CAMAGÜEY.-Pedro de Alcántara Téllez Girón y Pimentel fue lo que se llama un militar y político español fuera de serie para su época. Dotado de una cultura poco común conquistó numerosas distinciones, tanto en la paz como en la guerra. En 1840 vino a Cuba como gobernador y capitán general, y aunque ocupó el cargo por apenas un año supo aprovechar el tiempo.
Hizo construir obras de calzadas y edificios públicos, logró que la industria azucarera alcanzara el 20 % de la producción mundial, publicó la primera revista de Ciencias Médicas del país y contribuyó a la instalación del primer estudio fotográfico. Sin embargo, su más valioso aporte a la Cultura y a la Historia de nuestro país fue la creación del Archivo Nacional el 28 de enero de 1840. Esta institución abrió las puertas, 60 años más tarde, al Archivo Nacional de la República de Cuba.
Desde sus orígenes, los archivos han tenido como misión atesorar, conservar, gestionar, catalogar, custodiar y poner a disposición de la consulta pública la documentación bajo su custodia. Los primeros antecedentes históricos para establecer archivos provinciales en Cuba se remontan al año 1904, cuando en carta fechada el 6 de mayo de ese año, el entonces Senador de la República, el camagüeyano Salvador Cisneros Betancourt, dirigió una solicitud al presidente Tomás Estrada Palma para crear un Archivo General en cada cabecera de provincia con el objetivo de cuidar los documentos del Estado. Con esta idea desde los inicios del siglo XX Camagüey se esforzó por contar con un sitio capaz de rescatar y mantener la memoria histórica.
Con altibajos se reunieron valiosos documentos en el Museo Provincial Ignacio Agramonte, y la primitiva biblioteca La Avellaneda, que también comenzó a incursionar en el mundo de la conservación de papeles valiosos. Fue necesario el triunfo de la Revolución para que en la década de 1960 se perfilara la existencia del Archivo Histórico, materializado en 1975 gracias al esfuerzo de varios historiadores lugareños y algunos fondos do-nados por instituciones jurídicas y sociales.
EL VALOR DE LO RARO
En lo actual, el Archivo Histórico Provincial de Camagüey, adscrito al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, posee diferentes secciones abiertas a la consulta del público y otras destinadas a tareas administrativas, restauración y almacenamiento. Guarda una amplia colección de escritos de valor patrimonial, obras de connotación histórica que conforman el ayer y el hoy de la sociedad camagüeyana, papeles reacios a desaparecer ante el implacable paso de los años y las difíciles condiciones en las que perviven.
La mayoría de los más de 6 000 documentos depositados en el lugar comprenden la bibliografía activa y pasiva de la historia principeña conocida hasta la fecha, incluyendo ciencias y cartografía histórica.
El capítulo de la restauración en el Archivo Histórico Provincial de Camagüey precisa ser llevado a consideración. Hoy no pocas de estas imprescindibles colecciones se encuentran limitadas a la consulta de los investigadores debido a su avanzado estado de deterioro, que a pesar de la atención técnica y esfuerzos realizados sufren por las condiciones de almacenamiento, por lo que su protección y exhibición se encuentran en peligro.
RESTAURAR SÍ, ¿PERO CÓMO?
No lejos del Archivo, en la Biblioteca Provincial Julio Antonio Mella, otros documentos no menos importantes también corren los peligros de memorias perdidas debido al tiempo, aunque no por el olvido. Esta institución es piedra angular en la misión de conservación, protección y difusión del patrimonio bibliográfico, así como la promoción de la lectura a través de diferentes acciones y actividades culturales.
Abierta el 1ro. de junio de 1963 en el edifi cio de la antigua Sociedad Liceo de Puerto Príncipe, la Biblioteca Provincial reúne departamentos como Atención al Público, las Salas General, Fondos Raros y Valiosos, Literatura, Infantil, Juvenil, Artes Visuales, Música y Extensión Bibliotecaria. Hoy su fondo bibliográfico tiene más de 220 000 volúmenes aproximadamente; atiende unos 86 000 usuarios en el año y ofrece más de 145 000 servicios, incluyendo colecciones de la prensa de los siglos XIX y XX.
