CAMAGÜEY.- Cuántas historias entre aquellas paredes: de inocencias, de estudios, de juegos, de amigos, de regaños, de primeros amores, de nervios..., pero sobre todo de vocación, de aptitud para enseñar, para formar, para crecer y hacer crecer a otros.
Cuarenta y cinco años atesoran mucha historia cuando se suma la de cada uno de los estudiantes y profesores que han pasado por allí: una institución dedicada desde su inauguración un día como hoy del año 1975 a la educación de educadores.
CON LA ESCUELA COMO CASA
“Yo comencé muy joven formando maestros en La Larga, cuando los alumnos entraban con sexto grado. Luego nos dividieron en tres sedes hasta que se inauguró esta escuela donde continué como profesor de Historia y secretario docente”, rememora Enrique José Soler Guzmán, uno de los tres fundadores que se mantienen en el centro y que actualmente lidera la asignatura de Didáctica de la Historia de Cuba.
“Fue un momento muy significativo porque cumplió el anhelo de que la formación de maestros tuviera un inmueble más meritorio para la carrera. Además, contábamos con ese laboratorio que constituía la Escuela Anexa, donde los alumnos observaban las clases y luego hacíamos los talleres. En aquellos tiempos había mucha motivación para ser maestro y era muy selectivo”.
De sus 58 años en el magisterio Enrique ha dedicado 46 a la forja de docentes. Su mamá deseaba que uno de sus hijos se decidiera por lo que ella no pudo ser, pero fue la Campaña de Alfabetización lo que despertó su vocación, pues sus primeros pasos los dio como brigadista Conrado Benítez.
“Son muchas las generaciones que he encaminado en esta profesión. Me jubilé en 2009 en el Pedagógico y desde entonces me reincorporé aquí. La gente me pregunta que cuándo me voy y les digo que no sé, no me acostumbro a estar en mi casa, todavía me siento motivado y con capacidad.
—¿Qué momentos importantes recuerda ha vivido aquí?
—Una vez nos visitó Raúl Castro y la primera vez que se celebró el 26 de Julio en la provincia hospedamos a artistas y personalidades que iban a participar en el acto. También acogimos y formamos a estudiantes nicaragüenses y angolanos, fueron tiempos muy bonitos.
UNA DÉCADA EN LA DIRECCIÓN
Cuando trasladaron el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Pedagógicas de Sierra de Cubitas para acá, Marisela Martínez Marín asumió su dirección general. Ni siquiera imaginaba que par de años después sería protagonista de uno de los programas de la Revolución impulsados por Fidel, pues en el segundo año de su apertura asumió también la dirección de la Escuela de Instructores de Arte a la vez que terminaba el pre pedagógico.
“Todos teníamos un gran compromiso, tanto los profesores de Educación como los artistas de gran mérito en la provincia que se nos habían vinculado, porque eran ellos realmente quienes tenían que despertar esa vocación artística y llevarla al esplendor que se quería. Tenía también responsabilidad compartida la Unión de Jóvenes Comunistas, hasta la dirección nacional, y Fidel nos acompañó en las dos primeras graduaciones”.
—¿Cómo recuerda aquellos años?
—Asumí la dirección confiada en que tenía a mi alrededor a muchas personas valiosas con las que se podía contar para cualquier tarea, porque yo no procedía de la parte artística. Graduamos a 3 157 instructores en esos años, era de las escuelas más grandes del país. Para mí fue uno de los programas de la Batalla de Ideas con más vitalidad, resultados, había mucho respeto, sentido de pertenencia.
—¿Cuándo se retoma la escuela pedagógica?
—En el 2010 comienza su reapertura y hasta el 2013 compartieron espacio con los instructores de arte, que tuvieron su última graduación. Fue una idea promovida por José Ramón Fernández, ministro de Educación entonces y muy interesado por el desarrollo de estas escuelas. Él las describió como “la niña de los ojos del sistema educativo cubano”. La niña de los ojos es muy importante para poder ver y aquí se formarían los maestros que luego se incorporarían a la base del sistema educativo cubano, la primaria. Muchos de nuestros egresados han fortalecido el sector en la provincia y ocupan hoy cargos de dirección relevantes. Es una valiosa y hermosa tarea la de formar educadores.
