CASCORRO, GUÁIMARO.- Es muy significativo que dos hijos de Mariana Grajales cayeran mortalmente heridos en el pequeño pueblo de Cascorro, el 18 de abril de 1874, y regaran con su sangre este suelo de Camagüey. Una tarja impide olvidar aquella tragedia.

Después del asalto a San Miguel de Nuevitas, Máximo Gómez se dirige a Cascorro. Acampa en Palmarito el 17 de abril de 1874, a una legua del poblado. Por la tarde, con una pequeña escolta, compuesta por 6 hombres, acompañado por el coronel Gregorio Benítez Pérez, se acerca y comprueba la colocación de los fortines.

Al día siguiente, a las 7 de la mañana, Gómez inicia el ataque a Cascorro. Recibe el fuego de fortines y trincheras. Se dan disposiciones sobre las posiciones enemigas y se le toman 3 fortines y una trinchera. Los españoles se concentran en el fuerte principal mientras el caserío es reducido a cenizas en gran parte, con ayuda de la población. Se recogió un botín considerable de efectos, 20 armas de precisión y municiones, y se incorporaron al ejército mambí numerosos hombres útiles para las armas. Se ordena la retirada al mediodía.

El fuerte principal quedó resistiendo. Máximo Gómez no tenía interés en tomarlo por asalto pues sería sacrificar inútilmente un número cuantioso de hombres. Miguel Maceo Grajales se lanza temerariamente intentando el asalto y cae mortalmente herido.

Según testimonio de Ramón Roa: “en medio del fragor del combate, Antonio Maceo puede tener el cadáver de su hermano a su lado; el joven general detiene su actividad y queda como extático contemplando al hermano muerto a quien adoraba. Una bala disparada desde una aspillera lo había derribado. Antonio da la espalda al cadáver, alejándose con lentitud mientras se cubre el rostro con las manos, sollozando hasta romper en llanto. Miguel fue uno de los oficiales más valientes del Ejército Mambí, había seguido el camino señalado por Mariana y caído como un héroe’’.

Aunque el testimonio anterior viene de quien, por el puesto que ocupaba estaba muy cerca de estos acontecimientos, Fernando Figueredo sugiere que Miguel no murió en el mismo momento sino poco después a causa de la herida recibida. También Vicente García anotó en su diario: “nuestras bajas fueron 7 muertos y 42 heridos, contándose entre los primeros, el Alférez Someillán, y entre los últimos... Miguel Maceo y José Manuel Capote, de gravedad, y además, 4 contusos’’.

Otros testimonios sugieren que Miguel murió a los pocos días, en el lugar conocido por Plátano Morado, en los montes de Sitio Arriba, en la serranía de Najasa, donde fue enterrado. En el diario de Ignacio Mora podemos leer: “Se ha participado la muerte del joven mulato Miguel Maceo, herido en Cascorro. Era valiente y de buenas disposiciones para la guerra’’. Este testimonio fue escrito el 27 de abril, 9 días después de la muerte de Miguel Maceo Grajales, quien fue el cuarto hijo de Marcos y de Mariana, pues nació el 16 de septiembre de 1852.

El 12 de octubre, a dos días de Demajagua, salieron a incorporarse al ejército mambí Antonio, José, Justo, Rafael y Julio. Miguel aprovecha el viaje que hizo para llevarle “un hatillo de ropa a Antonio” y se queda en el campamento dispuesto a combatir junto a sus hermanos. Solo tenía 16 años. Los hermanos pelean bajo las órdenes de Antonio y Miguel sobresale por su valentía. Había visto caer en combate a su hermano Justo y también a Marcos, su padre.

ANTECEDENTES Y CONTEXTO

El 1ro de marzo de 1871, Balmaseda publica la sentencia de muerte, dictada por un Consejo de Guerra siendo condenados en rebeldía a la pena máxima e incautados sus bienes, casi toda la familia Maceo, entre ellos, Miguel.

