CAMAGÜEY.- La herencia heteropatriarcal nos ha traído a un contexto en el que persisten inequidades y silencios. El escenario rural no se halla exento de esta realidad, en el que algunas personas avanzan más que otras, sobre todo en situaciones de crisis; y en este, las mujeres se han visto históricamente en posiciones de desventaja, en relación a la representatividad en los diferentes espacios. ¿Por qué es necesario promover la participación y el liderazgo transformador femeninos, en particular, en el sector agropecuario?

Yohanka Valdés Jiménez, Coordinadora de Programa Oxfam para el trabajo sobre igualdad de género y derechos de las mujeres, comparte algunas pistas:

“Se trata de un asunto de justicia social, no se puede pensar en una sociedad justa si no se mejoran las condiciones de vida y sociales, así como la visibilidad política de las mujeres rurales. En la medida que se cierren las brechas de género, además, se contribuye al desarrollo del país y de las familias. Por tanto, la promoción de la participación y el liderazgo de las mujeres en sentido general, constituye un tema de justicia y de bienestar, donde la equidad debe ser el centro para aspirar a un desarrollo sostenible y resiliente y donde se respeten los derechos de todas las personas”.

Las mujeres rurales y vinculadas al sector de la agricultura tienen contribuciones tangibles a la economía, a la sociedad y a la sostenibilidad de la vida, si bien aún no son suficientemente visibilizadas.

“Resulta necesario potenciar su liderazgo, ellas puedan construir junto con otras y otros, alternativas favorables a la igualdad de género. Para esto es imprescindible un cambio cultural –resalta la especialista- porque estos desbalances tienen su base en una construcción sociocultural muy arraigada que perpetúa esa desigualdad. Y cuando se habla de liderazgo transformador de las mujeres se refiere a cambiar patrones y prácticas machistas que hoy sostienen las inequidades”.

Ellas merecen visibilización y acompañamiento en sus procesos de transformación.Ellas merecen visibilización y acompañamiento en sus procesos de transformación.

LAS BRECHAS

Varias brechas de género refuerzan la pertinencia de continuar impulsando políticas y acciones por la igualdad y equidad de género en el ámbito rural y en el sector agropecuario. Aunque se pueden observar en las estadísticas, estos sesgos se hallan sustentados por imaginarios, normas y concepciones convencionales.

La distribución desigual del trabajo resulta una de ellas. Las mujeres cubanas constituyen el 13 por ciento de los más de 500 mil cooperativistas y el 33 por ciento de los más de 300 mil integrantes de empresas agropecuarias.

“Los hombres se ven, por lo general, asociados a la labor productiva, a la generación de ingresos, la cual tiene mayor reconocimiento público. En cambio, las mujeres, se continúan vinculando con una carga importante del trabajo reproductivo. Todavía existe una limitada participación de las mujeres en el sector de la agricultura; no obstante, ellas participan de disímiles maneras y no son reconocidas como tal. El acceso al empleo y a espacios asociativos como las cooperativas es un derecho y si ellas no están ahí, se hallan en desventaja en el ejercicio de sus derechos. Y la distancia es mayor aún –acota Yohanka Valdés Jiménez- cuando se trata de los puestos de dirección, los cuales se hallan vinculados a la toma de decisiones, pero también al acceso a recursos y a determinados espacios”.

La sobrecarga de las mujeres rurales en el trabajo doméstico y de cuidados resulta otra problemática a resaltar, pues delimita una brecha importante en términos económicos y de autonomía. Estas labores, unidas a la reproducción de la vida, limitan en gran medida el bienestar y desarrollo personal de ellas y su participación en los espacios de reconocimiento social. Además, genera dependencia, lo que, a su vez, puede constituir causa de violencia de género.

Las mujeres rurales tienen múltiples contribuciones a la producción de alimentos en Camagüey.Las mujeres rurales tienen múltiples contribuciones a la producción de alimentos en Camagüey.

¿CÓMO REDUCIRLAS?

