CAMAGÜEY.- “El historiador es un cientista social y debe estar atento a lo que piensan las personas”, dice Ricardo Muñoz Gutiérrez, presidente de la Unión de Historiadores de Cuba, filial Camagüey. Considera a su oficio medular no solo en la instrucción de los habitantes de esta isla, sino también en la defensa de nuestra libertad y en la preservación de la cubanía y hoy, primero de julio, los recordamos en su día.
Cuenta el especialista que la motivación por esa materia le sobrevino por “un tío mío que por la noche me narraba disímiles acontecimientos. También me incentivé con las clases que recibí en la primaria y ya en la secundaria, combinado con los llamados que nos hizo la dirección del país por la necesidad de tener profesores y formar maestros me llevaron en 1973 a ingresar al destacamento pedagógico Manuel Ascunce Domenech. Allí me integré en el segundo contingente de Sola, en septiembre de 1973”.
Durante su etapa de estudiante, refiere Muñoz Gutiérrez que cumplían “con un programa donde se impartían todas las historias y había un profesor graduado en la Universidad de Oriente, muy capaz, llamado Rafael Duarte, que nos motivó de verdad a mí y a mis compañeros de clase”. Luego hace una pausa y reflexiona sobre el arte de transmitir los sucesos patrios.
“En los tiempos actuales los historiadores deben comprender qué acontecimiento queremos llevarle al ciudadano. Es nuestra misión evitar que lo ocurrido en el pasado se diluya en el tiempo. Quien conoció una sociedad caracterizada por múltiples desigualdades, muy marcadas, no piensa igual a las generaciones más actuales”.
Asegura Ricardo que para instruir tanto su asignatura, como en cualquier otra, el profesor necesita dominar el contenido de su clase. “De lo que bien se sabe, bien se habla, como dijo nuestro Héroe Nacional, José Martí, e interiorizar la información que será comunicada ante un aula, es imprescindible”. La maestría profesional, se adquiere paso a paso, con el decursar de los años.
Sobre la necesidad de hacer nuestras las páginas gloriosas, abundó: “todos los estados se deben desarrollar en su pueblo una forma de nacionalismo constructivo. Y cuando esas naciones están en peligro es más importante aún cuidar ese sentimiento e identificación de sus habitantes. Desde su surgimiento como país, Cuba ha estado amenazada. Poseemos grandes ejemplos de sacrificios por la independencia, primero ante España y luego ante la injerencia constante de los Estados Unidos, quien se mantuvo siempre al acecho”.
La actitud imperialista de los EE.UU. hacia la Mayor de las Antillas, comenta Muñoz, ha estado permeada por el control. “En los primeros años no existía ni el comunismo, ni el socialismo, ni los grandes líderes de la Revolución. Sin embargo, en el gobierno norteamericano conspiraban e intervendrían siempre contra aquello que obstaculizara sus intereses, como sucedió con el Gobierno de los Cien Días. Frente a eso se impone construir una memoria histórica muy sólida. El discurso político de trinchera no tiene cabida, sino la inteligente manera de hacer creíbles nuestro pasado. Que el individuo sienta la Historia de Cuba”.
Ricardo, además de una basta experiencia como educando, se ha desarrollado con éxito en el campo de la investigación. “En el año ‘84 fui al instituto superior pedagógico José Martí a desempeñarme como profesor. Sin embargo la labor investigativa es fundamental y durante los 15 años que trabajé en ese centro traté de buscar siempre un espacio, para mis pesquisas. Allí fui jefe de departamento y tenía un tiempo muy limitado”. Comenta que uno de los proyectos lo realizó junto a la destacada historiadora, Elda Cento, asociado con el Marqués de Santa Lucía, Salvador Cisneros Betancourt.
“Luego de 20 años de profesor, de metodólogo municipal de historia, subdirector preuniversitario, profesor universitario y en el pedagógico llegué a la Oficina del Historiador de esta Ciudad. En ese sitio me he dedicado por completo a esa actividad y los resultados empiezan a aflorar con la publicación de libros, artículos y materiales en soportes digitales. Resultó fundamental en mi vida la misión internacionalista en Maputo, Mozambique en el año ‘83, como educador. Allí me conmocionó escuchar por Radio Luanda los partes del gobierno cubano que narraba la criminal invasión a Granada por el gobierno norteamericano.
La historia se adapta a las necesidades del momento y del alumnado. Un profesor debe tocar la fibra del estudiante, convencerlo e identificarlo con la situación social de su pueblo. Si no puede hacerlo, le pasa como mismo a la persona que cuenta un mal chiste: a nadie hace gracia”.
Expresa Muñoz Gutiérrez que un historiador necesita “brindar información de quién fue determinado patriota, pero no forzarlo a ser como ellos. A través de lo que escuchan de ese héroe las personas podrán actuar de acuerdo a sus patrones”. Según dice, el guardar las memorias de antaño es una de las fuerzas que nos ayudan a construir nuestro presente y “alumbra el camino que debemos andar”.