CAMAGÜEY.- La buena luz y el ruido de la calle caracterizan el ambiente del pequeño estudio, oloroso a papel y café. En las paredes hay fotos de los nietos y los hijos, de la familia toda. Son recuerdos que renuevan su figura ya malgastada por los años. Muchos libros, perfectamente ordenados, se encuentran en las estanterías. Cada volumen aguarda el momento de ser tocado, abierto, leído, para entregar sus tesoros a quien es un fiel amante de la lectura: Roberto Pareta Beltrán.
A él lo encontramos listo para la entrevista, sentado junto a su escritorio, con el rostro iluminado por una lámpara fluorescente y rodeado de muchísimos premios. Pareta ha plasmado el poder y la magia del diseño gráfico sobre algunas de las más bellas páginas de revistas y diarios de nuestro país. Es también un maestro que cuenta entre sus virtudes la de ser un excelente conversador.
— ¿Cómo se convirtió en diseñador gráfico?
— Durante mi Servicio Militar tuve la oportunidad de trabajar como dibujante del Estado Mayor de la Artillería en La Habana, por lo que pude mejorar mis destrezas en el dibujo. Luego, en los años 1972 y 1973 estudié en la Academia San Alejandro, pero no concluí el último año porque terminó esa etapa militar. Entre mis pretensiones estaba acabar tercer año acá en Camagüey, pero ya estaba pasado en la edad y entonces realicé las pruebas para ingresar en el taller de diseño de la unidad de propaganda del Partido Comunista de Cuba.
“Allí, con el paso del tiempo, mi trabajo comenzó a ser reconocido. Fui mejorando poco a poco hasta alcanzar la categoría de diseñador gráfico; y entre los años 1980 y 1998 dirigí el taller —una tarea dura, pero a partir de cual adquirí muchísimos conocimientos. Esta labor también la compartí con la presidencia de la Asociación Cubana de Publicitarios y Propagandistas, desde 1992 hasta 2005. La verdad es que hacía muchas cosas, pero podía; la juventud te permite llevar de la mano los deseos y la realidad”.
— ¿Quién ha sido la influencia más importante para desarrollar su profesión?
— Armando Bonet González, mi amigo y maestro. Cuando entré al taller de diseño, él era el jefe y me acogió como su discípulo. Con el tiempo nos unieron lazos más allá de lo profesional. Fue un placer compartir con él durante esa etapa de mi vida hasta que lamentablemente falleció hace algunos años. Sin duda alguna fue quien más influyó en mi trabajo.
— Entre los trabajos que ha hecho hasta el momento, ¿de cuáles se siente más orgulloso?
— Podría hablarte de tres, aunque uno de ellos sobresale. Curiosamente, la motivación para todos fue la misma: la fecha del 26 de julio. Y aunque se pueda pensar que es fácil porque ya existía un antecedente, resultó todo lo contrario, pues a partir de un mismo objetivo tuve que crear algo nuevo en tres contextos diferentes. Definitivamente, el diseño de 1989 es el que más me ha marcado.
— Usted ha creado diseños para revistas, periódicos, campañas publicitarias…. ¿Qué diferencias hay entre ellos?
— El diseñador gráfico puede trabajar cualquier tipo de temática. Vamos a ubicarnos en tres grandes campos: propaganda, publicidad y campañas de bien público. Para todos estos hay elementos comunes; por ejemplo, se trabaja con los mismos elementos: la imagen, el color, la tipografía. Hay que tener en cuenta los medios de comunicación que se emplean, los soportes en los cuales se plasman, las técnicas…. Y por otra parte, lo que los hace diferentes son sus objetivos. En resumen, un diseñador puede incursionar en cualquiera de estos campos, siempre que tenga los conocimientos, la experiencia y las habilidades necesarias.
— ¿En cuál técnica se siente más cómodo?
— Puedo decir que aunque ya no está de moda, la serigrafía es una de mis preferidas. La mayor parte de mi trabajo fue para impresos en serigrafía.
De ella aprecio que la calidad de la impresión, la brillantez de los colores y la solidez de estos a la hora de reflejarse sobre el papel dan un mejor acabado y se logra impactar más en la atención de los receptores. Con esto no les quito importancia a las demás técnicas de reproducción, pero sí remarco el nivel artístico de la serigrafía.
— Desde su posición de profesor y diseñador gráfico, ¿qué importancia le concede a la enseñanza de esta profesión?
— Para las nuevas generaciones, es primordial. En todo hay diseño: en lo que vistes y calzas, donde duermes... Todo, o casi todo, es producto del diseño. No solo tiene utilidad para quienes se dedicarán profesionalmente a diseñar. Su aprendizaje y ejercicio contribuyen a crear mejores condiciones de vida y a elaborar mejores productos que satisfagan a los seres humanos.
— Algún consejo para los estudiantes de diseño...
— Que estudien y aprovechen el tiempo. No digo que no se diviertan, que no vayan a fiestas, que no disfruten; porque esa es la edad de hacerlo, todos fuimos jóvenes. Pero sí que le dediquen tiempo a los asuntos que puedan facilitarles su futuro como profesionales.