CAMAGÜEY.- He querido comenzar con el primer poema de El diario que a diario (1972) de Nicolás Guillén, titulado AVISOS, MENSAJES, PREGONES: Primero fui el notario/ polvoriento y sin prisa,/ que inventó el inventario./ Hoy hago de otra guisa:/ soy el diario que a diario/ te previene, te avisa/ numeroso y gregario./ ¿Vendes una sonrisa?/ ¿Compras un dromedario¿/ mi gran stock es vario./ Doquier mi planta prisa/ brota lo extraordinario.
Aunque su autor lo calificara de “Prologuillo no estrictamente necesario”, es ineludible para mí hoy por el simbolismo de este encuentro matinal, justo en la sala de conferencias nombrada como ese libro posmoderno del Poeta Nacional de Cuba. Situados a pocos metros del lugar donde nació, hace exactamente 121 años, no resultaría desatinado decir que Nicolás Guillén todavía nos une y nos acompaña con la fuerza de su arraigo.
Filólogos, críticos literarios, de los pocos que se han detenido en este, uno de sus últimos cuadernos, reconocen la influencia del periodismo en la manera de presentar ese viaje paródico y sarcástico por la historia de Cuba hasta el triunfo de la Revolución. Digo viaje, pero también pudiera considerar paseo esta travesía con la vis cómica y la mordacidad que caracterizaron su posición frente a las actitudes deleznables de las personas, y a las prácticas políticas igualmente despreciables en el devenir de nuestra nación.
En la bella edición ampliada y anotada de El diario que a diario (Ediciones Sensemayá, 2022), de la editorial de la Fundación Nicolás Guillén, hay un prólogo preciso de Denia García Ronda, y aparecen tres artículos de otros investigadores acerca de la poesía, el imaginario y los giros discursivos como cercanía entre la cotidianidad y la historia bocetada por Guillén. Tanto como ellos, he intentado responder una pregunta, sin tomar la misma ruta: ¿Qué lo conllevó a este libro, inicialmente pensado como segmento de La rueda dentada, también publicado en 1972?
Cuando aparece El diario que a diario, Guillén se recuperaba de graves trastornos cardiacos. No le quedó más remedio que enfocarse en la escritura. Por razones obvias de salud quedaron restringidos los itinerarios mundiales asociados a su vida diplomática. En eso, el cumpleaños 70, los homenajes, y como parte de esos homenajes, la publicación del primer tomo de sus obras completas, de La rueda dentada y de El diario que a diario, catalogado como volumen misceláneo.
A principios de este año, 2023, Santiago de Cuba desarrolló un simposio internacional de comunicación donde salió a relucir un estudio de especialistas del Centro de Lingüística Aplicada de la Universidad de Oriente acerca del idiolecto de Guillén. Según los resultados, afloran cuatro vocabularios, expresados en el idioma español propiamente, el folclórico, el social y el extranjero, este último con palabras del inglés, el francés y el italiano. Podemos comprobarlo con un asomo a El diario…
A propósito del panorama de la comunicación y la interrelación humana, este libro ha de ser escala y escuela para la vuelta de la publicidad a los medios públicos cubanos, tal como permite la nueva ley.
En general, la poesía de Guillén ha sido identificada como la “fundación de la imagen” de lo cubano. Me gustaría añadir otro nivel de construcción de esa imagen desde la visualidad del cuerpo textual. Traigo el ejemplo de algunos anuncios.
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CARPINTERO DE VIEJO
Se reparan vírgenes
Todos los días (excepto los domingos) al lado de la catedral.
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FUNERARIAS
El cadáver es suyo. El entierro es nuestro.
El resto solo es de Dios.
FUNERARIA LITERARIA DE LUJO <<CARONTE>>
Caronte & Hijo
La preferida por el mundo.
A esos avisos, mensajes, pregones, dio forma de carteles y columnas. Tenía dominio del arte del diseño. Supo, de buena tinta, y de hecho lo recalcó: vivir del anuncio dependerá siempre de la buena voluntad de los hombres de negocios. Como dice otra expresión popular, de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno.
Al recibir un homenaje de la Agencia Prensa Latina en 1972, aseguró: “Yo nací en una imprenta”. Se refería a la imprenta del diario liberal Las Dos Repúblicas, codirigido por el padre:
“De niño, me eran familiares palabras como <<prueba de galera>>, <<editorial>>, <<prueba de plana>>, <<lingote>>, <<interlíneas>> y hasta <<negras altas y blancas redondas…>> Apenas adolescente, aprendí el oficio de tipógrafo, y esto me ayudó no sólo a estudiar el bachillerato, sino a más, atreverme como titulista y seguir de cerca el emplane en el taller, sobre todo el de la primera página, que es siempre la niña bonita de cada edición.”
