CAMAGÜEY.- Pocas horas antes de que el mundo celebrara el Día de los Derechos Humanos, Donald Trump hizo de las suyas en contraposición con el espíritu de la Declaración Universal, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, la cual proclama sus principios como “un ideal común para todos los pueblos y naciones”.
¿Trump considera que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana? NO. Él es de las personas que menosprecia y desconoce los derechos humanos, promueve actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, subestima en grado superlativo el régimen de Derecho y qué decir de las relaciones amistosas entre las naciones, las niega, perfil evidente de su política exterior actual.
A la luz de nuestros días y remitiéndonos al espíritu al artículo tres de esa declaración, quién puede creer que el actual presidente norteamericano cumpla con el precepto de que “todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”.
Aplaude que la matanza que se ejecuta en Bolivia y Chile, por citar solo estos dos ejemplos, se realizan en nombre de la democracia, entendido por los hombres de bien como la filosofía hitleriana y de su ideólogo Joseph Goebbels, de que una mentira repetida muchas veces se convierte en “verdad”.
Y es lo que trata de fabricar Trump con el triángulo de Cuba, Venezuela y Nicaragua, naciones que sí cumplen con los derechos humanos, sometidos, hoy por hoy, a una feroz campaña difamatoria que él solo cree y su acólitos.
Trump se imagina que todos los norteamericanos piensan como él. Conozco allí a quienes lo aborrecen y lo califican del peor presidente que ha tenido Estados Unidos.
Pero es que su política hostil no solo afecta a los cubanos, sino a los propios ciudadanos de ese país. Contradictoriamente hablando de derechos humanos, Trump fijó el 10 de diciembre como fecha tope, para que líneas aéreas norteamericanas realicen viajes a aeropuertos cubanos, con excepción de la terminal de La Habana, irracional posición que niega el derecho de su pueblo a visitar Cuba.
Su administración amplía la persecución de barcos que traen combustible para Cuba. ¿Qué derecho tiene para tal barbaridad?
Los pueblos se van cansando y van ganando conciencia de que Trump opaca los derechos humanos, cuya adjetivación traducida a la lengua española significa que impide el paso a la luz. Su política es oscura y sombría.