CAMAGÜEY.- Las tempestades han obligado al país a buscar las mejores luces creativas. Ni las borrascas ahuyentan la creatividad, ni las limitaciones electroenergéticas oscurecen el camino de las soluciones.

Y cruzarse de brazos no puede ser, ni será variante para enfrentar las muchas adversidades que, como en otros momentos, caen en cascada sobre los flujos productivos de las empresas golpeadas, además, por las limitaciones de materias primas.

¿Qué hacer? No es para la Empresa de Bebidas y Refrescos de Camagüey una ecuación sin despejar, ni un enigma por resolver. Desde hace días, sus jornadas de trabajo tienen la complicidad de las noches y las madrugadas.

ESFUERZOS BIEN COMBINADOS…

No es una gestión de novatos en el rediseño actual, recurrir a horarios “no habituales”, para desplazar las cargas de consumo que siempre generan las producciones.

Ya curtidos en alguna que otra ocasión anterior, el colectivo de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Ron y Vinos Puerto Príncipe, retoma el reajuste de su ciclo productivo, pues deviene una batalla decisiva en el objetivo de cumplir planes y metas, y que los trabajadores obtengan la remuneración establecida.

Mientras otros descansan, allí se advierte un positivo ambiente laboral. No falta nadie, y cada quien acude a su puesto con la firme certidumbre de que ahora hay que obrar con inteligencia.

Alexander Monteagudo Pérez, el jefe de turno, sigue cada paso del embotellado del reconocido ron camagüeyano.

En una de las áreas aledañas, manos expertas se encargan del llenado manual de los envases, con destreza adquirida a golpe de años de experiencia.

“Empezamos, refiere, pasadas las once de la noche, y concluimos sobre las cuatro o cinco de la madrugada, después de cumplir el plan que usualmente oscila entre 15 y 16 000 litros… una faena agotadora, pero estamos conscientes de que dada la situación lo importante es mantenernos activos”.

La variante no fue impuesta. Pasó por la evaluación del colectivo, y quienes no están en las jornadas nocturnas realizan otras funciones complementarias durante el día, e igualmente vitales en todo el proceso.

Cerca se encuentra Jorge Gómez, quien con habilidad realiza sus múltiples funciones como operador integral.

“Llevo más de 35 años en este sector, pues anteriormente laboré en la cervecería Tínima, tras concluir estudios en Alemania.

“Se trabaja duro. No se pierde ni un minuto, pues el plan diario es alto y siempre tratamos de sobrecumplir lo previsto, porque claro, también eso se refleja en el salario que devengamos, realmente muy estimulante.

“Se descansa los miércoles, el resto de los días, y hasta el viernes, es ‘en la pelea’”, dice y sonríe, mientras le “tira un vistazo” a la línea, donde descansan las botellas a la espera de sus respectivas tapas.

Con gran habilidad, Rosa López Fandiño, operaria integral, y con 25 años en esta entidad, llena los pomos con la estimulante bebida. Le pido unas palabras, con la promesa de que no le pediré moverse de su puesto. Acepta.

“Es agotador. Se sale en las primeras horas de la mañana, y cuando llegas a la casa, ya sabes, hay que ‘prenderse’ con los quehaceres, con las complejidades de la vida actual, pero es lo que toca hacer ahora, y se asume”. Y sigue allí, con la misma rutina de labor… esa que realiza con una naturalidad pasmosa.

La cadena tiene un eslabón imprescindible. La línea de conformación de envase, donde no hay descanso posible.

“Es la semana prendidos, dijo en buen cubano, Osmel Peralta, operario de ese equipo. Son dobles jornadas cada día, se hacen unos 6 000 pomos por el día, y 7 000 por la noche. Se aplica el salario a destajo, y sale un ‘buen dinerito’ por ese método”.

El joven Julio César Filgueira Pons ejerce como director en funciones, y resume en pocas palabras el quehacer del colectivo: “alta disposición de los trabajadores, y la aceptación de retomar las labores nocturnas y ello ha permitido que al cierre de los dos primeros meses del 2024 las cifras reflejaran la positividad de la gestión, gracias al hacer colectivo.

“Por las características del horario, se garantiza una merienda reforzada en el comedor de la fábrica”, recalcó.

