CAMAGÜEY.- El lunes pasado le cambiaron las entrañas al hospital militar Octavio de la Concepción y la Pedraja: llegó el momento del reemplazo para los 118 miembros del personal sanitario a cargo de los primeros pacientes de COVID-19 de Ciego de Ávila y Camagüey, como dicta el protocolo establecido. La primera línea de combate, como les gusta decir a los “combatientes” de dicha institución recibió nuevos efectivos para continuar la excelente labor realizada hasta el momento. Ahora les corresponden dos cuarentenas, la primera en el Hotel Camagüeyano de las FAR.
Durante las guardias del equipo saliente, ninguno de los más de 40 casos positivos tuvo un final fatídico (al día siguiente del relevo, la muerte de una señora del municipio avileño de Morón les llenaría de luto).
“A partir de las nueve de la noche del 23 de marzo recibimos las primeras remisiones y trabajamos toda la madrugada en sus ingresos. Aquella jornada inicial resultó muy agotadora física y psicológicamente. Los uniformes y los medios de protección nos cansan mucho, y no nos caracteriza guardar tanta distancia de los pacientes”, cuenta la especialista en Medicina Interna Leyanet Castillo.
La santacruceña de 28 años atendió a los casos sospechosos: “En el trabajo de ese salón se corre el riesgo de que alguien se confíe y cometa una imprudencia menos usual cuando tienes pacientes positivos. Para extremar las medidas siempre los traté como tales, aunque deseaba que ninguno portara el virus. A todos les realicé el hemograma, el conteo de plaquetas y el PCR para determinar el estado; luego, cuando llegaron los test rápidos, los clasificábamos mejor”.
En el procedimiento médico, el servicio de radiología entra en acción enseguida. De ahí la importancia de la pericia de Marlene Prieto, licenciada en Imagenología, y sus colegas Kaleny Caballero y Reinier Cabrera.
“A cada paciente le hacíamos rayos X de tórax para que la comisión de expertos pudiera analizar su estado y dirigir el tratamiento. A los menores, casi todos los días les realizábamos ‘placas’ porque tienen más rápida evolución radiológica, y de igual manera actuábamos con los casos más graves para determinar las lesiones pulmonares y en las bases”, especifica Marlene, quien llegó a su aniversario 56 sin cake, pero con la satisfacción de sentirse valiosa.
“Trabajé en Angola con enfermos de malaria y otras patologías complicadas, pero en mis 35 años de experiencia no me había enfrentado a algo así. Recién viví dos semanas muy duras y ahora trato de relajarme un poco, pero es difícil. Quiero volver con mi familia, pero no significar un riesgo para ellos”.
Si grande vio el reto la tan experimentada profesional, imaginen su dimensión para la especialista en Pediatría Giselle Stable, de apenas 27 calendarios. Mas su voz trasluce seguridad: “Recibí casi a una decena de niños, entre los positivos y los hijos de positivos. La mayoría se portaba bien, porque la inocencia de la edad no les alcanzaba para entender el riesgo y eso facilita todo. Sin embargo, también los tuvimos muy aprensivos”, recuerda, y en ese punto la mirada se pierde, como de vuelta a “sus” pequeños.
“Todos se mantuvieron asintomáticos y eso nos obligaba a estar más atentos a su evolución y practicarles exámenes complementarios constantemente. Por fortuna esta enfermedad no los afecta como a los adultos, y nuestros casos, por ejemplo, evolucionaron de manera favorable. La novedosa patología me obligó a superarme desde el punto de vista teórico todos los días con el fin de no cometer errores prácticos. En ello contribuyeron mis colegas de mayor aval, porque cuando las decisiones se toman en equipo, todo sale mejor”.
La Pediatra Giselle Stable y técnica en enfermería Beatriz ÁlvarezOtras caras nuevas brillan entre el gran grupo de profesionales de prestigio que integran el staff del “Militar”. Para la técnica en enfermería de 25 años Beatriz Álvarez, “la tensión fue mucha, porque el personal de enfermería está más cerca de los pacientes. En mi sala, de 35 capacidades, se cubrieron hasta 33. Imagínese la dinámica. Gracias a la preparación constante, nuestro actuar resultó efectivo. Este tipo de coronavirus se desarrolla de manera abrupta y requiere de una vigilancia muy próxima. Experimenté momentos difíciles, pero nunca olvidaré las expresiones de los primeros pacientes de alta. Ellos y nosotros demostramos que sí se puede salir de esto”.
Dayexi Luis, otra joven del team de enfermería, cumplió sus 26 este jueves, y su mejor regalo fue el aplauso de millones de cubanos que a las nueve de la noche la felicitaron “de carambola”.
A ella le avergüenza hablar a la prensa, pero ante tanta insistencia nos dejó unas pocas oraciones que resultaron cierre perfecto:
“No se pudo celebrar. Ya habrá tiempo. Ahora lo importante es vivir. Mi profesión me ha dado una oportunidad única, y la seguridad de haber hecho la mejor elección de mi vida. Ojalá que no fuera necesario, pero ya estamos listas para volver”.