CAMAGÜEY.- Desde el 2017 uso el dinero electrónico como medio de pago y de control de las finanzas familiares. De hecho, en algún punto comencé a promover su uso entre las personas cercanas, el primero de sus muchos aspectos a favor: no cargar innecesariamente con efectivo.

Incluso, mucho antes, cuando el servicio telefónico se pudo pagar a través del 112 con una cuenta asociada a la tarjeta Propia no dudé en afiliarme a la modalidad.

El gancho estaba en simplificar las acciones, agilizarlas y hacerlas más seguras desde la comodidad del hogar, sobre todo cuando salir a cumplir cada pago o gestión puede convertirse en horas de caminar al sol o de espera. Con el uso de Transfermóvil el extra estaba en obtener bonificaciones. Hay quienes lo hacen con EnZona, con la cual tengo una relación amor-odio, pero vamos con el marcador igualado por necesidad mutua.

Cada vez que anunciaban alguna nueva variante de pago en línea o de servicio allá iba yo “como la primera y más capaz” a experimentar. Nunca más he vuelto a pagar ningún servicio de Etecsa en una sucursal, ni la cuenta de la electricidad, y más de una compra electrónica he realizado desde la comodidad de la casa.

Mi día feliz en estos menesteres se resume al momento en que pueda pagar los servicios de Correos (entiéndase la suscripción a la prensa) y de Acueducto y alcantarillado, para lo que espero que no falte mucho, porque son procesos tortuosos.

Foto: Leandro Pérez Pérez/Adelante/ArchivoFoto: Leandro Pérez Pérez/Adelante/Archivo

HASTA AQUÍ, TODO “ROSA”, PERO…

Escenario 2023. Antes solía sacar pequeñas sumas de efectivo para pagar lo diario. Palabra clave: diario, porque sí, se podía acceder a un cajero en cualquier momento del día. La situación hoy es diferente: la misma cifra de cajeros en el territorio de hace más de 10 años, sin piezas de repuesto, y con menos dinero circulando. Ahora dejo lo mínimo en tarjeta y me cargo con el dinero físico, y no soy la única que opera de esa forma.

Las colas en los cajeros se han tornado kilométricas y la operación que antes hacías en minutos te lleva días porque cuando hay dinero hay también mucha demanda, o no siempre encuentras efectivo cerca de donde estás. Búsqueda y captura le dicen.

Para colmo, en las pasarelas de pago de servicios hay pocas ofertas, que a su vez son muy poco tentadoras. No domino las estadísticas, pero creo que no tantos codos de plomería o tablets para 4 personas en 8 000 pesos se compren en las tiendas en línea.

En medio de todo ello, de momento y, lamentablemente, como si muchos no lleváramos años lidiando con las ventajas del dinero electrónico y los canales electrónicos de pago (terminales de puntos de venta o POS, cajeros, pasarelas, banca telefónica y banca remota) irrumpe en la vida de los cubanos el término bancarización y, ¡solavaya!: lo “nuevo”, lo desconocido, lo muy técnico, lo que se informa a la carrera, lo manipulable…

El 2 de agosto el Banco Central de Cuba (BBC) anunció nuevas medidas de bancarización, léase bien, nuevas, o sea, el uso de canales de pago electrónicos para las operaciones bancarias ya estaba en marcha. Se trataba ahora de incrementar mediante esas vías las transacciones de cobros y pagos entre los diferentes actores económicos y entre estos y la población; y lograr que todas las relaciones entre entidades y empresas, sean estatales, cooperativas o privadas, se sustenten en los métodos de pago establecidos por el BCC, priorizando los electrónicos.

 No se acaba el uso del efectivo, ni las personas naturales tendrán restringidas las extracciones a los 5 000 pesos. Que exista un mecanismo que las regule no solo va a mejorar los tiempos de espera en las colas, sino la existencia de efectivo en los cajeros. Y no es una medida para toda la población, sino para los actores económicos, que operan con cifras muy altas de dinero. Quienes manejan tarjetas por concepto de salario, pensiones y cuentas de ahorro podrán acceder sin restricciones.

