CAMAGÜEY.- Las escaladas del bloqueo son casi permanentes, persisten, se enfocan en hacerles la vida cada vez más compleja a los cubanos, pero pese a esos disparos, seguimos intolerantes a sus medidas de asfixia económica.
El combustible resulta ahora su blanco predilecto. Coerción, chantajes, integran algunas de sus recetas resucitadas, obligan a Cuba a buscar antídotos que mantengan en rangos mínimos el daño poblacional.
Los últimos meses del 2019 exigieron apretar el zapato y extremar medidas de ahorro ante la falta de petróleo. Ello tuvo una unánime respuesta, sobre todo, en la aplicación de algunas de las estrategias muy útiles en esos inolvidables años de período especial.
Uno de los aciertos fue el respaldo exigido a los carros estatales con la recogida de pasajeros en las paradas o puntos de embarque.
Los criterios positivos se compartieron y el agradecimiento se hizo presente en los medios de prensa, incluso personas propietarias de vehículos tendieron su mano y su carro, en gesto de elevado compromiso ciudadano.
Las limitaciones con el hidrocarburo persisten; sin embargo, la frialdad congela, y la falta de constancia ya ha despegado algo que se pensó permanecería en el tiempo, más cuando se sabe que otras carencias materiales golpean el transporte en el país.
En horarios de mayor traslado de personas en la ciudad las paradas se ponen a reventar, y el bajo parque de guaguas disponible es incapaz de responder a esos “picos”, máxime cuando se cuenta con ómnibus de muy pequeño porte.
Entonces resulta indispensable retomar una medida que la dirección del país decidió que llegara para quedarse, y no como un paliativo coyuntural, pues es cuestionable que los carros estatales pasen por nuestras atestadas paradas como si los que en ellas están fueran marcianos de visita turística.
En el momento anterior hubo decisiones fuertes con algunos choferes y sus jefes, porque no asimilaron, o no “copiaron” adecuadamente la “seña”, y pretendieron burlarse, como si el auto asignado para su trabajo fuera propio.
Este paso requiere que se retome sin demoras, cuando las realidades no muestran señales de recuperación en la adquisición de los necesarios volúmenes de combustible para mantener estabilidad en los distintos trayectos urbanos y rurales.
No pocos se resisten a cumplir las indicaciones, y solo en los primeros días del pasado enero el grupo de Inspección Estatal del Consejo de la Administración Provincial aplicó 16 multas por violaciones.
Cuatro municipios tienen protagonismo negativo: Vertientes, el de mayor incidencia, además de Nuevitas, Florida y Camagüey. Varias entidades aparecen involucradas en ese segmento de incumplidores: AzCuba, Ember, los ministerios de la Construcción y de la Agricultura, Almacenes Universales y Salud.
Los rigores contra los infractores proseguirán, y las decisiones implican, además de las multas correspondientes, la retirada de los documentos legales hasta tanto no se regrese con la constancia de la medida administrativa aplicada al infractor.
Lamentablemente ocurren procesos, situaciones, que muchos no adoptan por simple ejercicio de recepción, y hay que acudir a la imposición hasta tanto la vergüenza cumpla el rol en una sociedad con un expediente amplio de gestos llenos de solidaridad.
Cuba, ya se sabe, está en permanente foco del Imperio, negado a permitir que continuemos desplegando las alas del ejemplo. Por tanto debemos extremarnos en llevar también esa solidaridad y ese altruismo a cada punto de la vida diaria.
La sensibilidad debe andar sobre ruedas y hacerla más que mágica, cotidiana.