La abolición de la esclavitud como un componente esencial de la independencia cubana fue ratificada el 26 de febrero de 1869 por la Asamblea de Representantes del Centro, órgano que dirigió el inicio de la Guerra de los Diez Años en esa región.
El histórico pronunciamiento se produjo en Sibanicú, territorio libre en Camagüey, y se correspondía con los ideales de los camagüeyanos, que alzados desde el 4 de noviembre de 1868, coincidían con el pronunciamiento contra la esclavitud emitido por Carlos Manuel de Céspedes, alzado en armas en su ingenio Demajagua el 10 de octubre de ese año.
Ese día el Padre de la Patria promulgó que. "...Cuba libre es incompatible con Cuba esclavista: y la abolición de las instituciones españolas debe comprender y comprende por necesidad y por razón de la más alta justicia la de la esclavitud como la más inicua de todas...".
Además fue dictado por el gobierno provisional de Céspedes un decreto sobre la abolición, condicionada de la esclavitud.
Por su parte los revolucionarios del Camagüey, Ignacio Agramonte Loynaz, Eduardo Agramonte Piña, Antonio Zambrana, Salvador Cisneros Betancourt, Marqués de Santa Lucía, y Francisco Sánchez Betancourt, estos dos últimos ilustres y respetados hacendados que renunciaron a su fortuna por la libertad de la Patria, en su pronunciamiento expresaron que “La institución de la esclavitud traída a Cuba por la dominación española, debe extinguirse con ella”.
La proclama añadía que los negros que contribuyeran a la guerra en las filas insurrectas gozarían de los mismos derechos de los demás soldados.
Apuntaba que se pretendía conservar en producción propiedades para el sustento de quienes iban a la manigua a combatir por la libertad.
La ofensiva de las tropas colonialistas dirigidas por el Capitán General Blas Villate, Conde de Valmaseda, que perseguía liquidar la insurrección en poco tiempo, estableció una guerra sin cuartel contra los independentistas o sospechosos de serlo mediante bandos militares que daban poder a las tropas para fusilar sin miramientos.
Establecía tomar sus propiedades y riquezas sin miramiento legal alguno.
El pensamiento antiesclavista tuvo en lo adelante una mayor concreción en abril de 1869, cuando en la Constitución de Guáimaro se dispuso en su artículo 24 que " todos los habitantes de la República son enteramente libres."
Céspedes declaró el 25 de abril de 1870 la abolición completa de la esclavitud y eliminó todas las condicionantes que afectaban este propósito.
En lo adelante, muchos esclavos negros derramaron su sangre y sufrieron las mismas penalidades junto a los blancos patriotas de diversas clases sociales y forjarían el crisol de nuestra nacionalidad e ideal patriótico que acompañó a nuestro pueblo en estos 150 años de lucha por la independencia y la liberación nacional.