CAMAGÜEY.- Paracaidistas de La Habana,Villa Clara,Cienfuegos,Ciego de  Ávila y Camagüey volvieron a saltar en los predios del aeropuerto Ignacio Agramonte, como parte del homenaje de recordación a los aviadores españoles, Mariano Barberan y Joaquín Collar, que lograron la hazaña de atravesar hace 90 años el océano atlántico en vuelo Sevilla-Camagüey, el 11 de junio de 1933.

Juan Carlos Hidalgo Cánovas, uno de los máximos inspiradores de este deporte en el territorio, dijo que en el evento tomaron parte experimentados paracaidistas, mientras se lanzaron al espacio, por primera vez, estudiantes, entre ellos una fémina de Villa Clara.

La filial camagüeyana forma parte de la Federación Nacional, adscrita al Club de Aviación de Cuba, dirigido por el Héroe de la República de Cuba, Rene González.

Hidalgo Cánovas completó en esta oportunidad el salto 1 228, desde 1982 en que se enroló en la disciplina a través de la otrora Sociedad de Educación Patriótica Militar (Sepmi), en tanto, sostuvo que pese a las limitaciones económicas del país, la intención es que el deporte no desaparezca.

Periódicamente mantienen contactos y para mantenerse en forma, cada cual realiza ejercicios en bicicleta y despliegan carreras o trotan.

Como en otras ocasiones, los paracaidistas recibieron el apoyo  de una tripulación de la Empresa Nacional de Servicios Aéreos (Ensa) de Camagüey, vital para la realización de los saltos en ese perímetro.

El evento contó con la presencia de Eutimio Pérez Barreras y Gelasio Moreno, presidente y vicepresidente, respectivamente, de la Federación Nacional de Paracaidismo.

En honor a Barberán y Collar en el parque Casino, muy cerca del preuniversitario Álvaro Morell Álvarez se erige un monumento, en granito y bronce que perpetúa este hecho de la aviación mundial.

El avión fue denominado “Cuatro Vientos”, en homenaje al aeródromo de igual nombre de la capital española, cercana a Getafe, que se construyó de manos de ingenieros, mecánicos y obreros de aquellos tiempos heroicos de la aviación.

El vuelo fue trazado por la matemática y cronométrica precisión del navegante aviador Capitán Mariano Barberan, apoyado en la conducción de la aeronave del Teniente aviador Joaquín Collar.