Foto: Tomada de Juventud RebeldeCAMAGÜEY.- Esta es tierra de grandes escrituras y escritores. Quizás por esa certeza y esa condición, aquí nos empeñamos en preparar un espacio tan a la altura de nombres-hombres como los del escritor Eduardo Heras León (principal homenajeado de la Feria del Libro) y el lingüista Sergio Valdés Bernal. En el Centro de Interpretación Camagüey Ciudad Patrimonio sucedió el inicio de los eventos teóricos de la Feria en esta ciudad, desde este seis de marzo y hasta el día diez.
El muy camagüeyano y Premio Nacional de Literatura 2017, Luis Álvarez Álvarez, inició el conversatorio y movió el pensamiento sobre estos dos incansables de la cultura cubana. De limpiabotas callejero a Premio David de la Uneac con su primer libro La guerra tuvo seis nombres, Heras León fue trazando su peculiar estilo narrativo y el compromiso con la crítica social que le definen hasta hoy, a decir de Álvarez Álvarez.
Sobre esa misma cuerda coincidieron el resto de los panelistas: María Antonia Borroto, Evelin Queipo, Jorge Santos, Cira Romero, Raúl Aguiar, Hortensia Cosío. Porque más que cuentista, escritor, narrador y premio Nacional de Literatura 2014, el Chino, como le conocen, es maestro; de esos que “dejan huellas ante el paso indetenible del tiempo”, sentenció Luis.
Una de esas alumnas deslumbradas es la escritora camagüeyana Evelin Queipo. “Una nace el día en que conoce a un maestro, y más si te da coscorrones”. Por su palabra quedó convencida; ante su palabra y su sabiduría un discípulo no puede sino sentirse “semilla en el buche de la paloma”, confesó.
Por su parte la periodista y ensayista María Antonia Borroto resumió todas las respuestas con una interrogante: “?Cómo enseñar la literatura?” En Heras León, sin dudas, están nuestras maneras, reflexionó otra de sus alumnas.
Santos Caballero habló de un Chino Heras sensible que no se queda mudo ante expresiones tan “calladas” como el ballet. De su pluma, dijo, ha brotado mucho de lo mejor de crítica de ballet con que contamos. También su ingenio y su talento pueden pulsarse en lo formidable de su juego de ajedrez.
Mientras, Cira Romero evocó a “su” Eduardo Heras en las conexiones habaneras de una etapa y la “feliz abundancia de calamares”; en la complicidad, y en la amistad. A dos de los últimos textos del Chino conminó a los presentes. El libro de los elogios, y El libro de las presentaciones, “dos obras que se complemetan”, expresó. En el primero, dijo, “traza un mapa, más que elogioso, sentimental” sobre autores cubanos y extranjeros. En el segundo, el autor pone en evidencia su hechizo por el talento autoral, por la narrativa visceral con que otros le han encantado. “Son textos precisos, contundentes”, expresó.
De Sergio Valdés dijo Hortensia Cosío que es un investigador incansable y también profesor a esa misma intensidad. La lengua es el primer bastión de la identidad nacional, instrumento de descolonización y de defensa de las esencias patrias. En esas noblezas que “estudia” el también Premio Nacional de Ciencias Sociales va el merecimiento de la distinción en este suceso literario. Sobre todo si se tiene en cuenta que en Cuba “apareció primero la lingüística que la crítica literaria” como expresó Luis Álvarez.
De esas verdades menos visibles también alumbró Álvarez Álvarez al referirse a la camagüeyana Ofelia García Cortiña. Muchos desconocen de la trayectoria académica de esa lingüista que “formó maestros que hoy son maestros de maestros”. Deudas nos sobran con esa patriota e intelectual destacada.