CAMAGÜEY.- Solo el dos por ciento de las mujeres en el mundo nace con el privilegio de ser contralto. En ese mapa de pocas probabilidades una camagüeyana ubica Cuba. Es Yaíma Sáez y está a punto de presentar su cuarta producción discográfica con canciones de Roberto Valera. El maestro sabe que una voz como la suya es difícil de hallar. A ella confía Doce joyas que marcan para él la prueba como compositor popularmente sinfónico.
Tres años antes de Valera recibir el Premio Nacional de Música 2006, lo mereció Luis Carbonell (1923-2014), a quien podemos considerar el diamantista de Yaíma Sáez. Le eligió repertorio, en particular su devenido hit La Mazucamba. Poco antes de morir, El Acuarelista de la Poesía Antillana la ponderó como “una de las voces más calificadas de todo el cancionero actual”.
Ahora, otro grande pone en valor sus cualidades en lo que de antemano se presume como un disco extraordinario para enaltecer la canción cubana. En Doce joyas la cantante debutó como productora musical. Con curiosidad por el proceso, Adelante Digital dialogó con la protagonista.
Junto a Luis Carbonell, en el concierto Joyas del tiempo, Teatro Mella, La Habana, 2013.
NO ES QUE HAYA DOS LUNAS EN EL CIELO
Para la ruta de la entrevista vinculamos títulos de algunas canciones del disco con las estaciones de este intercambio construido a partir de las respuestas a un cuestionario. Por el candor de Yaíma con sus mensajes de voz desde La Habana, podemos imaginarla delante, sonriente y cordial, como cuando se comparte un café con alguien cercano en un apacible espacio del Camagüey.
─De las referencias del artista al ser humano que has conocido, ¿cómo es Roberto Valera?
─Del maestro Valera tenía la referencia de gran compositor de música sinfónica, de la llamada música clásica, profesor de la Universidad de las Artes ISA, en su momento directivo de la Escuela Nacional de Arte, compañero de Harold Gramatges e Isaac Nicola, es decir, toda una personalidad y una institución en lo que a música se refiere. Lo más conocido para mí era su composición coral para el poema Iré a Santiago escrito por Federico García Lorca.
“Un día me llamó para ofrecerme su obra. Al escucharla le dije que era imposible que alguien dijera que no. Ahí empezó un camino enriquecedor para ambos. Quizá por este trabajo que emprendimos se inspira y habla sobre la voz para bordar quimeras. Tiene mucho que ver con lo que él también quería: una cantante para la diversidad de géneros planteados en su música. De eso va el disco. Lo novedoso es cómo se acerca a la música popular con los tips de la música sinfónica. Son códigos distintos.
“He conocido a un hombre que le gusta la exactitud, que defiende mucho lo que melódicamente quiso hacer aunque sean disonantes las notas, y cómo defiende también lo que quiere la intérprete, porque obviamente el mensaje de la canción llega mejor. No se trata de la cantante que acompaña la orquesta, sino al revés”.
En sesión de trabajo con Roberto Valera.
─¿Qué pasa en una sesión con él en el estudio?
─Trabajar con Valera es algo muy interesante. Primero, no impone. No es una persona que no escucha o que hace exactamente lo que quiere. Ahí está la base del éxito de este disco. También, quizás al estar un poco alejado de los códigos de grabación de la música popular, pues nos dio la libertad sobre todo a los músicos de la base para aportar mucho la parte rítmica y la armónica, claro, con respeto a la esencia de la canción. En el estudio es una persona tranquila, pero cuando sonaba algo que no le gusta, cerraba los ojos… A los 85 años de edad qué no habrá vivido o experimentado. Mostró en todo este tiempo la actitud de disfrutar del proceso de trabajo, de que músicos jóvenes lo interpretaran y el hecho de compartir la producción musical. Aprendimos muchísimo.
─¿Por qué también son para ti doce joyas?
─Al defender un disco ya lo siento parte de mi carrera. Ya las Doce joyas son tan mías como de Varela. Si no tienes ese sentido de pertenencia, no sale bien el trabajo, con la voluntad de que sean obras trascendentes por el alto valor cualitativo. No se está hablando de joyas banalmente sino de doce joyas en defensa de la canción cubana, de sus géneros, para que los jóvenes sepan que no es una cosa de viejos ni de “cosas cheas” sino música popular cubana, por la que Cuba asegura un lugar en el mundo. En el disco está la impronta de mi cantar, mi sentir, mi pasión, mi amor, por eso también para mí son doce joyas.
