CAMAGÜEY.- Un meme en las redes sociales pide a gritos reinstalar el año 2020, realmente no es para menos y todavía queda suspenso a este calendario bisiesto. El martes 3 de noviembre tendrá definición uno de los dilemas de este año, las elecciones en Estados Unidos, Biden o Trump, uno de los dos alcanzará los 270 votos electorales que abren por cuatro años el Despacho Oval de la Casa Blanca.

Algunos pudieran pensar qué interesa esto entre tantos problemas, sin embargo, al menos para Cuba significa la pugna entre dos políticas. La de Trump: retrógrada y apegada a los intereses de la extrema derecha cubanoamericana. La de Biden: parece ser una continuidad de la del mandato de Obama, del que él formó parte, y más a tono con los tiempos actuales. Aunque el candidato demócrata dijo que presionaría a La Habana para promover cambios, no se puede olvidar que su esposa estuvo en Cuba, en Camagüey, una pista para presagiar por donde pudiera venir.

Tras concluir los debates presidenciales que dejaron mucho que desear, sobre todo por la ausencia de soluciones concretas a la crisis actual, se vienen 10 días de enfrentamiento encarnizado y trapos sucios de los que vimos avances este jueves. Biden aventaja a Trump, algunos sondeos le dan una victoria por paliza, sin embargo eso son, solo encuestas, si esa gente no sale a votar las predicciones se pierden.

Cada cuál trazó su plan, el ex-vicepresidente intentó, y creo que lo logró, poner en tela de juicio la gestión gubernamental de la crisis del Coronavirus, Trump no tuvo otro camino que echarle la culpa a Anthony Fauci, uno de los más nombrados epidemiólogos de la Unión. Biden buscó el voto latino con su promesa a los “Dreamers” y siguió su defensa a la energía verde.

El actual mandatario fue todo lo contrario, intentó dibujar a Biden como el "típico político", con constantes referencias a su larga carrera y, en especial, a sus dos periodos como vicepresidente de Barack Obama. "¿Por qué no lo hiciste en los 8 años? (...) Es todo habladuría, ninguna acción", le decía el aspirante republicano en varias ocasiones a Biden, cuando este hablaba de sus propuestas de gobierno.

¿Burros o Elefantes, quienes ganan? El actual presidente conserva su base electoral, la misma que lo llevó hasta allí hace cuatro años, pero con eso no basta tendrá que convencer a los indecisos, algo que no es imposible porque su campaña ya lo hizo en el 2016. Sobre todo, porque el magnate inmobiliario se presenta como anti-establishment y un outsider.

Trump ha cumplido buena parte de sus promesas. La economía levantó fundamentalmente para la clase media, aunque algunos análisis dicen que él recogió los frutos del mandato anterior. Cumplió, a su manera, también aquello de volver a ser de Estados Unidos un país fuerte y respetado en política exterior y ese egocentrismo gusta mucho allí, da lo mismo que sea con Rusia, China, su enemigo jurado, Irán, el acuerdo climático de Paris o la Organización Mundial de la Salud.

La Convención del Partido Republicano formó parte de esa estrategia de presentar a Trump como el tipo duro, hecho para momentos duros, hablaron sus familiares, amigos y él lo hizo más de una vez. Se muestra tan seguro de la reeleción que hace poco declaró que promovería cambios en la Constitución para ir por un tercer mandato.

Los estallidos sociales y la pandemia del Coronavirus le han pasado factura, en un primer momento se mostró como el comandante que necesitaba la situación, pero el tiempo pasó y su poca respuesta ante la crisis sanitaria lo tienen con bajos niveles de popularidad. Para noviembre los cálculos estiman 260 000 muertes en Estados Unidos por COVID-19, más que en todas las guerras que ha tenido ese país, y si algo no le gusta al norteamericano es ver morir a los suyos. A favor de Trump sus votantes, son mucho más entusiastas que los demócratas. El nivel de entusiasmo de 60 millones de seguidores de Trump es muy alto. El de sus contrincantes, no tanto.

Joe tendrá que convencer a sus votantes de salir de casa, de hacer largas colas donde pueden infectarse con el virus. Hasta ahora va delante en las encuestas, sin embargo, muchos de esos simpatizantes a la hora de la verdad no van a las urnas por estar trabajando, pues esta es una de las pocas elecciones en el mundo que se realizan un día laborable.

Ya la Clinton sufrió en 2016 que el número de votos que ganas es menos importante que dónde los ganas, la mayoría de los estados suele votar siempre de la misma manera. Solo hay un puñado de estados en los que ambos candidatos tienen la opción de ganar, los péndulos o bisagras.

Queda mucho camino y las cosas pueden cambiar, sobre todo cuando se trata de Trump. Por ahora las encuestas sugieren que Biden tiene amplias ventajas en Michigan, Pensilvania y Wisconsin, tres estados industriales que su rival republicano ganó por márgenes inferiores al 1% para asegurarse la victoria en 2016 . Además, el demócrata domina en once de los estados péndulos y el republicano solo en tres. Esto explica la decisión del actual presidente de sustituir a su director de campaña y sus referencias a los sondeos falsos.

La cordialidad del demócrata es clave; su sonrisa, su discurso personal también encuentra un eco en estos tiempos de tristeza, pues perdió a su primera esposa y a su hija de 13 meses en un accidente automovilístico, luego, más reciente, a su hijo, de cáncer. Esto le pone en el mismo plano emocional que las más de 150.000 familias que han sufrido una pérdida recientemente por el coronavirus. Sin embargo, tiene en contra que la mayoría lo sigue viendo como el vicepresidente de Obama.

Para vencer a Trump no basta con carisma, tendrá que ganarse el voto de simpatizantes de Bernie Sanders, especialmente el de los jóvenes, el de sectores de izquierda y el de otras minorías que hoy no saldrían a votar, en ese sentido su compañera de fórmula Kamala Harris pudiera ayudarlo por ser mujer y afroamericana. Ya pasó en 2016, Trump, con tres millones de votos menos que Hillary, supo alzarse con los 270 votos electorales necesarios.

Estar en el cargo normalmente otorga ventajas. Desde 1980, solo un presidente en ejercicio, Bush padre, ha sido incapaz de ganar la reelección, pero ningún otro ha tenido tantos escándalos en tan poco tiempo. Biden tiene todas las de ganar pero tiene que hacerlo todo bien, las encuestas le dan amplía ventaja pero no puede cometer errores. Falta menos para saber si el 3 de noviembre terminará o no la era Trump, ojalá sea esta una de las buenas que nos deje el 2020.