CAMAGÜEY- A las puertas de un salón de operaciones el tiempo pasa ralo. Incluso frente al del centro de nefrología del hospital clínico-quirúrgico Manuel Ascunce Domenech, la escena tiene una pasmosidad que pone en alerta. Desde un cómodo sofá se pueden ver a las enfermeras de la sala preparar las historias y conversar sobre el orden y la limpieza de los medicamentos, una hija ayudar al padre a sostenerse con un bastón y tres pacientes esperar en los sillones a que llegue su médico de la entrega de guardia… los residentes comienzan a revisar documentos y solo una voz se alza por sobre las otras: “ve preparando a la cama 2”.

Unos minutos después, una camilla chirrea a mi espalda y el golpe de la puerta del salón indica que en la cama 2 estaba la santiaguera que recibiría un acceso vascular permanente, la razón de nuestro amanecer en el hospital. “Es una cirugía muy difícil y compleja. En la literatura médica se le llama la línea de vida porque se utiliza en pacientes que tienen agotamiento vascular, cuando otros actos similares han fracasado y esta resulta la única opción para mantenerlos con vida.

 “El proceder es un acceso vascular permanente protésico para hemodiálisis. Existen los autólogos, que se hacen con los vasos de la persona, y existen los protésicos, que aparecen a partir de la década de 1970. Los primeros son los más recomendables, por duraderos, aquí mismo hay pacientes que los tienen hace más de 17 años; pero cuando ya no quedan muchas opciones o se diagnostica tardíamente la enfermedad la opción es la prótesis a partir de un material de elevada calidad y durabilidad que permite realizar la hemodiálisis tres veces a la semana.

El uso de implantes protésicos de politetrafluoroetileno en la cirugía de acceso vascular (AV) para hemodiálisis es una alternativa de primera elección cuando fracasan los métodos convencionales.

El objetivo de la cirugía de los AV es aportar el acceso más duradero, que permita una diálisis más eficaz, y prevenir y tratar sus complicaciones de la forma que menos interrumpa la diálisis rutinaria. El AV ideal debe permitir el abordaje seguro y continuado del sistema vascular, proporcionar flujos suficientes para suministrar la dosis de hemodiálisis programada y carecer de complicaciones 

De todos los materiales disponibles para la realización de los AV protésicos, el politetrafluoroetileno (PTFE), cuyos primeros estudios datan de hace tres décadas, es el que comparativamente ha demostrado menores complicaciones y mayor permeabilidad. 

Una vez implantada la prótesis se esperan 21 días para iniciar el abordaje, en espera de la resolución del proceso inflamatorio en la zona, lo que permite puncionarlo precozmente tras la implantación.

 

 “La mayoría de las patentes para estos dispositivos son norteamericanas. Adquirirlas y traerlas a Cuba se convierte en una odisea y encarece mucho el producto, que cuesta más de 2 000 dólares, y la operación en sí misma tiene un costo de 10 000. Aquí todo ese gasto lo asume el Estado y le permite a los enfermos aspirar a una calidad de vida adecuada en su régimen dialítico. “La especialización del equipo quirúrgico es fundamental —asegura el Dr. Raúl Romay Buitrago, cirujano vascular. En el de la cirugía de trasplante renal en Camagüey, conformado por especialistas en Angiología, Anestesiología, enfermeras instrumentistas, logramos un engranaje perfecto.

“Esta es una actividad priorizada a la que le garantizan los recursos por la alta sensibilidad de los pacientes, prácticamente en toda la pandemia de la COVID-19 nuestro modesto salón no cerró y hoy se revitaliza el programa de trasplante renal. La elevada profesionalidad de todos los especialistas del nefrocentro permite que sea un servicio de excelencia a nivel nacional por lo que recibimos pacientes desde Ciego de Ávila hasta Las Tunas”. En el filtro, mientras cambiábamos nuestras ropas por las sanitarias, el equipo médico ponía en contexto al equipo de prensa que curiosearía en una operación que en manos inexpertas podría durar hasta cuatro horas.

La puerta entreabierta dejaba pasar los olores estériles, el sonido inconfundible del soporte vital y la voz de la Dra. Elvia Galindo, especialista en Anestesiología: “piensa en algo bonito para dormirte”, instintivamente yo lo pensé también antes de entrar. Una hora después, el apretón de manos entre los doctores Romay y Vladimir Ibarra, especialista en Angiología, y la “seño” Yuneisy Rodríguez, enfermera instrumentista, sellaban el resultado “perfecto, perfecto” de la colocación de una prótesis que permitiría el flujo de la sangre y de la vida de Loreinis Almaguer Cruz, de 51 años.

Durante esos 60 minutos Bertha Ortega, jefa de salón, caminaba de un lado a otro llevando suturas, gasa… y a ratos miraba el campo quirúrgico y nos traducía las imágenes al tiempo que aseguraba ya no estar para estos trotes con 41 años de trabajo, pero su sonrisa hasta los ojos aseguraba lo contrario. Liuba Bueno, la técnica en anestesia, no se separó del lado de la enferma y de la Dra. Elvia, quien aseguró que la adrenalina solo se le controla después de lograr entubar al paciente “el trabajo nuestro es como el despegue de un avión hasta que no están las vías aseguradas no hay tranquilidad, mientras tanto su respiración está en mis manos”.

Este servicio de Nefrología es uno de los más amplios del país y atiende a 145 pacientes en régimen de hemodiálisis, 15 de diálisis peritonial y 41 transplantados, todos en los estadios 4 y 5 de la enfermedad renal. Su personal realiza interconsultas en todas las unidades del hospital y brinda tratamiento depurador a los pacientes que lo requieran, no solo a los crónicos sino a los agudos, aquellos que presentan una lesión renal reversible. Por su elevado prestigio llegan casos de Holguín, Guantánamo y La Habana.

De esta última provincia es Tomás Arteaga Díaz, licenciado en Enfermería, quien está en hemodiálisis hace 25 años y luego de recibir dos transplantes su centro médico de cabecera no le daba muchas opciones de estabilidad para su cuadro de agotamiento vascular. Él, y su esposa Thalía Línea Sotolongo, resultan los mejores voceros de este team médico:

“Aquí siempre le van a dar una posibilidad de mejoría, no solo la opción de un catéter, con todos los riesgos que eso implica. Lo que usted necesite el equipo del Dr. Romay se lo puede garantizar, yo he ganado al menos 10 años más de vida, y sobre todo se agradece sus maneras, su humanidad. Con ellos siempre hay esperanza”. Y este, sin dudas, es el pensamiento más “bonito” al que puede aspirarse.