CAMAGÜEY.- En su cumpleaños 60 este 4 de Abril, la Organización de Pioneros José Martí (OPJM) se ha propuesto evadir las limitaciones espirituales impuestas por la COVID-19. Los niños permanecen lejos de las escuelas, de las aulas, de sus compañeros… pero jamás del calor de la enseñanza. Desde el hogar reciben las clases televisivas, aunque no hay dudas de que sin el apoyo de los maestros y guías base, no se completaría el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Foto: Leandro Pérez Pérez/AdelanteLa educadora Lázara Jiménez McKenzie se siente como una escolar más. Ella imparte clases en el centro José Luis Tasende de las Muñecas y habla de los 12 años en su labor como si de una joya preciada se tratara. “Cuando era niña recuerdo que respetaba mis deberes al dedillo, y ahora de adulta deseo inculcar ese comportamiento en todos mis alumnos”.
Aunque la pandemia ha obligado a cambiar la rutina y siente la añoranza de las actividades efectuadas en grupo y a nivel institucional, su misión como evangelio vivo no ha cesado. Según expresa, hay que buscar siempre alternativas para regar los frutos del mañana, como se refiere a la nueva generación.
“Les orientamos diferentes concursos por vía telefónica, como El Minint y yo, Mi organización y yo y Mi casa es mi escuela, ellos se visten de uniforme y engalanan con símbolos patrios la habitación en la que reciben las teleclases. Otro espacio importante para ellos es la Asamblea Pioneril, donde expresan sus sentimientos, inquietudes, valoraciones y desarrollan todos sus planes de actividades durante el mes.
Foto: Leandro Pérez Pérez/Adelante“Estamos llevando a los hogares la base material de estudio de la presente etapa. Cuando llegamos, los pioneros se alegran de ver a su maestra y nos hablan del deseo de volver a ver a sus amigos”. Comparte ese mismo criterio su colega Eduardo Paz Gutiérrez, guía de la secundaria básica Noel Fernández Pérez y Licenciado en Educación Laboral.
Con voz sincera se remite a su juventud. “Cuando el Comandante en Jefe convocó a apoyar al sector educacional. Yo cursé estudios en el pedagógico Manuel Ascunce Domenech, en el quinto contingente. Después de la graduación me he consagrado a mi oficio. Cuando mis pupilos aprenden, yo me siento feliz.
“Llevo más de 35 años ejerciendo esta función como guía base en la Organización de Pioneros, soy miembro del equipo metodológico provincial y municipal de la organización y he tenido la posibilidad de integrarme en diferentes iniciativas como la del movimiento de pioneros exploradores, que dota a los muchachos de nuevos saberes y contribuye a formar su disciplina”.
Uno de los fuertes vínculos que Paz Gutiérrez considera debe crear su estudiantado, es con la historia local. Para él “resulta fundamental, no solo por el caudal de hechos y lecturas que aprenden, sino por el acercamiento a las raíces que nos componen como camagüeyanos y cubanos. Los niños lo hacen de una manera exitosa a través del concurso Histo-Camagüey, auspiciado por la Asociación Cultural José Martí y la Unión de Historiadores de Cuba”.
Comenta el maestro que la investigación también es una de sus vertientes como profesional: “Participé en el evento municipal y provincial de Pedagogía, con un trabajo vinculado al empleo de los dirigentes pioneriles para incentivar el gusto por las carreras pedagógicas entre los otros chicos”.
Una de las pautas que no descuidan bajo ningún concepto, dice Eduardo, es la protección en todo momento “con el nasobuco y la desinfección adecuada de las manos. No queremos poner en riesgo a nuestros jóvenes mientras les facilitamos documentos, evacuamos dudas o evaluamos el cumplimiento de las orientaciones que les hacemos desde la distancia”.
Junto a las seis décadas de la OPJM, guías de la talla de Lázara y Eduardo arriban a una mayoría de experiencia. Aplican su preparación de antaño para cultivar las semillas del presente. Son la savia y artífices imprescindibles de una organización que se reajusta y transgrede los umbrales del peligro, de la COVID-19, para elevar a un primer plano nuestra educación.