especialmente, en nuestros corazones.

Yelaine Martínez Herrera