CAMAGÜEY.- La mesa de dominó colocada en el portal me recibe, encima el lápiz con que seguramente se apuntaron varias partidas el pasado fin de semana. A Tatiana le encanta pasar tiempo con su familia, y si este lleva las disputas sanas generadas por el juego, mucho mejor.

Aunque tiene poco tiempo, debido a su responsabilidad como presidenta del consejo popular Jayamá, que comprende desde el reparto Versalles hasta Las Cruces, a Tatiana le gusta la lectura y se planifica para dedicar al menos una hora diaria a este hobbie.

Defectóloga de formación, graduada del conocido Pedagógico, trabajó en escuelas especiales de la provincia, directamente con niños que presentaran retraso mental o problemas de conducta, lo que le permitió, una vez parte del Ministerio del Interior, consolidar su trabajo en prisiones hasta llegar a ser Jefa de Reeducación en una prisión de hombres.

Aunque siempre había colaborado en el barrio desde otras funciones como presidenta de su CDR, Tatiana Ramírez Iznaga asume en 2017 como delegada de la circunscripción 159.

“Sin mucho conocimiento y siendo una novata en lo referente a los órganos del Poder Popular tuve que enfrentarme a acontecimientos importantes como la aprobación de la Constitución en 2019 y toda la etapa de COVID-19.

“Fueron tiempos muy complicados, pero de mucha experiencia y aprendizaje que me permitieron adentrarme más en este mundo de lo social, de visitar, de acompañar a las personas enfermas o aisladas por contacto con la enfermedad. Tuve una calle cerrada donde logré que el Grupo de Trabajo Comunitario apoyara en las labores. Llevábamos comida, recuerdo que recogíamos memorias y con mi laptop grabábamos lo que quisieran ver para que se distrajeran un poco. Organizamos mensajerías para las personas vulnerables, hicimos tarjetas de prioridades de cada mensajero para que obtuvieran alimentos sin hacer largas filas”.

En este sentido, reconoce la importancia de tener un Grupo de Trabajo Comunitario, que permite el diagnóstico y la detección de los principales problemas en la localidad con el objetivo de transformarlos, y mediante un plan de acciones evaluar su cumplimiento para así llegar a los diferentes grupos etarios.

“Estamos inmersos hoy en incorporar a los jóvenes a todas nuestras actividades, a ellos siempre les preguntamos qué quieren y cómo podemos lograrlo, porque necesitan de nuestro apoyo. Hay que llegar hasta ellos y hacerlos parte de su comunidad.

“También tenemos un SAF que atiende a ancianos de todas las circunscripciones del Consejo Popular, y hemos logrado crear el proyecto Tu Casa, al que llamamos así porque la intención es que sientan el club como hogar, quizás no con las mejores condiciones en cuanto a infraestructura, pero sí decorado y ambientado con lo que tenemos. Aquí incide el Inder, Cultura, los trabajadores sociales, líderes religiosos”.

Tatiana dice en broma “desde que empecé en 2017 no pongo los pies en la tierra, siempre ando volando”, ante el corretaje diario para resolver los principales problemas de la comunidad; “pero esa población me necesita, y cuando me eligieron es porque confiaron en mí. Entonces tengo que darlo todo”.

Aunque tiene días de despacho establecidos, las puertas de su casa siempre están abiertas a cualquier hora para todos los vecinos.

“En estos momentos el trabajo no es fácil, porque hay muchas carencias. A veces estoy comiendo preguntándome que estará comiendo alguien del barrio y siempre tratando de conseguir mejoras para la población, trabajando con los recursos endógenos del consejo popular.

“Organizamos ferias, mantenemos las noches camagüeyanas que se iniciaron aquí, con variadas ofertas, y queremos alternarlas ahora con ‘La Década’; para los jóvenes tenemos actividades en Villa Azúcar y El Castillito. Además, siempre contamos con el apoyo de las instituciones ubicadas en la demarcación y hasta de los trabajadores del sector no estatal que en las actividades que organizamos ofrecen mejores precios”.

Aunque reconoce que el consejo popular no está en el estado que desearía, trabajan con lo que tienen, y con ella como lideresa, dando el frente a los muchos problemas que hoy presenta el país.

“No es que haya desatendido a mi familia, pero también me debo ha esta otra familia. A veces yo misma me pregunto: Tatiana ¿cómo tú logras todo? Porque tengo a mi hija en estos momentos embarazada, mi nieto que es pelotero y no puede faltar a los entrenamientos; pero debo ocuparme también de la comunidad”.

A veces Tatiana se siente agotada y debe respirar profundo para seguir dando el duro en lo que considera esta batalla. “Me digo: ‘tranquila, hay que tratar al menos de acompañar’.

A veces no tenemos, pero conversas, escuchas, te tomas un café, le dedicas al menos un minuto, y la persona se siente atendida”.

Sin dejar de tener ese carácter fuerte, también dice ser muy sensible ante situaciones que ha tenido que enfrentar como presidenta del consejo popular.

Adultos maltratados por familiares y vecinos, niños con los padres fuera del país, y que hoy se encuentran desprotegidos, son problemáticas de la Cuba actual, que no escapan de la localidad de esta multifacética mujer.

“Yo no quiero que me vean como militar, aunque todos saben que soy Teniente Coronel. Por eso, voy vestida de civil, con mi sencillez y mi nobleza. He tenido que ponerme fuerte pero siempre camino acompañada del pueblo, con la palabra del poder popular”.

Es así que ha logrado el respeto de todos, quienes además la cuidan y protegen.

Actualmente, cuenta Tatiana, el reto del sistema del Poder Popular es llevar hasta la más mínima expresión los planteamientos de las localidades y tratar de resolverlos con lo que se cuenta en las demarcaciones, siempre con la participación ciudadana y la capacidad de innovación del cubano.

“También debemos lograr que los jóvenes sientan ese sentido de pertenencia, cuiden lo que tienen, y que precisamente comienza por el barrio.

“Las mujeres somos unas guerreras, y no por gusto nos decimos vencedoras de imposibles. Hemos logrado empoderarnos. Tenemos también esa parte maternal, que nos hace un poco más sensibles. Vemos niños, jóvenes, familias en situación de vulnerabilidad, mujeres violentadas y nos solidarizamos”.

Tatiana pronto llegará a los 54 años. A su salud dice que debe dedicarle más tiempo y cuidados pues a veces le pide al cuerpo más de lo que puede dar; pero su satisfacción es enorme cuando un grupo de niños le toca la puerta para felicitarla por el nuevo año, o los trabajadores del servicio de Comunales le vociferan “madrina”.

Tatiana ha aprendido a caminar el barrio, sin evitar los problemas de estos tiempos, liderando las transformaciones que dependen de sus esfuerzos y de quienes en la localidad confiaron en ella para representarlos.