Fotos: Otilio Rivero Delgado/ Adelante/ ArchivoFotos: Otilio Rivero Delgado/ Adelante/ ArchivoCAMAGÜEY.- Desde cualquier ángulo de la vida Faure Chomón Mediavilla fue un hombre a toda prueba. Lo demostró en Camagüey, la ciudad que lo acogió como a un hijo y supo de sus bondades, apegadas a favor de los pobres y de sus luchas estudiantiles que lo forjaron como revolucionario.

No le temía a quienes imponían el terror. Sobre ello hay muchas anécdotas por contar y la historia se encargará de narrar en toda su dimensión. Trasciende su hermandad con José Antonio Echeverría, y el mismo valor con el que se atrevió, junto a una pléyade de jóvenes, a asaltar el Palacio Presidencial.

No cedió un ápice en la lucha por ver liberada a Cuba, viajó al exilio tras una enconada persecución de los órganos represivos por capturarlo, acopió armas y organizó a 16 expedicionarios que vendrían a reforzar la lucha del Ejército Rebelde en la región central del país.

Nuevitas fue el punto escogido para el desembarco aquel 8 de febrero de 1958 por la playa de Santa Rita. Pese a contratiempos en la travesía con las embarcaciones, llegaron y burlaron a los órganos de inteligencia del régimen batistiano.

Con el voluminoso alijo de armas Faure y sus hombres vinieron desde Nuevitas a la ciudad de Camagüey. El cuartel general lo estableció en los altos del teatro Casablanca, vivienda facilitada por el padre de Armando Garrido, condiscípulo suyo y que prestó una inestimable ayuda, desde el exilio, para el éxito de esta operación insurreccional.

Fue un hombre que supo cohesionar, pues de otro modo no hubiese asegurado que cinco viviendas abrigaran a los expedicionarios durante varias horas antes de la partida para crear el foco guerrillero en el Escambray, fuerza del Directorio Revolucionario 13 de Marzo que se subordinaría a la Columna del Che. Esa acción también la ejecutó en la más estricta discreción, una cualidad que lo distinguía como estratega.

Entre su largo historial como revolucionario, de sus importantes responsabilidades como Ministro de Transporte y de Comunicaciones, de diplomático, de dirigente partidista, entre otros cargos, en Camagüey lo recordarán, en especial, como el hombre disciplinado que asistía con puntualidad a las sesiones de trabajo de la Asamblea Municipal del Poder Popular, investido de autoridad, pero con una modestia extraordinaria y su sentido crítico de los procesos y fenómenos.