Ese mismo año, en la Invasión a Guantánamo, Miguel se destaca heroicamente en el combate de El cafetal La Indiana, acción en la que ve caer gravemente herido a su hermano José

El 24 de septiembre de 1873, Calixto García sitúa sus tropas junto al río Santa María, en espera de una fuerte columna española. El combate fue violento. De las fuerzas de Antonio, Miguel fue mencionado por su decisión y arrojo.

En las gloriosas batallas libradas en la tierra de El Mayor, entre ellas, la de Las Guásimas, que duró del 15 al 19 de marzo de 1874, Miguel es mencionado por su heroico comportamiento.

Mariana Grajales, al enterarse de la caída de Miguel, secándose las lágrimas se aprestó a alistar a otro de sus hijos, diciéndole: “La Patria es la madre de todos, un hijo debe sustituir a otro hijo”.

Ese 18 de abril también cayó mortalmente herido por una bala disparada por un francotirador, el Teniente Coronel Martín Castillo, frente a los fuertes de Sibanicú, después de cumplir eficientemente la orden dada por Gómez de hostigar a los soldados españoles de este poblado, situado a sólo 8 km de Cascorro, para evitar que salieran a reforzar la guarnición de Cascorro. Quiso mostrarle al entonces también Teniente Coronel Flor Crombet el pueblo que acababa de tirotear.

UNA TARJA A LA MEMORIA

Con la presencia del entonces Coronel Arnaldo Tamayo Méndez, héroe de la República de Cuba, se develó en Cascorro, en 1984 una tarja conmemorativa de la caída en combate de este miembro de “La tribu heroica”, quien no había cumplido aún 22 años y ya llevaba sobre su cuerpo 19 heridas recibidas en los combates.

La tarja está situada bastante lejos del lugar donde pudo ocurrir la caída en combate de Miguel y también de Fermín. Todo parece indicar que ese mismo día 18 de abril de 1874 no sólo el suelo de Cascorro fue regado con la sangre de Miguel, sino también, por la de otro hijo de Mariana, de los 4 que tuvo en su primer matrimonio, todos varones, con Fructuoso Regüeiferos, la del subteniente Fermín Regüeiferos Grajales. Esto aparece, en el libro de Leopoldo Horrego Estuch, Maceo, héroe y carácter, en la página 12, y fue publicado en Granma en el centenario de la caída en combate del Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales, dato proporcionado por la historiadora Nydia Sarabia, quien lo sostiene en su libro Historia de una familia mambisa. Mariana Grajales, en la edición del 2006.

Por eso Martí, en su artículo En la ratificación, escribió: “Aquí nos reunimos, señores, para dar un testimonio público de la unión cordial y entusiasmo con que aprobamos las Bases y los Estatutos del Partido Revolucionario Cubano, formulados en Cayo Hueso, que es lo mismo que si dijéramos en Guáimaro o en Cascorro”.

Dedicatoria de Fidel Castro a Cascorro en tarjeta de 1990.Dedicatoria de Fidel Castro a Cascorro en tarjeta de 1990.De seguro, lo que escribió Fidel en el reverso de la tarjeta de invitación a una recepción que dio a una representación de los que fuimos como Delegados al 75 Congreso Universal de Esperanto en Cuba en 1990, fue porque, como Martí, conocía la devoción patriótico-revolucionaria del pueblo de Cascorro a través de la historia: “Para Cascorro, muy heroico en nuestras guerras de independencia’’.

Aquí existía la memoria oral de muchos ancianos que conocí, que contaban que, después de tomado el pueblo, se sintieron unos disparos y Antonio Maceo exclamó: “ya Miguel se salió con la suya”, y era que, con reducido número de mambises, se aproximó al fuerte El Principal intentando tomarlo. El fuerte El Principal tuvo su historia bastante desfavorable para los mambises.

 

 

*El autor vive en Cascorro, pueblo localizado en el municipio de Guáimaro. Es Miembro de la Filial Provincial de la Unión de Historiadores de Cuba en Camagüey.