Corrían los días finales de diciembre de 1958. Rosaura Yenes Sosa recibió la orden del Movimiento 26 de Julio de alzarse. La vida en la zona urbana era peligrosa.

Mirta Leonela Galindo Ayala (Nela) y la Yenes eran, como se dice en buen cubano, uña y carne. Además de vivir en la misma cuadra de la calle Constitución, de Guáimaro, las unía la lucha revolucionaria.

El paso dado por las dos no fue por embullo, sino por conciencia. En el caso particular de Nela, desde la etapa de estudiante de la escuela normalista para maestros de Camagüey, en la época en que asesinaron a Rubén Batista en La Habana, se enroló, con apenas diecinueve años, en manifestaciones estudiantiles contra la dictadura junto a alumnos del Instituto de Segunda Enseñanza y de la Escuela de Comercio en protesta por ese criminal acto.

La foto demuestra la cédula dse que ella no votó en las elecciones por Fulgencio BatistaLa foto demuestra la cédula dse que ella no votó en las elecciones por Fulgencio Batista

En Guáimaro, además de Rosaura tomaron el monte para la lucha insurreccional Flor Domínguez y Alida Echavarría. La única que vive es Nela, quien el 17 de enero próximo cumple 85 años.

Los nexos con el Movimiento surgieron a través de un médico, residente en Elia, poblado a doce kilómetros de Guáimaro, de apellido Puente Ferro, y luego, con Pedro Álvarez, otro profesional de la Medicina.

Salían en pareja aparentando relaciones amorosas, fachada con la que enmascaraban las acciones a favor de la Revolución.

- “De esa manera ayudamos el paso para la Sierra de algunos compañeros”, dijo la testimoniante. “Con respecto a nosotras, en mi casa, mi mamá bordaba los brazaletes, yo sabía coser también, pero vendíamos bonos del 26 de Julio para recaudar dinero. Alfonso, quien mi crió, tuvo participación también, independientemente de ser miembro de la Logia Caballeros de la Luz, de lo que me enteré después”.

- ¿Qué hacía Nela antes de alzarse?

- Estudiaba. El curso mío empezó en 1952 hasta 1956. Al triunfo de la Revolución era maestra ya. Cogí un aula por suplencia, la titular estaba fuera de Cuba, pero yo por la mitad del sueldo asumí.

Narra la partida hacia el campamento del Ejército Rebelde. El puente conocido por Jobabo y que unía a Guáimaro con Las Tunas estaba destruido por las fuerzas rebeldes. Ella y Rosaura tomaron otro camino y llevaban consigo medicamentos, mandados por el doctor Pedroso y una botella de ron, enviada por Nieto, representante en Guáimaro de la firma de cigarros Regalías el Cuño para Lalito Sardiñas y celebrar el 31 de diciembre.

La tarde del 28 de diciembre salieron rumbo al campamento. No pocas veces al sentir el tránsito de la avioneta del ejército tuvieron que esconderse en potreros de hierbas altas.

Nela como era católica sacó el rosario y rezó hasta llegar a la casa de los García, donde permanecieron esa noche y al otro día partieron temprano. A la carga que llevaban se le unió un saco lleno de zapatos.

Apareció Cubilete, nombre con el que llamaban a la persona que las conduciría hasta la barranca del río, donde para sorpresa se hallaba Flor Domínguez con un hijo. Un rebelde de barba pronunciada se encargó de conducirlas hasta el campamento de la comandancia de Lalo Sardiñas.

La tarde noche del 29 de diciembre fue que hicieron contacto con el máximo jefe rebelde de la demarcación. Nela llevaba asida a la cintura una pistola pequeña para enfrentar cualquier imprevisto.

- ¿Cuándo se alzaron no imaginaban que el 1ro. de enero triunfaría la Revolución?

-¡Como uno iba a saber eso! Sabíamos que había una ofensiva, pero la fecha del triunfo no!

- ¿Cuándo entraron en Guáimaro?

- Pasamos el 31 de diciembre en el campamento. No hubo enfrentamiento. Lalito nos dijo que la Caravana de la libertad venía para acá. Nos dejaron frente al parque Constitución. El 4 entró Fidel al pueblo, desayunó en la casa de Orlando Manduley, familia de Celia Sánchez. Yo me recuerdo de eso perfectamente.

Lalito le pidió a Nela que siguiera con ellos, que le haría falta porque como maestra estaba preparada. “Yo siempre pensé que hasta aquí llegaba, un error mío, pero bueno.”

- ¿Qué ha representado para usted pertenecer al Ejército Rebelde?

- ¡Un orgullo, por supuesto!. He estado siempre en todo lo que he podido ayudar a la Revolución. En la campaña de alfabetización, al frente de una brigada de maestros, acompañé al campo a brigadas de asistencia social y varios maestros nos trasladamos a apoyar a Fidel en la escalinata de la Universidad de La Habana.

Alojada Nela en el antiguo Hotel Hilton, hoy Habana Libre, en el mismo ascensor donde iba, se hallaba Jacobo Árbenz, revolucionario guatemalteco amigo de Cuba.

- "Personalmente no pude conocer a Fidel. La claustrofobia que padezco desde joven me impedía estar en un lugar que me impidiera salir en el momento que quisiera. Siempre lo admiré y bajo su pensamiento es un orgullo seguir ayudando como presidenta del CDR donde vivo, he recibido condecoraciones por el trabajo en la comunidad y como política de la primera compañía de las Milicias de Tropas Territoriales que se crearon en Guáimaro".

Nela tiene vivos los recuerdos de enseñar a leer y a escribir como maestra a los rebeldes que se quedaron en Guáimaro al triunfo de la Revolución, así como pertenecer a las filas del Partido Comunista de Cuba.