CAMAGÜEY.- La “joven veterana” Fábrica de Refrescos 23 de Agosto, festeja sus 38 años en pleno ejercicio productivo, favorecido en gran medida por el talento creativo desplegado por sus innovadores y racionalizadores.
Afectada en áreas clave por la obsolescencia de su tecnología, de procedencia búlgara, “el desempeño de los técnicos y trabajadores de la institución ha sido el soporte esencial para mantenerse en funcionamiento”, precisó Liuben Veloz, director general de la Empresa de Bebidas y Refrescos en la provincia.
Precisó el directivo, que con el decursar del tiempo se han hecho readecuaciones en sus líneas de elaboraciones, pues si en principio el objetivo eran los refrescos gaseados, ahora se incursiona en otras diversas variantes de alta demanda popular.
"La intención es retomar esa producción perdida, y en ese propósito se está trabajando para ir gradualmente en su recuperación, con la contribución de nuestros técnicos y la ayuda de otras entidades del territorio, como la EMI Ignacio Agramonte”.
En una entidad radicada en la capital agramontina, se adquieren las bolsitas de polipropileno usadas para envasar refrescos de distintos sabores, todo lo cual es una garantía para mantener estabilidad en la entrega de un artículo muy demandado en estos meses de altas temperaturas.
Señaló Julio César Molina Castellanos, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) 23 de Agosto, que se concluyó la entrega de dos litros de refresco concentrado a los niños comprendidos entre los 7 y los 13 años de todos los municipios.
Como parte de la ampliación de sus ofertas, este centro disgregó, por unidades gastronómicas con alta afluencia de personas, una veintena de equipos dispensadores para la comercialización de refrescos gaseados, una opción en funcionamiento desde hace varios meses, aunque ahora se retomó tras un "impasse" por situaciones con materias primas.
También como una relativa novedad, muestran en el mercado local sus variedades de licores, entre los que se encuentran los de menta, cola, coco y piña, que se expenden en pomos PET de un litro, gracias a la rehabilitación de una sopladora que permanecía inactiva por diversos problemas mecánicos.
Casi cuatro décadas después, la 23 de Agosto sigue retando el tiempo.