CAMAGÜEY.- Cuba consideró como un importante paso en el avance de las relaciones bilaterales con los Estados Unidos, la firma del acuerdo migratorio entre los gobiernos de ambas naciones el 12 de enero del 2017 y que entró en vigor ese mismo día, mediante el cual se puso fin a la política conocida como “pies secos, pies mojados” y el programa de admisión provisional de profesionales de la Salud que Washington aplicaba desde terceros países, por estar dirigido a garantizar una migración regular, segura y ordenada.
La política de “pies secos y pies mojados”, puesta en vigor por el presidente Bill Clinton en 1995 como apéndice de la Ley de Ajuste Cubano funcionó durante más de veinte años como un fuerte estimulador a la inmigración ilegal hacia los Estados Unidos por todas las vías y medios, mayoritariamente en transportes marítimos inseguros que ocasionaron no pocas muertes en el peligroso Estrecho de la Florida y en las travesías por inhóspitos parajes centroamericanos para ganar los pasos fronterizos mexicanos con la nación norteña, y donde eran víctimas, incluso fatales, de los traficantes que operaban abiertamente en las zonas de tránsito.
El nuevo acuerdo migratorio también elimina el Programa de Parole para Profesionales Médicos Cubanos puesto en vigor por el mandatario George W. Bush en el 2006 con el propósito de privar a Cuba de médicos y otros profesionales de la Salud en una descarada operación de robos de cerebro y, además, perjudicando las misiones humanitarias de la Isla en naciones del Tercer Mundo, que tanto requieren de atención sanitaria aportada por el personal médico cubano.
No obstante estos dos notables avances en cuanto a las relaciones migratorias, en la Declaración del Gobierno Revolucionario se consigna que para ser consecuentes con la Declaración Conjunta firmada por los dos gobiernos, donde se confirma la voluntad de garantizar una migración regular, segura y ordenada y enfrentar con efectividad las amenazas a la seguridad de ambos países que se derivan de la migración irregular, y alcanzar relaciones migratorias normales entre Cuba y los Estados Unidos, será necesario también que el Congreso estadounidense derogue la Ley de Ajuste Cubano, única de su tipo en el mundo y que no se corresponde con el contexto bilateral actual.
Dicha Ley, firmada por Lyndon B. Johnson en 1966 y en vigor en estos momentos, se le conoce como Acta para ajustar el estatus de los refugiados cubanos a la de residentes permanentes legales de los Estados Unidos y otros fines.
Es decir, reafirma el tratamiento particular a la emigración cubana de concederle asilo político de forma automática y la posibilidad de ajustar el estatus migratorio al año de estar en el país sin necesidad de salir de este, como exige la Ley Inmigratoria norteamericana, por lo que como dice el Gobierno de la Isla, no se corresponde ni con la letra ni el espíritu de los acuerdos rubricados este 12 de enero y, por lo tanto, se hace necesaria su derogación.
Máxime, si como dice la Declaración Conjunta, los Estados Unidos de América, consistente con sus leyes y las normas internacionales, devolverá a la República de Cuba y esta aceptará a todos los que sean detectados por las autoridades competentes de los Estados Unidos cuando traten de ingresar y permanecer irregularmente en ese país, incluida la Base Naval de Guantánamo, violando sus leyes.
Por su parte, el Gobierno estadounidense continuará garantizando desde Cuba la migración regular con un mínimo de 20 000 personas anuales y Cuba ratifica su compromiso, acorde con sus obligaciones internacionales y la legislación vigente, de facilitar una migración regular, segura y ordenada, garantizando el derecho a viajar y emigrar de los ciudadanos cubanos y regresar al país de acuerdo con los requerimientos de la ley migratoria, al tiempo que paulatinamente tomará otras medidas para actualizarla acorde con las nuevas situaciones que se produzcan.