Guillén tenía competencias técnicas, dominaba las tecnologías de la época. Aprendió por circunstancias de la vida. Recordemos que tenía 15 años cuando asesinaron a su padre. Un trauma en ese tránsito de niño a adolescente. A los 16 años aprendió el oficio de tipógrafo y pudo trabajar en El Nacional, mientras cursaba el bachillerato. Publicó sus primeros poemas con 18 años en la revista Camagüey Gráfico. Se fue a La Habana a estudiar Derecho, pero económicamente no podía mantenerse, aunque también laborara de periodista. Regresó en 1920 a Camagüey. Fundó la revista Lis. Laboró en el diario El Camagüeyano, donde asumió la sección de anuncios comerciales Pisto Manchego, bajo el seudónimo de Interino. En 1926 regresó a La Habana como mecanógrafo en la secretaría de la gobernación.
En el callejón de Finlay (antes nombrado callejón del Cañón o del Ángel), muy cerca de los talleres de El Camagüeyano, vivió su abuelo paterno y tuvo su taller de carpintería. Su abuelo mambí juró no cortarse el pelo y dejarse la barba mientras Cuba no fuera libre. El Maestro Pancho murió hospitalizado, bajo los cuidados de Rosa La Bayamesa. A ella le dedicó una crónica compilada en Prosa de prisa. Su abuela paterna era hija de blanco. Esto, quiero pensar, que pudo influir en esa relación familiar con el periodismo.
En Elegía camagüeyana recuerda este pasaje con sus compañeros del gremio:
…Encuentro/en un recodo del recuerdo,/ frente a un muro de plomos alfabetos,/ a Próspero Carreras, el tipógrafo/ casi mongol, breve chispazo eléctrico/ allá en la suave imprenta provinciana/ de mi niñez. Ahí pasa/ Cándido Salazar, que repartía/ de barrio en barrio y sueño liberal, / repartía/ con su perfil de emperador romano,/ repartía/ bajo un cielo de estrellas y murciélagos,/ en la noche reciente repartía/ rosas de tinta y sangre/ cortadas por mi padre para el pueblo…
Esa relación indisoluble con el periodismo resulta evidente en su libro de versos El diario que a diario, donde hace un magnífica representación periodística que, al decir de la ensayista puertorriqueña Luce López Baralt, es un “experimento poético” porque “el libro entero simula un periódico que registra la historia de la Antilla hermana desde los años coloniales hasta el presente. La estructura misma del libro imita la de un diario: ilustraciones, formato, anuncios. Se mezclan el verso y la prosa. Muchos poemas o anuncios saltan a la vista inmediatamente como hijos de la pluma de Guillén; otros podrían pasar por auténticos recortes de periódicos antiguos”.
Se afirma que en El diario que a diario está su espíritu subversivo ante la palabra, es decir, ante la vida y sus manipulaciones. Está ese sentido de justicia y solidaridad que viene del padre. Si bien se nutrió de la vida popular, tanto como sugieren estos versos del día o también como se escucha con toda su musicalidad en el poema “Son número 6” donde afirma “Yoruba soy”, Guillén recibió una educación marcada por muchos valores, desde el catolicismo. Sabemos que la cultura cubana se ha forjado con préstamos y transferencias.
Precisamente, termino con los matices de la espiritualidad justamente hoy, porque se me antoja un retrato a través de su nombre. Celebramos el cumpleaños de Nicolás Guillén. Nicolás, por el padre, y porque en él, como designio, se cumplió la victoria del pueblo. Eso significa Nicolás: victoria del pueblo. Su apelativo también denota distinción y elegancia.
Pero no se llamaba Nicolás a secas, sino Nicolás Cristóbal. ¿Por qué? Por el onomástico. El 10 de julio es el día de San Cristóbal, el santo patrón de los viajeros, representado con un niño Jesús encima de su hombro porque, según la leyenda, así lo cruzó por un río. Por el origen etimológico como nombre propio proveniente del griego significa portador de Cristo, el que lleva a Cristo. Se dice además que los Cristóbal son muy perseverantes. No se rinden fácilmente. Sin dudas, nuestro periodista y poeta, aunque prefiero evocarlo como nuestro vecino, llevaba muy bien puesto su nombre.
“Todo fue así, de esa manera”. Ahora cito el último verso de El diario que a diario porque fue así, como nos lo transmitió Guillén. Deseamos, pues, larga vida a su obra, una obra profunda y urgente para el presente cultural donde es preciso escuchar las voces del pasado, voces con la virtud de movernos como buen guía, bitácora preciosa durante este viaje indetenible de la Cuba terca de la libertad y la dignidad plenas.