CAMAGÜEY.- Cada jornada impregna nuevos retos, pero en el centro de elaboración Santa Rosa, de la Empresa Provincial de Abastecimiento al Comercio (EPAC), las espinas no hallan espacio, y crece cotidianamente el propósito de surtir alimentos para sus distintos mercados.
Allí, el reposo, es un lujo que ellos esquivan.
El 2020 impuso más rigores, exacerbados por las restricciones derivadas de la actual pandemia, las que han sido sorteadas por la búsqueda constante de alternativas que espanten los fantasmas nada irreales de las muchas carencias materiales. En este largo periodo, sus aportes fueron considerables, y ni las tormentas asociadas a los protocolos sanitarios disminuyeron el deseo de aportar alimentos para el pueblo.
PRODUCCIÓN-CALIDAD... CALIDAD-PRODUCCIÓN
Una máxima reina en el entorno: no puede irse ninguna elaboración sin apegarse a indicadores indispensables de acabado. Y para ello, el día a día sirve de permanente "taller de creación".
La marcha les deja nuevas experiencias, y un abanico mayor de proyección, sobre todo en la incorporación de líneas de producción insospechadas en otros momentos, pues su "perfil" habitual es el área de los cárnicos.
La reorientación, o mejor, la expansión hacia otras vertientes, lleva el necesario concurso del criterio de personas con años de oficio como Luis Pardo Ramos, quien, con más de una década en distintas responsabilidades en el centro, es el actual jefe de producción.
"Habitualmente valoramos las existencias, y solo asumimos compromisos de entrega sobre la base de que todos los componentes estén. Apremios hay todos los días, pero en esos casos buscamos sustitutos que no afecten la conformación. El día antes realizamos un análisis de qué tenemos, y qué podemos asumir en ese caso".
Marialina Nápoles, la ingeniera química, es presencia permanente, pues atiende el área de la calidad. "Pesquisamos la calidad de las materias primas, hacemos una discusión interna de lo que procesaremos, y cualquier cuestión la evaluamos con el colectivo, donde priman los deseos de hacer las cosas bien. La ventaja de colegiar, de analizar cada paso es que evita inconformidades. Además, durante el proceso se le da seguimiento al cumplimiento estricto de las dosificaciones, pues de lo contrario podemos afectar su terminación, e irrespetar a nuestros clientes".
COLECTIVO PEQUEÑO... COLECTIVO GRANDE
Estaban enfrascados en prepararse para despojar de su traje verde a una buena carga de fruta bomba. Poco a poco, la siempre gustada fruta iba quedando lista para una de sus muchas opciones incorporadas: el dulce en almíbar.
Cerca anda Alexander Frías, secretario de la sección sindical, siempre presto a apoyar donde el trabajo requiera de manos adicionales.
"Somos apenas 18 trabajadores, todos con una alta disposición a trabajar las horas necesarias. Esa es una garantía de cumplir planes, de entregar más alimentos, y de ir diversificando lo que hacemos. Acá el sentido de pertenencia es alto, y eso constituye una garantía. Nuestra gente es disciplinada, preocupada por hacer las cosas bien, y el hecho de atender adecuadamente las necesidades del colectivo impide que tengamos hechos delictivos, porque es una premisa diaria evaluar las preocupaciones individuales y colectivas y entre todos, buscarle posibles soluciones".
La emulación es otro factor interno que los distingue. No pasan por alto los cumpleaños, hay una permanente preocupación por la alimentación de los trabajadores, y una tendencia constante a colegiar decisiones en las que un momento dado tenga incidencia sobre todos.
"Es importante resaltar el control. Sin su aplicación es imposible tener resultados. Durante los meses duros de la pandemia, no tuvimos afectados por esa situación, y asumimos con gran responsabilidad la salud de los trabajadores, velamos porque se cumplieran los protocolos. Y eso dio resultados".
AHUYENTAR FANTASMAS
El año 2020 fue pródigo en carencias, y una permanente carrera llena de obstáculos. A poco iban apareciendo uno tras otro los inconvenientes, pero según Carlos Matos Rodríguez, el administrador, el interés de salir adelante "ganó la competencia".
"Tuvimos momentos de paradas obligatorias", refirió, pero quizás ese deseo incombustible de superar las barreras objetivas, los llevaba a regresar al camino de entregar alimentos, en circunstancias especiales, más para un mercado exigente y aun insatisfecho.
"Este tiempo ha sido una escuela, pues no solamente entregamos producciones a nuestro encargo social que son 14 unidades en todo el municipio de Camagüey, y varios puntos de ventas en Arroyón, Jardines de la Tínima, La Tinajita y Jayamá. Además, llegamos a lugares de difícil acceso aun en medio de la COVID-19, hasta con producciones alternativas".
En ese menú, el administrativo relaciona las croquetas, la yuca y el plátano rellenos, dulces en almíbar, encurtidos... No hay manos cruzadas. Se prepararon para hacer casabe, y aparecieron además el puré de tomate y las mermeladas.
En este periodo no faltaron iniciativas para reactivar algunos equipos de una muy obsoleta tecnología, gracias al esfuerzo de los propios obreros. Ejemplo de eso es la despulpadora.
Marcha también el encadenamiento. "Tenemos relaciones contractuales con varias entidades no solo del municipio cabecera, y también estimulamos la autogestión".
Entre las limitaciones presentes está la carencia de colorantes, y algunos productos químicos, y otros insumos para embutidos, algo que pudiera tener viabilidad en la medida que se fortalezcan los lazos interestatales.
No obstante, la voluntad, hasta donde es posible, les permite mantener su flujo constante, única forma de ahuyentar las sombras de las restricciones.
Es que, sin dudas, en Santa Rosa han aprendido a espantar fantasmas.