Casi nunca segundas partes fueron mejores, pero en Cuba la reiterada ocurrencia de fenómenos asociados a la desorganización, la negligencia y la falta de control inciden sobre la marcha de la economía.

Para nadie es un secreto que el sistema del transporte de carga está severamente afectado por la alta explotación a que ha sido sometido, al asumir el mayor porcentaje de la distribución de todas las mercancías que se distribuyen en el país.

De ahí la necesidad de buscar mecanismos, soluciones prácticas y lógicas que permitan optimizar los recursos disponibles, en función de cumplir los compromisos con cada uno de los sectores de la producción y los servicios.

Para la agricultura, este asunto es vital porque una mala gestión en el funcionamiento echa por tierra el sudor y la entrega de miles de hombres y mujeres, que diariamente laboran en pos de satisfacer las crecientes necesidades de la población de contar con la oferta de más alimentos.

La actividad agrícola tiene características únicas que la hacen diferente, al realizarse a cielo abierto, ser estacionaria y muy dependiente su eficiencia del comportamiento del estado del tiempo en la zona donde se realiza.

No puede pasarse por alto que la sola ocurrencia de lluvias provoca adelantos en la maduración de los frutos (mango) o deterioro en los procesos vegetativos (frijol) corriendo el ciclo planificado para la cosecha.

En estos últimos días, la presencia de precipitaciones en gran parte del país debe acelerar los cronogramas de recogidas planificadas para algunos cultivos varios y frutales, que debían ser efectuados en fecha próxima, de ahí el imperativo de actuar oportunamente en cada lugar en aras de evitar pérdidas.

Sí, porque con la naturaleza nadie juega y como lo reclaman los tiempos actuales, las decisiones gubernamentales tienen que ser oportunas, rápidas y eficaces con vistas a que en el campo no se quede lo que requiere la familia cubana para alimentarse.

De ahí la reiterada preocupación de campesinos de que se incremente el parque de vehículos contratados por acopio dirigido a estas funciones.

Se ha dicho en muchas tribunas que una de las iniciativas que se podrá en práctica es el uso de los vehículos que laboran en la zafra cañera para prestar servicios a la agricultura, y con ello disminuir los tiempos de recogidas de los productos en el surco.

Por cada minuto que transcurre desde que es recolectado el fruto hasta su procesamiento industrial o consumo, pasa un tiempo precioso que determina la pérdida de calidad y también la ganancia para el productor que lo cosechó.

Es oportuno reclamar, una vez más, la mayor seriedad, compromiso y rigor en el cumplimiento de estas tareas con el fin de evitar que se violen las normas establecidas para la comercialización de productos agropecuarios.

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