No es un secreto, en Cuba vivimos de Moncada en Moncada. Sí, en 1953 las armas allanaron el camino, anunciaron lo que estaba por venir: la juventud, la del Centenario, la martiana, avivó el fuego que prendió Céspedes en 1868 y una vez más la independencia absoluta fue la bandera. En Santiago los muros pueden contar la historia, la desgarradora que ocurría adentro y la luz que a proyectil y escudo humano se abría desde la posta 3 para no apagarse más.