Su valor en la preservación de la memoria histórica, sobre todo a través del Departamento de Fondos Raros y Valiosos, lo resalta la especialista Yaray Salazar Martínez, técnica de la Biblioteca, quien DICe que entre los documentos allí reunidos se encuentran los del Mayor General Ignacio Agramonte Loynaz y las publicaciones de la Oficina del Historiador de la Ciudad. Apuntó además que en ese conjunto está la importante colección del periódico El Camagüeyano, en sus ediciones de 1906 a 1959, lo que constituye sin dudas una crónica cotidiana de la provincia desde el inicio del siglo XX.
Adelina Vázquez Álvarez, técnica en Bibliotecología, se duele también del estado en que reciben los ejemplares.
“Las publicaciones de editoriales siempre son nuevas, pero las donaciones en ocasiones no llegan en buen estado de conservación. Estos materiales los sometemos a un proceso de restauración con los recursos que tenemos. Eso ha hecho posible que mucha documentación continúe abierta al público, pero no ocurre así con toda”.
Según Aida María Cortina Calzado, otra de las especialistas, las colecciones constituyen excelente material para obtener información: “Aquí no solo reunimos la historia de Camagüey, también protegemos y clasificamos una gran diversidad de escritos de diferentes asuntos, por ejemplo arquitectura, ciencias y arte, en este caso pintura y ballet”.
Por lo general, y aunque los principales usuarios del Departamento de Fondos Raros y Valiosos son investigadores de Historia, a los documentos puede acceder la población, en especial estudiantes y escritores con temas que exigen datos profundos y específicos.
La edad de un escrito no es aval suficiente para que sea catalogado como valioso. La categoría exige que el mismo posea otras cuestiones, como ejemplares únicos en existencia, importancia del contenido y demanda de los usuarios.
Como gran parte de la documentación tiene tiempo avanzado y pocas veces las condiciones han ayudado para su conservación, enfilan hacia su deterioro parcial o total.
“Nos afecta el clima y las condiciones de la Sala, explica Mayoli Ortiz Martín, conservadora de la biblioteca, el hacinamiento y el calor constituyen otro problema, lo que origina que el papel se tueste; además, contamos con pocos estantes, la mayoría de madera, atacada por insectos. Por esta razón muchas publicaciones no se prestan e incluso están exentas de consulta porque la manipulación provoca un deterioro mayor”.
A pesar de las dificultades, los trabajadores buscan alternativas para solucionar el problema. Ahora optan por digitalizar el contenido para ofrecer la información sin necesidad de manipular los originales, pero el sistema necesita técnica y recursos que no están al alcance de la institución.
“En la digitalización hemos avanzado. Priorizamos los libros relacionados con Camagüey, añade Mayoli, pero no tenemos computadoras ni los equipos necesarios para escanear grandes volúmenes; por eso no se ha podido ir al rescate del periódico El Camagüeyano, por ejemplo”.
La existencia de la Sala de Fondos Raros y Valiosos constituye un pilar fundamental para nuestra memoria histórica. En ella se deposita toda la vida social y económica de la provincia, sucesos cotidianos, fondos protocolares, tribunales, instituciones diversas, empresas, escritores, políticos, patriotas y publicaciones en general.
No relacionamos a Don Pedro Alcántara Téllez por el solo hecho de haber fundado el Archivo Nacional de Cuba hace 180 años, sino por haber tenido en cuenta desde el inicio que los funcionarios a cargo de la institución y según sus instrucciones, reunieran documentos raros y de valor como reales tesoros de la Historia. He ahí la primera piedra del Archivo Histórico Provincial de Camagüey y de la sala de Fondos Raros y Valiosos de la Biblioteca Provincial Julio Antonio Mella.
Orientó recientemente el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, al chequear el Programa de Memoria Histórica.Este tema forma parte permanente de la agenda de trabajo del Gobierno en el país, una muestra inequívoca de su prio-ridad. La obsolescencia de tecnologías, la falta de recursos para digitalizar y el mal estado constructivo de los inmuebles, unido al desconocimiento acerca de la importancia de la la-bor archivística y de preservación entre algunos directivos de diversas instituciones, son problemas comunes en casi todos los territorios del país, según ha trescendido en esos encuentros. |