El camino hacia el liderazgo femenino en el sector agropecuario se ha visto sustentado por un marco político y normativo, que tiene como bandera al Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres y la Estrategia de Género del Sistema de la Agricultura. El primero, con el objetivo de promover el avance de las mujeres y la igualdad de derechos, oportunidades y posibilidades y la segunda, como política ministerial y hoja de ruta para colocar en igualdad de condiciones a hombres y mujeres en el campo. Además, las asociaciones del sector: ACPA, ACTAF y ANAP cuentan también con Estrategias de Género.

Desde el Ministerio de la Agricultura, Julia Muriel, responsable del Departamento de Cuadros del MINAG, brinda algunos elementos sobre la Estrategia de Género del Sistema de la Agricultura.

“La estrategia fue aprobada en el 2015, actualizada en el 2021 y tendrá vigencia hasta el 2025. Alineada con el Programa de Adelanto de la Mujer y la Ley de Soberanía alimentaria, constituye una prioridad política y converge con la adopción en el país de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Hemos trabajado en cómo implementarla a través de una caja de herramientas que nos ofrece esa respuesta para cada una de sus líneas estratégicas. Reconocemos las necesidades y capacidades de las mujeres, las brechas que persisten en nuestro sector y conocemos las potencialidades de cada territorio para cerrar dichas brechas. Para ello, realizamos un trabajo articulado con la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y con el resto de las organizaciones que inciden en la implementación de la estrategia. En ese camino han jugado un papel preponderante los proyectos de colaboración, los cuales han generado capacidades productivas y realizado capacitaciones relacionadas con estas temáticas”.

Según el diagnóstico realizado por el proyecto CAPROCA en el 2022, al mismo pertenecen 482 socias de cooperativas en Jimaguayú y Guáimaro. De ellas, solo 57 ocupan puestos de dirección, lo cual representa un 11 %.

La secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas en Jimaguayú Yaneixis Figueredo Betancourt explica de qué forma esta organización propicia la participación de las mujeres rurales en dicho municipio.

“En nuestro territorio hemos dirigido acciones de trabajo para el desarrollo de las campesinas y nos sentimos muy orgullosas de las lideresas en esas áreas rurales. Hemos logrado la inserción de las mujeres campesinas en iniciativas locales y en proyectos con financiamiento internacional. Ellas, gracias a las formaciones de CAPROCA, por ejemplo, muestran mayor preparación, autovaloración y empoderamiento. Continuamente las visitamos, las apoyamos, identificamos sus necesidades, las guiamos en procesos legales y trámites bancarios. Nuestras productoras tienen gran protagonismo en la producción de alimentos y seguiremos a su lado para enfrentar cualquier forma de discriminación, vulnerabilidad y violencia”.

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Como parte de las acciones derivadas de la Estrategia de género del proyecto CAPROCA, se constituyeron los comités locales de género para acompañar activamente e impulsar los planes de acción por la igualdad en las cooperativas.

Lluly González Bacallao, miembro de la junta directiva de la CCS José Manuel Brito argumenta:

“Estos comités nos han enseñado a valorarnos a nosotras mismas, a dar nuestra opinión y a entender que tenemos los mismos derechos. También le da un espacio a las mujeres que necesitan ayuda y consejo en una situación de violencia”.

Hortensia Santos Cordero, campesina de la CCS Evelio Rodríguez en Jimaguayú, comparte su percepción sobre las transformaciones que han generado las acciones del comité en ellas y otras mujeres:

“Nos ha ayudado a ser verdaderas lideresas en nuestros territorios, nos ha hecho comprender que tenemos el derecho de ser respetadas y visibilizadas. Nuestros aportes también son importantes y somos capaces de manejar nuestras propias fincas y recursos. El comité y el proyecto nos han enseñado que podemos tomar nuestras propias decisiones, pensar y crear”.

La igualdad de género debe ser una apuesta del sector agroalimentario para generar cambios y transformaciones con pasos de avance y con las mujeres. Para ello se requiere una integración multiactoral en la promoción de políticas, leyes y estrategias, así como en la implementación de acciones afirmativas que aseguren relaciones equitativas en la actividad agropecuaria cubana.