CAMAGÜEY.- Algunos los tildan de “locos” porque ponen empeño en lo que otros no, porque asumen una y otra responsabilidad, porque llaman para la reunión en el momento más enredado del día, porque llevan hasta el barrio, o el trabajo, conmemoraciones, fiestas, feria…

¿Acaso no fueron “locos” aquellos jóvenes que se fueron a la Sierra Maestra a hacer esta Revolución? Cuando soñamos ser su continuidad soñamos presos de esa “locura”: de los deseos de hacer, de hacer cuánto esté al alcance por una mejor nación, por el crecimiento de la sociedad, por vidas más prósperas económicas y espiritualmente.

Esos “locos” que andan convidando a otros a hacerse cómplices de su “locura” mantienen con vida organizaciones premiadas de apatía o se esfuerzan por cumplir con eficiencia planes económicos; por su entusiasmo no se les puede criticar. Ellos dejan de dedicar tiempo a la familia, al descanso, al ocio, a sí mismos para emplearlo en los demás. Y qué fácil es juzgar cuando no se hace nada útil, cuando no te sientes parte del proceso, cuando te paras desde afuera como inquisidor; sin embargo, luego quieres disfrutar los beneficios del sacrificio ajeno.

De esos hombres y mujeres que cada día tributan a un mejor futuro en Cuba tenemos muchos. Muchos desde puestos de dirección con responsabilidades que no se pagan con nada y muchos más en trabajos “comunes” en los cuales entregan su vida y desde los cuales continúan fortaleciendo los cimientos de una nación que nació para el bien de todos.