En la cuadra donde vive Juana, la noche anterior los vecinos se reunieron con el delegado de la circunscripción. Una de las electoras, muy activa en el trabajo de la comunidad, planteó en ese escenario la indisciplina reiterada de algunos, de situar los desechos sólidos en cualquier horario del día.
“Después los perros callejeros sacuden las jabas y la basura se dispersa en la cuadra”, argumentó la ponente de la preocupación. El resto de los asistentes afirmaban positivamente con la cabeza.
En el entorno que sucedió el hecho, en la barriada del reparto América Latina, a pocos minutos del centro histórico de la ciudad, la opción de recogida es triple: el camión colector, un tractor con carreta y un carretón de tracción animal en horarios diversos, pero que se sabe en el barrio.
Noche tras noche, después del cañonazo de La Cabaña, en La Habana, pasa el camión, el momento más adecuado para ubicar ante la basura.
Juana no se da por enterada de lo que sucede a su alrededor. La noche de la reunión se quedó en casa. Después no podrá quejarse si un inspector la multa por transgresora de las normas del ornato público.
Lo peor de todo, esa actitud consciente o inconscientemente, de marginarse, favorece la proliferación de agentes contaminantes del medio ambiente y desordena el ciclo normal de recogida.
Creo que poca gente no conozca a Gerardo (Gerardo Martínez), el jefe de la zona de comunales que atiende esa extensa zona. Cuando los claros del día todavía no asoman en el horizonte, lo ves recorriendo las áreas por acá.
La mala costumbre se entroniza, incluso, cerca de la oficina distrital de comunales, situada en la calle Padre Valencia, de donde parte el transporte recolector. Algunos vecinos echan las jabitas en la calle teniendo la oportunidad de acercarse y situarla allí en el recipiente.
La cultura por la higiene es para todos. En mi andar por la calle vi sentada a la entrada de su hogar a una ama de casa seleccionando ajos. Ni corta ni perezosa echaba los desperdicios en el contén de la acera. ¡Qué inconsciencia!
A la mente me vino lo tratado hace unas semanas en un evento sobre fuentes renovables de energía, auspiciado por la representación camagüeyana de Cubasolar en el centro de convenciones Santa Cecilia.
En el futuro existe la posibilidad de que en la periferia de la ciudad se instale una planta para procesar los desechos sólidos, lógicamente, clasificados, con la perspectiva de generar electricidad, tecnología aplicada en países desarrollados y en otros que buscan aprovechar las opciones brindadas en ese campo.
Fuentes consultadas señalan que Oslo, capital de Noruega, a diferencia de la mayoría de las ciudades del mundo es una urbe que no sólo produce basura sino que la importa. Barcos provenientes de Inglaterra, Irlanda e incluso de sus vecinos suecos, llegan con sus fétidas toneladas a laguna de las muchas plantas industriales que transforman los residuos de nuestra era de consumo desmedido en energía eléctrica y calorífica.
Mientras eso no llegue a Camagüey y que implicará la aplicación de buenas prácticas, aprendamos a respetar las normas higiénicas sanitarias y a crear una cultura del reciclaje, aprovechada, con sólida naturalidad en países del primer mundo como vía, además, de proteger el medio ambiente.
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