TIEMPO PARA UN TIEMPO
Doce joyas abre con un tema seductor, titulado Aquí en Varadero. Por las cuerdas, los vientos, el piano, se anticipa un disco con el beneficio de los cuerpos de agua. Cada época ha hecho soplar sus vientos y ha generado ondas diferentes. Como pasa en el mar, solo en grupo la ola ha podido andar y llevar su energía de una etapa a otra. También en este disco se busca Tiempo para un tiempo.
─De estas relaciones, ¿cuál te hace sentir más plena: la canción y Yaíma, la canción en Yaíma o Yaíma en la canción? ¿Por qué?
─La canción en Yaíma. Siempre que uno toma una decisión en la vida tiene sus consecuencias para bien o para mal. Inicialmente cuando alguien me dijo que podía cantar, específicamente la camagüeyana Irma Sariol, interpretaba trova de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. Otras personas, en Camagüey también, Leopoldo Lastre y Servando Vázquez me dijeron: <<voces como la tuya son para la canción, la balada, el bolero, el filin>>. Quizá por la juventud o la inmadurez, no eran de mi disfrute Elena Burke y Omara Portuondo, pensaba que eran para personas mayores; pero al adentrarme en ese mundo de sentimientos, emociones, de lirismo, pasiones, me sentí identificada con la canción.
“Entonces, todo lo que provoca la canción en Yaíma, todo lo que inspira la canción en Yaíma y todo lo que hace sentir, son muchas cosas para justificarte, para argumentar sobre la canción en Yaíma. La canción me motiva a este nuevo disco, Doce joyas, aunque hoy en el mundo y sobre todo en Cuba no se escuche ni no se defienda. El público joven, menos conocedor, necesita saber, sentir, identificarse con el cantar cubano, que no es ni con la influencia de lo americano ni de lo mexicano. Hay un cantar cubano. Ahí va mi pasión”.
LA EXCEPCIÓN A LA REGLA
Para Yaíma, Doce joyas marca un momento de exploración y expansión, por qué no, de sus capacidades como profesional de la música que conoce el mercado y está dispuesta a alcanzar la meta contra todos los pronósticos. Como sentencia el dicho: <<quien no arriesga, no gana>>.
─Háblame de la experiencia hasta ahora con el Sello Bis Music
─Con Bis Music he tenido muy bonitas experiencias desde mi primer disco, Identidad (2015). Lucía Huergo iba a ser la productora musical, desgraciadamente falleció antes, pero siempre ha habido una buena recepción. Luego Bis Music se une con otra disquera, la Egrem, en un hecho peculiar, para un audiovisual. Fue en el 2017 con el concierto Armonía para promocionar el disco homónimo. Luego formé parte del disco A Veces, a Voces, producido por Anaís Abreu, Premio Cubadisco 2023 en la categoría Canción. Ahora al tocar la puerta para Doce joyas, también nos recibió con una actitud de apoyo.
─¿Qué era la producción musical antes y qué a partir de tu debut con ese rol?
─Desde la primera vez en un estudio me ha gustado estar en el proceso. No soy de las cantantes que va solamente el día de grabar. Me fascina todo ahí, aunque sea de las cosas más difíciles para mí por las exigencias de la grabación. Yo prefiero el en vivo en el teatro. Por suerte he contado con muy buenos productores como Efraín Chibás, que fuera pianista de Los Van Van. Mi primer disco fue su ópera prima, y trabajó conmigo durante una buena parte de mi carrera. Los productores cuentan conmigo, en función de que me sienta cómoda. Ha habido un respeto. Así ocurrió en Armonía.
“Ahora, no era la decisión de que fuera yo productora. Emprender la grabación del disco tenía sus responsabilidades bien marcadas, pero por circunstancias de persona que ya no están en el país decidí asumir la producción musical con Roberto Valera. Luego se incorporó, sobre todo en la preproducción y el proceso de grabación, el pianista Ángel Toirac. Agradezco cada criterio, incluso contradicciones, y la colaboración de los músicos aun cuando no se ha pagado el disco. Fue importante el Estudio de Grabación dBega, por la profesionalidad; a su ingeniero Carlos de la Vega.
Parte del equipo en el Estudio de Grabación dBega.
“A pie de obra, me di cuenta que es mucho más que estar en un estudio y decir <<espérate, para la grabación>>, <<estás cromado, repite la frase>>, <<esto no es lo que quiero>>. Es la logística de cuánto tiempo se demora un disco, los días de grabación, la transportación de los instrumentos, cuáles van primero; la preparación acústica, la microfonía, cómo se sienten el ingeniero de sonido, el asistente, los músicos... Llegado el momento casi de grabar la voz, me sentí no lo suficientemente preparada para interpretar. Luego, a la hora de cantar escuchas lo que antes no escuchabas y debes concentrarte mucho. Fue enriquecedor. Me sentí muy respetada por los músicos”.
