CAMAGÜEY.- En esta etapa de voluntades generalizadas, la Empresa Provincial de Industrias Locales se creció, y se multiplicó en cantidades tales que sus registros deben quedar como referencia histórica de cuánto puede hacerse con creatividad en circunstancias agravadas por el cerco externo.

Neida Verdecia Tamayo, su directora general, esbozó las principales directrices montadas para el necesario aporte en una situación muy compleja, donde las iniciativas vinieron a suplir limitaciones tecnológicas y disponibilidades de materias primas. El salto se concretó gracias al aporte de las UEB de Camagüey, Florida, Vertientes, Santa Cruz del Sur, Guáimaro, Nuevitas y el combinado de Minas.

De sus talleres salieron los jabones para el sistema de Comercio Interior y los lavatines, las cajitas para envasar comidas, y más de un millar de hornillas para carbón. Agregaron al “menú” unos 500 kilogramos de jabolina, 35 583 de jabón líquido y 79 267 en pastillas.

Desde el villaclareño municipio de Sagua la Grande se trasladó cloro, sustancia que antes no había sido empleada, tal como aseguraron en un trabajo reciente al colega Jorge Enrique Jerez fuentes del sector. No obstante, agregaron, la voluntad colectiva permitió realizar las adecuaciones necesarias y rebajarlo de un diez a un cinco por ciento, con el empleo de agua purificada, que se somete a pruebas posteriores en el laboratorio de Farmacia y Óptica, que certifica la calidad final.

Los medios, la experiencia adquirida y las garantías del químico harán de la novedad otra fuente de oferta en la entidad. La disponibilidad de recursos permitió encarar diversos pedidos institucionales, y mantener cuatro puntos de venta en la ciudad, devenidos paliativos cuando una de las medidas de protección consiste en la higiene permanente, y los artículos de aseo son básicos en ese propósito.

Aprovecharon recorterías y otros tejidos para confeccionar en una decena de instalaciones, solo en mayo, 29 830 nasobucos de tres capas, destinados a Salud Pública, Educación, Minint, Mincin y la venta liberada a la población. Para el actual mes se prevé una cifra ligeramente superior. En la cantidad enumerada, resultaron decisivos los nueviteros, que aportaron por encima de las 12 000 prendas faciales.

Foto: Jorge Enrique Jerez Belisario/ AdelanteFoto: Jorge Enrique Jerez Belisario/ Adelante

Un elemento a destacar es la reincorporación de personas jubiladas, fuerza clave en esta armazón productiva. Mediante Adelante.cu, Jerez Belisario refería las labores cotidianas para confeccionar nasobucos o mascarillas. Silvia Salvador Francisco, jefa de brigada, relataba entonces cómo en su taller “todo el mundo corta: técnicas de calidad, almaceneras, para lograr que después seis costureras les dieran forma”. “Aquí no nos paramos casi, desde las siete de la mañana, almorzamos incluso en las máquinas, hasta las seis de la tarde, no podemos perder tiempo”, dijo Elma Simoni, costurera de experiencia, quien aun de certificado médico, regresó a su máquina.

UN TALLER EN EL EPICENTRO

Quizás a simple vista pase inadvertido: una gran nave acoge al pequeño colectivo del Taller 12 Jabón-Fundición, el cual sin modernas tecnologías, prácticamente artesanal, sorprende por la magnitud de sus resultados.

Las alternativas para contribuir con sus elaboraciones a la prevención de la COVID-19 tienen un referente numérico envidiable en las entregas mes a mes, tal como refirió Vitalia Pimentel Ríos, secretaria de la sección sindical. “En marzo elaboramos 7 000 litros de jabón líquido y 3 000 piezas de jabón de lavar, una factura que se cuadriplicó, e incorporamos surtidos como las bolsas de jabolina, que lleva en su composición el cebo de res”.

En este resumen, que incluye los primeros días de junio, parecería impensable, sin todas las condiciones requeridas, obtener 20 255 litros de jabón líquido, 3 686 kilogramos de jabolina en bolsas, y 38 450 unidades de jabón de lavar en pastillas.

“La gente está contenta, porque se aplicó un sistema de pago a destajo, y ello repercutió en que el salario haya mejorado durante este período”, aclaró la dirigente obrera, quien agregó que desde enero ya habían saldado el pago de la cuota sindical y Mi Aporte a la Patria, primeros afiliados al Sindicato de Industrias en lograrlo.

La calidad es una perenne preocupación, y tiene un fiel guardián en Andrés Brocard Estévez o, sencillamente, “el químico”, un apasionado de su trabajo, quien muy gustoso refiere cómo con distintos residuos del aceite vegetal se logra la base para las distintas elaboraciones.

“Incluso, el residuo final de la refinación del aceite adquirido en Santiago de Cuba nos permite, con una tonelada de desecho, hacer cinco de jabón líquido”. Enumeró las ventajas de rescatar viejas formulaciones, aprovechar materias primas que ahora se vierten al medio ambiente y que con un tratamiento adecuado pueden emplearse en obtener renglones para la higiene doméstica e industrial.

Suanamí Ramos Mendoza, la administradora del taller, ponderó cómo en determinados momentos hubo que asumir labores imprevistas por la llegada de recursos, pues la fabricación aseguraba artículos de limpieza a centros de aislamiento y hospitales.

El taller es además una gran escuela. Según la administrativa, han capacitado al personal “heredado” de la antigua fundición, para sumarse a los nuevos surtidos, y manifestó la disposición de todos los trabajadores para encarar cualquier reto, más en momentos que el país batalla contra el episodio pandémico. Este juego serio no ha acabado… la victoria no se ve lejana. Y todos cuentan.