Celebrar la vida y la obra de Nazario Salazar es acercarse a una poética de lo esencial. En sus manos, el arte miniaturista ha trascendido el gesto estético para convertirse en camino de enseñanza, servicio y creación, siguiendo la huella martiana que nos recuerda que “enseñar es crecer” y que toda verdadera obra se funda en infinito amor.