La radio cubana es el medio privilegiado con la promoción inicial de Doce joyas.
¿CONOCES DE UN FUEGO QUE NO DÉ CALOR?
Con calidez, Yaíma Sáez insiste en la gratitud. Podría contar los pasos de su carrera a partir de la voluntad propia, del esfuerzo personal, de la terquedad para alcanzar su sueño de artista; incluso así, nunca aparecería sola en escena, porque en casa aprendió a cultivar cada sentimiento o actitud de reconocimiento a quienes han puesto sus manos, sus hombros, su corazón para desbrozar el camino para ella y junto a ella.
─Trazas un mapa en los agradecimientos a personas de Cuba, Canadá, Colombia y España. ¿A qué atribuyes que de lugares distantes te apoyen, te quieran?
─Quizá los que no estén metidos en el mundo discográfico no saben que para llegar a grabar se necesita mucho apoyo, colaboración, entendimiento de que no es el disco para la memoria o un archivo en formato de mp3, sino un proceso tan arduo y necesita de personas, de buenos amigos, familia, que cree en tu proyecto. Debo mencionar a Don Shipley, de Canadá, un empresario que patrocinó la realización del disco. El doctor Antonio Manrique, director del Museo de la Música y el Disco en Finlandia, Colombia, amigo tremendo, patrocinó el diseño de portada. Amistades en España tuvieron que ver con mi imagen. Agradezco además a la Fundación Ludwig de Cuba, a Efraín Chibás, a Lázaro Rivero “El Fino”, una personalidad en el contrabajo; a Yaíma Rey en la parte publicitaria, estuvo en el proceso de grabación; a mi agencia Musicalia que apoyó en el proceso de grabación de casi 20 días. Por ellos llegamos a feliz término.
─¿De qué manera estuvo involucrada Marta Valdés?
─También agradezco a la señora Marta Valdés, a quien habíamos encargado las notas pero tenía problemas de salud. De alguna manera también estuvo inmersa. Entre Valera, ella y yo existía comunicación. Cuando algo se grababa, se le mandaba para que escuchara, porque es una voz autorizada en la canción. Tuvo ese criterio de que lo que oía y percibía era de tremenda armonía. Hay una anécdota, en uno de sus audios dice que al escuchar ese proceso de grabación le daba la idea que iba a salir alguien del pueblo vendiendo bocaditos de helado, por esa felicidad y armonía durante el proceso de grabación. Claro, hubo contradicciones, discusiones, trabas, momentos difíciles pero en todo sobresalió el hecho de lograr este disco.
Fotos: Alejandro Rodríguez Leiva/Adelante/Archivo
YO SOY LA QUE TE CANTA
El broche de oro para cerrar el disco es Yo soy la que te canta. Valera y Yaíma como rostros principales de esta producción entregan un conjunto valiosísimo. Hay un detalle. El título Doce joyas hace un guiño al número de piedras preciosas de la Biblia, sin embargo, va más allá de una connotación específicamente religiosa para connotar el significado de la canción cubana para la espiritualidad, la identidad y el arraigo a nuestra cultura hoy.
─¿Cuándo estará disponible el disco para el público?
─Estamos haciendo todo lo posible para el lanzamiento oficial del disco en conferencia de prensa el 28 de febrero, tanto para plataformas digitales como Spotify y con ejemplares físicos por lo menos con una tirada para el público. Tenemos todo el apoyo de Bis Music. Escogimos ese día porque es el natalicio de Elena Burke y como es un disco para la canción cubana, a quién mejor el homenaje que a esa grande de Cuba.
─¿Podrá Camagüey escuchar un anticipo en su próxima visita a la ciudad?
─Pretendemos un cronograma bien fuerte desde el punto de vista radial. Aunque parezca que no, la radio en Cuba tiene un alcance tremendo y es el medio más cercano al pueblo. Queremos que el pueblo escuche las Doce joyas, por ahora a través de la radio. Cuando hago concierto en teatro me gusta hacerlo con todo, como debe ser, con el diseño de luces, el sonido, la dirección artística, los músicos en escena... Eso, por ahora, no va a ocurrir, porque no tenemos los medios ni las condiciones para un concierto de esa magnitud.
“Por supuesto, Camagüey lo tendrá y allí haremos la presentación en distintos programas de Radio Cadena Agramonte y Radio Camagüey para esta fecha por el aniversario 510 de la Villa del Puerto del Príncipe. Un regalo las Doce joyas del maestro Roberto Valera en la voz de Yaíma Sáez. Espero que los camagüeyanos disfruten al igual que yo, como dijera nuestra querida Marta Valdés, de este canto enamorado, así que ya pronto lo tendrán”.