CAMAGÜEY.- El 23 de mayo de 1963, un avión Britania de Cubana de Aviación transportó a Argelia 29 médicos, cuatro estomatólogos, 14 enfermeros y siete técnicos de la Salud. Se iniciaba así nuestra primera misión médica internacionalista; a solo tres años y cinco meses del triunfo de la Revolución, ya se mostraba lo que éramos capaces de hacer.
Casi 60 años después este archipiélago caribeño ha prestado sus servicios médicos a los más necesitados en África, América Latina y Asia. Lo mismo en condiciones normales que ante grandes desastres o epidemias, allí ha estado la medicina cubana.
Herederos de esa tradición iniciada en Argelia, brigada en la que habían dos camagüeyanos, son los 1 929 colaboradores que hacen grande el nombre de Cuba en 43 países, incluyendo a 98 agramontinos corajudos miembros de la Brigada Henry Reeve presentes en 17 países.
Mike Pompeo, exsecretario de Estado de Estados Unidos, los llamó esclavos, y es que a quien manda soldados a matar le es muy difícil entender que alguien mande médicos para salvar.
Diamaris Suárez González, jefa del departamento de Colaboración en la dirección provincial del sector, destacó que hay 40 colaboradores del territorio en la misma nación africana que recibió a los primeros cubanos hace 58 años.
Inspirados en ese ejemplo, los profesionales de la Salud de esta tierra no han dicho que no, ni siquiera en el último año, con las condiciones de una pandemia que cuesta vidas por horas y ante la cual el personal sanitario es muy susceptible a enfermarse.
“Incluso a quienes estaban esperando para salir a otras misiones, los hemos llamado para la Brigada y ninguno se ha negado, dejando atrás familias de las que nos ocupamos pero nunca es igual cuando se está lejos”, resaltó la doctora.
Dos años y dos meses duró aquella primera misión internacionalista. Con el regreso a Cuba el 23 de julio de 1965, se sembraba una semilla que ha germinado en el mundo, y por encima de todo por lo que han tenido que pasar, allí están salvando vidas con humanismo y sensibilidad.
Dra. Yamilé Gómez Guerra. Especialista en Medicina General Integral:
“Salí por primera vez en junio de 2020, en la Brigada Henry Reeve que fue a Qatar donde estuve seis meses. Nos fue muy difícil por el idioma. Los adultos mayores no saben inglés y la comunicación resultaba muy complicada. Tuvimos que inventar maneras de entendernos y superar esas barreras, pero no fue imposible. Había mucho riesgo, porque fuimos directamente a trabajar en la Zona Roja, y los cubanos damos una atención diferente a la de médicos de otros países. Nosotros examinamos y tocamos al paciente, indagamos por su estado, más allá de la enfermedad, y después no querían que los atendiera otro que no fuera cubano.
“La brigada se dividió, trabajamos en hospitales, en centros de cuarentena y otro grupo en el hospital cubano que hay en Qatar. A mí me tocó en lo que sería aquí un policlínico y luego me movieron para esa institución nuestra y que atendía pacientes con COVID-19. A las misiones en ese país nunca habían mandado especialistas en Medicina General Integral, con la ‘Henry Reeve’ lle-gamos los primeros.
“El protocolo es muy diferente y en seis meses cambió cuatro veces; los medicamentos eran completamente distintos y que no existen en Cuba. Hubo que estudiar y retroalimentarnos.
“Nos fue muy difícil también por las diferencias culturales, la forma de vestir constituye una barrera, nada más les ves los ojos, las doctoras solo atendíamos pacientes mujeres, y después de su recuperación ya no sabías más nada de ellas. Se hacía complicado, sobre todo para nosotras que los hombres nos aceptaran y se dejaran atender; estamos adaptadas a mirar a los hombres de frente y allá no podíamos hacerlo.
“La familia siempre se preocupa. Aquí quedaron mis padres que me pedían que me cuidara, pero estaban contentos de que cumpliera con el país. Además, nunca había estado tanto tiempo alejada de ellos. A pesar del sacrificio, es una experiencia única, que te marca para toda la vida y estoy agradecida por la oportunidad de vivirla”.
Dr. Wilfredo Bello Sánchez. Especialista en Medicina General Integral:
“Tengo siete misiones internacionalistas, tres de las que llaman cortas y cuatro largas. En Gambia, Paquistán, Bolivia, Brasil, México, y dos veces en Venezuela. De todas la más difícil fue Gambia, con condiciones muy adversas, sin agua, en un pequeño hospital rural, vimos enfermedades como fiebre amarilla, rabia, tétanos, me enfermé con paludismo.
“La de Paquistán también resultó muy compleja. Llegamos allá cuando el terremoto y montamos un hospital de campaña, tuvimos que adaptarnos a otra cultura, incluso aprender del Islam. Los niños son lo último en importancia, muy distinto a como es aquí, por ejemplo a la hora de comer, primero lo hacen los hombres, luego las mujeres y después los pequeños. En la frontera con Afganistán atendí heridos que eran talibanes y había que trabajar con mucho cuidado.
“En América Latina, estuve en los Andes de Bolivia, con los aborígenes, en condiciones intrincadas. En México, nos tocó un hospital militar en medio de la pandemia y los riesgos eran muy altos, además de que pasé trabajo con las comidas y el picante. Era un centro emergente, con salas enormes, de más de 100 camas, todos pacientes positivos a la COVID-19. Lo mismo te podías encontrar un asintomático al lado de alguien que se estaba muriendo, o sea, mal organizado. Los mexicanos, no tocaban al paciente, pero nosotros apostamos por la clínica; como la medicina cubana, humana, que toca al paciente quedan pocas en el mundo y ahora con la pandemia menos todavía.
“Los cubanos, por principios, por formación, llevamos el humanismo, la solidaridad y el internacionalismo a nuestro actuar como profesionales, ese también es el legado de Fidel.
“Las misiones internacionalistas me han hecho crecer como ser humano y como profesional, te enseñan a querer más tu país, pues comparas y ves que mucho de lo que sucede afuera, aquí no existe. Llegamos a lugares donde no saben ni que Cuba existe, porque la mayoría de nuestras brigadas van dirigidas a las poblaciones más pobres y de menor nivel cultural. Pero después terminan agradeciendo y queriendo saber más de Cuba y de los cubanos”.