CAMAGÜEY.- La vieja casona respira los aires coloniales, aun con la reciente reambientación. En una de las zonas más céntricas de la barriada de La Vigía se asienta El Corderito, restaurante de la Empresa Provincial de Aseguramiento al Comercio (EPAC) que regresó a la “vida” tras meses de cierre por reparaciones. Y el nuevo look le vino de maravillas…
GENTE DINÁMICA
Con más de 30 años de experiencia en este “giro”, Sara Sánchez Bello, la subadministradora, entrega muchas horas del día al centro, “porque en la gastronomía todo es importante, hasta el mínimo detalle. Los clientes siempre esperan profesionalidad, y nos toca estar atentos para tomar las decisiones con rapidez”. Solo en el agosto de apertura cerraron los planes al 103 por ciento. También la alegría les llegó en septiembre (206,7 %), octubre (185,5) y noviembre (126,5), con la satisfacción adicional de incluir en estos éxitos sus ingresos en divisa.
Conformado por 22 trabajadores, la inmensa mayoría con años de oficio, la indisciplina no halla espacio; sí el orden y la entrega cotidiana, apreciables no solo en las opiniones de los visitantes, sino en el intercambio in situ.
El plato de la casa responde al nombre de la institución. Es factible degustar el bistec y la chuleta de cerdo, y el pollo, lo mismo en el salón principal que en el área de dispensada o en la parrillada.
Odalys Álvarez, secretaria de la Sección Sindical, se suma a la charla sin olvidar tareas en la cocina. Refiere la calidad humana del equipo de administración y de la entrega de cada uno de los trabajadores.
“Nuestra gente responde cuando aparece una tarea. La administración apoya para que nos sintamos como en casa. Hay una permanente preocupación cuando cualquiera tiene una situación personal, eso es muy bueno”.
Lidia Martínez, dependienta de salón, acumula más de dos décadas de entrega a esta profesión. Tras concluir con un cliente, accede al intercambio: “El que nos visita debe recibir lo mejor, desde el trato, hasta la sugerencia, todo es importante. Y eso le da prestigio al centro”. Breve interrupción. Pero una muy agradable: las palabras de agradecimiento de usuarios que se marchan. No hay que preguntar más.
LAS CLAVES
Poco tiempo lleva Orlando Miguel Pons en esta unidad. Viene, como Sara, de La Tinajita, donde ocupan iguales responsabilidades.
“Hace algunos meses la dirección de la Empresa realizó una rotación de los administrativos, y me tocó asumir la Unidad. La hallé en reparación, y aún así mantuvimos algunas actividades, claro, estimulado por el punto de venta que respalda llegar a las metas que nos asignan”.
Con un horario de atención de 12 m. a 12 p.m. jornada tras jornada, Papo, como se le conoce familiarmente al joven administrativo, reconoce que eventualmente estar fuera de las zonas céntricas de la ciudad los perjudica en la concurrencia de consumidores, “sin embargo, trazamos estrategias como crear condiciones a entidades y personas para realizar desde cumpleaños hasta almuerzos de trabajo”.
La calidad no es tema ocasional. Antes de comenzar la fecha, se reúnen e informan las cuestiones de interés tanto del servicio como del cumplimiento de los planes. Nada queda al descuido. Incluso las exigencias mínimas para acceder a los locales.
La evaluación del desempeño es una de las “armas” más importantes. Todo es orden e higiene. En el bar, la estética y el buen gusto le incitan a pasar un buen rato. Diciembre, por ejemplo, lo tienen “sellado” con actividades. Y ello confirma su exitoso trasegar.
La casa del cordero, o El Corderito, resulta hoy una muy buena opción para descargar entre amigos, o pasar un día en familia. Es una elección aconsejable.