El viernes 28 de enero de 1853, el sargento de artillería Mariano de los Santos Martí interrumpió su rutina en la fortaleza San Carlos de la Cabaña, en La Habana, para estar junto a su esposa Leonor Pérez, quien daba a luz a un niño que nombrarían José Julián.

La vivienda donde vería la luz el primogénito de la joven pareja se encontraba casi a la sombra del último tramo de las Murallas, al fondo de la Bahía y lejos del elegante centro de la ciudad.

José Julián colmó de felicidad a Mariano, el valenciano, y a Leonor, de Islas Canarias, y los hizo soñar con un mejor futuro para todos ya que según la costumbre de la época el hijo varón junto al padre estaban llamados a ser cabeza de familia.

Esta percepción se reforzaría aún más ya que la pareja en lo sucesivo solo tendría niñas, nombradas Leonor, Mariana Matilde (Ana), María del Carmen (La Valenciana), María del Pilar (Pilar), Rita Amelia (Amelia), Antonia Bruna y Dolores Eustaquia (Lolita).

Quiso la historia que el nacimiento de José Julián coincidiera con los últimos días de vida del cura Félix Varela, quien enfermo, pobre y olvidado moriría el 25 de febrero en una pequeña habitación del convento de San Agustín, en La Florida.

Para entonces pocos recordaban que Varela fue el principal filósofo, teólogo y político que preconizó el ideal independentista hasta esa fecha.

En su lugar estaban en marcha las maquinaciones del gobiernoestadounidense y de hombres de negocios anexionistas, que en EE.UU y en Cuba pretendían que España en 1853 vendiera la Isla al poderoso vecino por 100 millones de dólares, propuesta rechazada por Madrid.

Pero ese contexto de la política era completamente ajeno a los planes y esperanzas que depositaron en el recién nacido sus sencillos padres.

Nunca pudieron imaginarse que el primogénito retomaría yenriquecería las ideas independentistas de Varela a las que consagraría una vida muy diferente a la que sus padres lo tenían predestinado entre los primeros arrullos y muestras de amor que le dedicaron.

Su vocación anticolonialista se puso de manifiesto desde la adolescencia en La Habana de los primeros años de la Guerra de los Diez Años, donde miembros del Cuerpo de Voluntarios y autoridades españoles reprimían con extrema crueldad cualquier manifestación de sentimiento patriótico.

En 1870 fue condenado a 6 años de trabajo forzado en las Canteras de San Lázaro por ser el principal autor de una carta a un alistado en el Cuerpo de Voluntarios y a quien, en la misiva, se le acusó de “apóstata” y entre líneas se le recordaba que en la antigüedad el castigo que merecía era la muerte.

Durante ese suplicio sintió renovado el amor de su padres, quienes a pesar de las incomprensiones por sus ideales, al ponerle Mariano unas almohadillas enviadas por la madre en las heridas provocadas en un pie por el roce del grillete, comenzó a llorar abrazado a sus piernas a pesar de los intentos de su hijo por consolarlo.

En un artículo escrito en 1894, posiblemente inspirado en aquel pasaje de su vida, recordó Martí las discrepancias con el padre y losregaños a la madre y sus hijos, pero también acotó que cuando

(…) corre peligro alguno de aquellos seres queridos del pobre hombre áspero, el alma entera se le deshace de amor por el rincón único de sus entrañas, y besa desolado las manos que acusaba y maldecía tal vez un momento antes”.

Al evocar a sus padres y su niñez le dice en una carta a la madre:

“¿Y de quién aprendí yo mi entereza y mi rebeldía, o de quién pude heredarlas, sino de mi padre y de mi madre?”

Terminó la angustia de Martí en las Canteras de San Lázaro en octubre de 1870, cuando por gestión de sus padres lo enviaron primero a la prisión de la fortaleza San Carlos de la Cabaña y después a la hacienda El Abra, propiedad de un noble español amigo de la familia en la entonces Isla de Pinos y, finalmente en enero de 1871, fue deportado a España donde comenzó una nueva etapa de la vida del joven  independentista.

Después vendría su largo peregrinar por Nuestra América y EE.UU para la organización de la Guerra Necesaria, la que solo fue posible bajo la nueva concepción martiana de fundar el Partido Revolucionario Cubano.

Su obra logró la unidad de todos los patriotas, a los veteranos y a los más jóvenes, a quienes llamó pinos nuevos y pinos viejos, que hicieron posible bajo su liderazgo junto a los de Maceo y Gómez el inicio de la Guerra Necesaria el 24 de febrero de 1895 y en la que cayó en combate el 19 de mayo de ese año.

Así culminó la existencia el primogénito de Leonor y Mariano, quien llegó al mundo hace 156 años y optó por ceñirse la “estrella que ilumina y mata” antes de seguir el curso de una vida tradicional y apacible, como querían sus padres, a los que no obstante supo comprender y amar.