 Los actores económicos se enfrentan a un cambio en su gestión que no debió ser anunciada como letra impresa, sino que el estudio que llevó a su implementación requería ser presentado a quienes iban de un día para otro a recibir el impacto de la medida, algo que se dijo sucedió, pero las alarmas cotidianas al menos demuestran que no tuvo el alcance ideal. Y, ¡ojo!, “todavía no se aplica” pero hay más de cinco ejemplos de quienes se han dado en la cara con alguno de los aspectos ya implementados.

Por tanto, el proceso debe llevar fiscalización y mayor preparación de todos los involucrados para que estos agentes comprendan lo que dice la norma y entiendan el beneficio en su favor de la mejor forma posible.

 Y he ahí la otra cara de la moneda: los que brindan el servicio. Antes del Ordenamiento, más de una vez una dependienta me miró mal cuando quise pagar por tarjeta magnética; por qué, porque sacar a la gente de su zona de confort resulta una tarea titánica. Toca a las estructuras de dirección llegar a la base, conversar, explicar, y adecuar mecanismos.

Hay sitios donde hace tiempo está activo el servicio de caja extra y es una odisea acceder a él, por no hablar de los pagos por QR en establecimientos de comercio y gastronomía donde muchas veces ni siquiera está visible el QR y casi siempre el dependiente posee un móvil particular que no tiene, si no quiere, poner en función del trabajo.

Además, hay que calificar al personal para que sea el más preparado quien asuma la tarea porque no siempre va a recibir a un cliente habilidoso en la materia.

Lo más difícil será cambiar la mentalidad. Quien usa solo de vez en cuando los pagos en línea no le encuentra la necesidad de asumirlos como vía regular, por ello, los beneficios y los incentivos deben ser la carta de presentación.

No podemos señalar este proceso como el cero billete sino repetir y repetir, con los más de cinco argumentos que hay, que se busca que el efectivo circulante esté en manos de quienes dependen del uso del papel para gestionar sus finanzas. Por tanto, a la otra parte de la población con las aptitudes y actitudes para la gestión electrónica también nos beneficiará en transacciones más rápidas sin efectivo mediante.

A la infraestructura tecnológica también habrá que ponerle no solo la importancia que el Estado le otorga, sino las fechas de solución y las vías. No se puede vivir en línea con mensajes cotidianos como “de X cajeros solo Y están en funcionamiento”, “se cayó la conexión”, “hubo una brecha de seguridad”, “Etecsa informa que Transfermóvil se encuentra afrontando problemas técnicos”.

Algunos detractores de la bancarización usan como primera razón que, ahora mismo, es la medida para cortar un síntoma y no la solución a la enfermedad (falta de circulante e inflación astronómica). No deja de ser cierto. Mas, no se pueden negar sus beneficios.

En su momento, hubo quien no entendió la nacionalización de la banca, la penalización del dólar, o su despenalización, la aparición del CUC, las cuentas en MLC… y justo allí está el meollo del asunto: la resiliencia de este país.

En Cuba la creatividad de los economistas y financistas sobrepasa los años de estudios. Sobre todo, ante una deformada economía nacional en un mundo también en crisis.

La bancarización parece ahora un atajo, pero se trata del camino al desarrollo y vale apostar por ello. Las claves, muchas de ellas, tienen que bajar hasta la mesa de dominó del barrio, para que sean entendidas por todos. No es un proceso de seis meses, ni de tres de prórroga que, además, debe incluir la estrategia para solucionar el mal primario. Su aplicación emergente no puede conllevar a parchear en un año asuntos previsibles.

Sin prisa, pero sin pausa, en esa visión del General de Ejército tiene que sustentarse el mecanismo. Además, hay que concretar la infraestructura tecnológica y la capacidad técnica, trabajar en la solución de los problemas de fondo y brindar toda la información necesaria. Solo así la bancarización tendrá el éxito que Cuba demanda.