EN LA ÉLITE

La UEB Fábrica de Vinagre y Vino Seco Élite, de las pocas existentes en su tipo en el país, mantiene una vieja tradición: la calidad, algo que se refleja en la alta demanda que tienen sus elaboraciones.

Es esta instalación, donde la acción de sus innovadores y racionalizadores resulta fundamental para su vitalidad, las noches cobran calor obrero. Pese a los achaques de sus equipos, se mantiene la dinámica, ahora destinada a producir vino seco, hasta tanto se dispongan de todas las materias primas para asumir el vinagre.

Yaser Morales está en la línea de envasado, como reubicado dentro de la propia entidad. Mientras organiza las estibas de pomos vacíos, manifestó cómo se desarrolló todo el proceso de discusión interno, antes de proceder a cambiar el sistema de trabajo.

“Los trabajadores entendimos que era, por ahora, la mejor forma de cumplir la producción que tenemos en plan.

De otra manera resulta muy difícil, pues solo en horas avanzadas se podía disponer de electricidad. Y aquí estamos”.

Con gran agilidad Yurami Veitía mueve los pomos para su llenado. Sin perder de vista lo que hace, expresó que con esta medida también se ayuda a que el trabajador logre su salario y el derecho a obtener estímulos por sus aportes.

“Para estar en este horario en el trabajo, tengo que apoyarme en mi mamá. Pero el momento exige sacrificio y por esa razón aceptamos dar el paso al frente”.

Las bondades del vino seco en su procesamiento son significativas, al contrario del vinagre, que no solo requiere de componentes importados, sino de un flujo permanente de electricidad y un alto consumo de combustible, especialmente de diésel.

Para Kenia María González Pérez, la directora, significa todo un reto asumir este tipo de eventualidad. Pero nada quedó sin analizar, aseguró. “De conjunto con el Sindicato se discutió, e integró al Convenio Colectivo de Trabajo. Y hasta el momento todo funciona, se garantiza la alimentación a quienes tienen que laborar, y el esfuerzo desplegado ha sido útil y provechoso”.

EN LA 23 TAMPOCO “SE DUERME”

Desde exteriores, tal parece que en la majestuosa edificación todo está en absoluta calma, pero no es así. En una de sus áreas, la de bolsitas, con la marca Tinajito, dos operarios se enfrascan en envasar 24 000 unidades.

Contrario a sus otras operaciones fabriles, que logran embotellar por gravedad, en un pequeño recinto dotado de un equipo automatizado es imprescindible la energía eléctrica. Este emplazamiento dispone de dos turnos, que funcionan en días alternos.

Y dicho en lenguaje beisbolero, pegado al “cajón de bateo” estaba Vicente Quesada, quien lleva unos 13 años en esta industria. De hablar pausado, conversa mientras llena unas grandes bolsas blancas. “Cada una lleva 50”, aclara, cuando le “disparo” la pregunta a quemarropa.

“Estamos conscientes de que, si no hacemos esto, en otro horario es casi imposible. Y no olvidemos que beneficia a nuestro pueblo, la razón por la que hacemos este enorme esfuerzo. Es un horario difícil. Pero las cosas han ido saliendo bien”, apuntó.

Mientras observa cada detalle en la pequeña máquina de embolsado, Odalys Batueca recuerda que “llevo ya 18 años en esta fábrica, y ahora, en esta nueva modalidad laboral”.

—¿Y sobre qué hora terminan?

—Cerca de las seis de la mañana. Es la misma hora en la que algunos se levantan para ir a sus funciones de cada día.

La directora, María del Carmen Castillo, asevera que tanto de día como de noche hay movimiento en este establecimiento, que suma ahora como nueva producción el licor de coco, con una gran aceptación.

“Tenemos un gran sentido de pertenencia, por eso a cada momento se le da la respuesta requerida. Es nuestro modesto aporte al interés de garantizar más alimentos, y con mejor calidad al pueblo”.

¿La decisión? Se ratifica en cada instalación: trabajar en esta modalidad hasta tanto el momento lo requiera.

Son tiempos en los que las luces deben trascender más allá de la opacidad de las tempestades.

La voluntad tiene que ser un ejercicio infinito.