CAMAGÜEY.- El Taller Nacional de Crítica Cinematográfica, un espacio clave para el pensamiento audiovisual, no existiría sin el apoyo del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), que celebra sus 66 años de fundación y al que el Taller dedica su edición XXIX, del 20 al 24 de mayo.
El ICAIC fue creado el 24 de marzo de 1959, apenas unos meses después del triunfo de la Revolución Cubana. Como suele decir el crítico e investigador camagüeyano Juan Antonio García Borrero, quien no padece “el fetichismo de las efemérides”, resulta inobjetable el hecho de la creación del ICAIC el 24 de marzo de 1959, mediante la Ley Nro. 169, porque “la cultura cubana ganaba algo inédito en el devenir de la nación: una cinematografía nacional”.
Bajo la dirección inicial de Alfredo Guevara, el ICAIC estableció un modelo de producción cinematográfica que trascendió el entretenimiento para convertirse en un vehículo de reflexión, identidad y cultura. Fue una apuesta ambiciosa que priorizó la calidad artística y el compromiso social, sentó las bases para una cinematografía que pronto alcanzaría prestigio internacional. Con su fundación, Cuba marcó un hito al concebir el cine como herramienta de transformación social y como una vía principal para construir una nueva narrativa nacional.
En Camagüey, una provincia reconocida por la cultura de su público, esta conexión con el ICAIC ha dado lugar a múltiples iniciativas que reafirman la relevancia del audiovisual. Ejemplo icónico es el programa de cine móvil, nacido en los años sesenta, que llevó el séptimo arte a zonas apartadas. En Camagüey queda el último camión del cine móvil cubano. Aunque ya no utiliza proyectores de 16 mm, su adaptación con tecnología digital lo mantiene en funcionamiento y volvió a rodar en el verano del 2024. Este legado despertó interés internacional: la artista peruana Sonia Cunliffe incluyó el vehículo como parte de un videoarte proyectado en sus recorridos por barrios por la Bienal de La Habana.
Camagüey también se distingue por su Calle de los Cines, ese tramo de Ignacio Agramonte en pleno centro histórico, donde conviven icónicas salas como el Cine Encanto, el Cine Casablanca y la sala de video Nuevo Mundo, esta última pionera en su tipo en el país.
Desde 1991, la historia del ICAIC y El Almacén de la Imagen, festival dedicado a jóvenes realizadores de hasta 35 años, ha ido tejiendo un relato conjunto. Este vínculo ha garantizado la presencia de jurados e invitados de prestigio, entre ellos varios Premios Nacionales de Cine. Fernando Pérez, destacado cineasta cubano, fue jurado en la primera convocatoria a concurso del Almacén en 1992 y ha regresado en numerosas ocasiones, incluso para estrenar películas en Camagüey.
El ICAIC también ha apoyado el pitching de proyectos de animación, ficción y documental, una iniciativa singular del Almacén. Aunque los recursos destinados no siempre alcanzan para cubrir todas las necesidades, el financiamiento representa un impulso vital para jóvenes creadores. Muchas de las obras premiadas en estos pitchings son hoy parte del legado cinematográfico del país.
Su complicidad con el Almacén reafirma el valor del arte como resistencia, como apuntó uno de los fundadores del evento, Jorge Campanería. Surgido en los años noventa, cuando las opciones de apoyo se concentraban en La Habana, el festival ofreció un espacio para los jóvenes de las provincias centrales y orientales, para aquellos en los márgenes.
Sin lugar a dudas, este puente entre creadores, público e industria, cimentado por el ICAIC, ha sido esencial para construir un relato visual del país. Las imágenes que el ICAIC ha promovido a lo largo de 66 años son parte de nuestra memoria cultural.