CAMAGÜEY.- Este #JulioDeVictorias rememora año tras año la gesta valerosa del 26 rojo y negro de la rebeldía. Son ya 66 años de aquella mañana de la Santa Ana cuando un grupo de jóvenes y valerosos cubanos encontraron en las armas la única vía para construir una Patria distinta, una Cuba “con todos y para el bien de todos” como ya nos había señalado Martí.
Transformar los problemas de la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo, la educación y la salud del pueblo, junto a la imperiosa necesidad de conquistar las libertades públicas y la democracia política, fueron los sueños que guiaron el rumbo de quienes el 26 de julio de 1953 se lo “jugaron” todo en los asaltos a los cuarteles Guillermón Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente.
Las aspiraciones de entonces se convirtieron en el ABC de la Revolución triunfante en enero de 1959. Seis décadas después del triunfo son incuestionables los avances en la mayoría de los principios del Programa del Moncada, allí están las esferas de la salud y la educación o las políticas de la tierra como conquistas irrefutables. La mejora en cuanto a la situación de la vivienda es, como lo ha reconocido la propia generación histórica del país, el área en la que menos se ha avanzado; de allí que constituya una de las prioridades actuales del Gobierno en la Isla.
“Las grandes conquistas de la Revolución” (educación y salud) allí están y son ejemplo para muchos países del mundo, lo que no significa que sean perfectos e incuestionables. En este tiempo que vive Cuba, marcado por las serias dificultades económicas -propiciadas por las presiones y bloqueos externos y por las deficiencias internas- y los retos ideológicos, necesita, tal vez como nunca, que todos sus hombres y mujeres aporten en la construcción del país.
Qué diferente fuera este archipiélago si cada uno de nosotros en el lugarcito donde laboramos entregáramos lo mejor en cada jornada. Pienso entonces en la salud pública, por ejemplo, donde sus desafíos no son solo la carencia de medicamentos o insumos, sino que sus profesionales, lo mismo en un hospital, consultorio o policlínico, presten el mejor servicio. ¿Cómo entender que existan médicos que sean capaces de ir a los lugares más intrincados del planeta a hacer su trabajo y que aquí dentro maltraten a su paisano?
Un tanto parecido ocurre en la educación, donde la familia cubana demanda que los maestros de sus hijos, sobrinos y nietos, tengan mejor preparación integral, que no solo enseñen las materias, sino que eduquen y sean ejemplo. La tierra también tiene asignaturas pendientes. Mucha maleza hay a lo largo y ancho del país, tanto en áreas que son responsabilidad de las empresas estatales como en otras que se entregaron en usufructo gratuito y hoy son el imperio del marabú.
Virarse para la tierra es una urgencia, para producir esos alimentos que tanto necesita el pueblo, para sustituir importaciones y generar exportaciones. Ello depende de todos, no solo de los campesinos y trabajadores agrícolas (máximos responsables), sino de aprovechar cada pedazo, ya sea el patio o el jardín, para sembrar. Es necesario rescatar el amor a la tierra y al trabajo.
En cada uno de los seis puntos fundamentales de los cuales habló Fidel, hay acciones que dependen de los recursos y voluntades que la dirección del país ponga en ellos, pero hay otras muchas que son muy subjetivas y que deciden también la satisfacción y calidad de vida del pueblo.
¿Qué sociedad queremos? Sin dudas una por y para los humildes, donde se pondere el ser y no el tener, la soberanía y no el sometimiento, la cultura y no la banalidad, la solidaridad y no el individualismo, el patriotismo y no la imposición extranjera. Queremos una sociedad próspera y sustentable.
Para ello, como nos dijo nuestro presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez en su discurso durante la clausura del Tercer Periodo Ordinario de Sesiones de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular el pasado 13 de julio:
“Tenemos que perder el mal hábito de creer que todas las soluciones vendrán de arriba. Si de verdad entendemos la necesidad de un cambio de mentalidad, entonces podremos cooperar todos proponiendo soluciones a nuestros problemas, algunas para ahora mismo y otras para más adelante, pero siempre en función de mejorar la calidad de vida del pueblo”.
Díaz-Canel resumió en una frase genial uno de los principales desafíos que enfrenta hoy la sociedad cubana en su conjunto, desde el obrero y la ama de casa, hasta funcionarios políticos y gubernamentales: “pensar como país”, allí está la clave para construir nuestra #CubaIslaBella.
Efectivamente, pensar como país, pensar Cuba, es que todos nos entreguemos en cuerpo y alma al servicio de la nación, sacando el mayor provecho de la fuerza más formidable y poderosa de la Revolución: la Unidad. #SomosCuba #SomosContinuidad pic.twitter.com/WzIx8jTdot
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) 14 de julio de 2019