CAMAGÜEY.- A estas palabras pareciera que les falta la voz del periodista; sin embargo, no hay mejor manera para valorar el timbre de alguien que en su ejemplo y su obra; y es Miguel Febles Hernández un artesano de lo primero y un celador de lo segundo, no para exponerlo en vitrina sino para callarlo.
A Miguel Ángel, como reza su carné de identidad, los más jóvenes colegas lo hemos ido descubriendo en la marcha (y quizás es esa la primera enseñanza que nos da a todos: aprender a mirar), viéndolo hacer: Su puntualidad inglesa, su disciplina casi estoica, aprendida en los años de carrera militar, la agenda impoluta llena de trazos moldeados y parejos hasta la tranquilidad con la que asume la fiebre que provoca una cobertura desde la última silla, sin cercar al entrevistado, la hábil contrastación de los datos, la serenidad con que organiza en el camino las notas casi convertidas en género periodístico.
Incluso así, después de conocer sus orígenes de academia es un privilegio ponerles rostro a muchos de los textos sobre la contienda en Cuito Cuanavale, y a buena parte de lo que se relató entre 1986 y 1988 sobre la participación de los cubanos en la liberación de Angola, para ello estuvo en maniobras, operaciones de traslado de fuerzas y medios de combate, caravanas y otras misiones combativas.
Hasta que fue licenciado del Servicio Militar Activo, Febles había escrito para los periódicos Combatiente, órgano oficial del Ejército Oriental con sede en Santiago de Cuba, y Bastión y la revista Verde Olivo; además, fue enviado en misión de trabajo en 1984 a la República Democrática Alemana, y recibió la distinción Servicio Distinguido en las FAR, las medallas Combatiente Internacionalista de Primera Clase, Por la defensa de Cuito Cuanavale y Por la Victoria Cuba-RPA, entre otras.
Luego continuó la construcción del periodista entero que es, como le llamó una colega una vez. Trabajó en la Dirección Provincial de Radio de Camagüey y fue Jefe de Redacción, Jefe de Información y Subdirector de Información. Dirigió el periódico Adelante, laboró en Radio Camagüey y se jubiló (pero no se retiró) como corresponsal del periódico Granma.
Su hondura está en su sencillez, en la ausencia de hojarasca en sus textos, en la limpieza de su palabra y de su obra, en su capacidad para hablarte de la voluntad hidráulica, el desarrollo ganadero, los polos científicos y la cultura sin pretender sentarte cátedra.
La rectitud en su actuar ha sido la medida en que ha evaluado a los demás en sus distintas responsabilidades, un acto de crecimiento para el subordinado que quiso ser mejor y una prueba más de la integridad de su carácter al saber desligar la fraternidad de lo justo.
A estas líneas parece que les falta la voz de Febles, y en la historia de quien ha preferido que otros brillen primero, se intuye su negativa al protagonismo, pero 44 años de ejercicio profesional hablan por él.
Solo espero que “mi Director”, como le llamo en señal de admiración y respeto por su legado, me perdone estos párrafos que se empeñará en no merecer y cuya mayor deuda, estoy segura, es la de no aquilatar la valía de quien en su humildad ha servido revolucionariamente al periodismo cubano.