CAMAGÜEY.- A Jenifer Medina le parece que el tiempo que estuvo “encerrada” en casa por el “famoso coronavirus” duró una eternidad. Sabe que fue por su bien y el de los suyos, mas estaba “desesperada” por salir a pasear, a correr, a divertirse, a ver a los amigos. A sus ocho años hay tanto mundo por descubrir. Este jueves el parque de diversiones Camilo Cienfuegos fue la válvula de escape para la energía acumulada. Estaba feliz con el reencuentro con el “Japonés” de los niños camagüeyanos. “Me encantó salir de casa. Aquí todo me gusta, pero prefiero los aviones, la estrella y tomar helado”, aseguró antes de marcar el rumbo intranquilo hacia otro aparato.

En familia se dieron la primera “escapadita” Alberto Lezcano y su esposa Marbelis Matamoros. Para él fue una excelente elección el parque para disfrutar de sus hijos. “Es un lugar acogedor, que tiene variadas ofertas gastronómicas y asequibles”. “A eso se suma que hay espacios a la sombra para descansar, opciones para que los pequeños se diviertan y se toman todas las medidas higiénico-sanitarias para evitar el contagio del coronavirus u otras enfermedades”, agregó Marbelis.

Como ellos, muchos agramontinos de diferentes generaciones han visitado, desde su apertura pospandemia el pasado 11 de julio, la insigne instalación recreativa. El parque de diversiones se confirma en estos días veraniegos como una de las principales opciones recreativas. De martes a jueves y el domingo abren sus puertas de 9:00 a.m. hasta las 7:00 p.m. y los viernes y sábados, de 9:00 a.m. a 9:00 p.m.

El “Camilo Cienfuegos”, con capacidad para 1 500 personas, mantiene en funcionamiento 15 aparatos, además del parquecito rústico, la casa de muñecas, el espacio del Joven Club con alquiler de dispositivos móviles, la casa de las mascotas y la piscina... a disposición del público los fines de semana.

Satisface que a pesar de las carencias de insumos y restricciones económicas que vive el país y por ende la provincia, se mantiene vital su red gastronómica que incluye el restaurante La Araña, pizzerías, cafeterías, la cremería, el área de picnic, los conocidos pocholos y una decena de quioscos con variedad de ofertas y con precios ajustables a todos los bolsillos. Como novedad este año se suma un establecimiento para la venta de pescado frito.

Ariel Cabrera López, subdirector del parque y jefe de área de la gastronomía, comentó que la principal limitación en ese aspecto son las confituras, las cuales se reservan para distribuir en módulos los fines de semana porque el abastecimiento es insuficiente. “No obstante —dijo— trabajamos para que no falten otras ofertas como pasteles, panetelas, piquininis, variedad de bocaditos y refrescos, entre otros, que aseguren que la familia pase una feliz estancia”.

Cabrera López informó que la afluencia de público ha sido buena, con picos que han sobrepasado las expectativas los fines de semana.

Para nuestro “Japonés”, con 44 veranos recién cumplidos, este será un tiempo de reencuentro con viejos y nuevos amigos, será (luego de tantos días donde las distancias físicas y el silencio se hicieron interminables) un espacio para que los niños compartan con su familia la alegría de la vida, de estar juntos, de existir, del futuro.