DE ESTUDIANTES A PROFESORAS
Hoy, la profesora de Matemáticas Rafaela Sánchez Sánchez es la directora de la Unidad No. 2 que atiende las especialidades de Secundaria Básica y Maestros Primarios de Inglés, pero unos años atrás estudiaba en las mismas aulas y vivía en la beca, lejos de imaginar este futuro.
“Ingresé en 1986 terminado el noveno grado. Estuve becada mis cuatro años, aunque vivía muy cerca y tengo muy lindos recuerdos. Se hacían muchas actividades (una vida interna diferente a la de ahora), había juegos de mesa por todas partes y un gimnasio con muchísimos equipos, desarrollábamos los juegos Intramurales y un amplio movimiento de la Juventud.
“El de pie no se me olvida jamás, bocinas por todos lados y una radiobase que dirigía todas las actividades, procesos, e informaba de cuanto acontecía. Teníamos laboratorios y aulas de música especializadas en las que se aprendía mucho. Logré tocar piano, en los talleres trabajamos el barro y la madera. En las prácticas íbamos un período completo a una escuela primaria que se repetía en dos momentos, y del intercambio con los nicaragüenses aprendimos mucho. Mi preparación se la debo a esta escuela”.
Soinelys Hernández Sánchez es de la novena graduación de instructores de arte y trabaja como tal en la especialidad de música en la Unidad No. 3, donde le ofrecieron quedarse al terminar sus estudios.
“Realizábamos festivales, seminarios, eventos nacionales. Era una escuela muy alegre, siempre estábamos creando, cantando... Había una competitividad muy sana entre las unidades en cuanto a la ambientación de las residencias, las aulas, las áreas verdes y porque todo estuviera bonito.
“Escogí la carrera porque me atraía el arte, pero fui descubriendo que también me gusta enseñar porque a través de la especialidad damos salida a los valores y rescatamos nuestra identidad cultural. Gracias al conocimiento musical adquirido aquí, a los profesores que me apoyaron, hoy me desempeño en mi trabajo y lo transmito a mis alumnos. Tenemos el grupo Son Maestro integrado por instructores de arte fundamentalmente y un coro de 35 estudiantes y el trío Renacer que defendemos los géneros de la música tradicional cubana”.
LA ESCUELA DE HOY
Actualmente, la escuela pedagógica Nicolás Guillén Batista tiene la misión de formar educadores de nivel medio superior en 12 especialidades, con la garantía de continuar sus estudios de licenciatura en la universidad sin realizar las pruebas de ingreso.
Su matrícula asciende a 1 832 estudiantes y entre las prioridades destacan “el proceso de reafirmación profesional pedagógica, la realización del sistema de formación práctico-docente y el trabajo político-ideológico en función de formar jóvenes maestros comprometidos con su Patria”, comentó Idalberto Reyes Porro, director general.
También él anduvo por estos pasillos de muchacho: “Estudié aquí de 1985 a 1989, fui de la graduación 26 en Camagüey. Al terminar me incorporé en mi municipio, Esmeralda, como maestro de primaria, luego fui director de escuela, metodólogo, director municipal, y en 2013 me designan en la actual responsabilidad, lo que ha constituido para mí un gran privilegio y compromiso al transitar por las mismas aulas, la residencia, los laboratorios que me sirvieron para mi formación”.
—¿Qué diferencia a los estudiantes de ahora de los de su tiempo?
—La diferencia está en la coyuntura social y económica. Hoy el país enfrenta el desarrollo de un curso escolar con un férreo bloque y las limitaciones de la COVID-19; sin embargo, se mantiene activa la educación y esta institución es una prioridad para la asignación de los aseguramientos materiales y humanos.