CAMAGÜEY.- Esta provincia registra 65 biodigestores en funcionamiento, como parte del impulso a las fuentes renovables de energía en la producción porcina, tecnología que contribuye a reducir las agresivas cargas contaminantes de la excreta animal al medio ambiente, obtener energía a partir del gas metano generado para la cocción de alimentos y usar los desechos como biofertilizantes, después del proceso anaeróbico.

Sibanicú es el municipio abanderado en la construcción de estos emplazamientos con diez unidades y al decir de la médico veterinaria y Máster en producción de alimento animal Laura Duarte Montell, directora general de la empresa porcina, allí son varios los modelos construidos, de campana fija o móvil “como para hacer un congreso”.

La cifra territorial no cumple ni medianamente las necesidades de los 296 convenios de crías al destete y de ceba, por lo que abría que pensar como un requisito futuro básico el poseerlos para el otorgamiento de animales para el engorde y multiplicación de la carne porcina.

Con independencia de contar en sus unidades especializadas con biodigestores, la empresa recepcionó y distribuyó, en lo que va del año, un total de 17 unidades fabricadas con un material sintético, en proceso de montaje, y acaba de anunciar la recepción para los convenios de otros 30 en próximos días.

La entidad ha previsto con el banco el otorgamiento de créditos a los usuarios para construir biodigestores, con tres o cuatro años de amortización, siempre que resulte razonable para la gestión económica del productor y disponga de los materiales para la ejecución y que acorte el tiempo del proceso inversionista.

En la tesis doctoral de la ingeniera camagüeyana Sarah Barreto Torrella, defendida en el 2006, bajo el título: Estrategia para la inserción industrial de la digestión anaeróbica en el desarrollo regional, señaló que el gas metano puede emplearse para cocinar, en iluminación, en operar máquinas agrícolas, en el bombeo de agua y en generar calor y electricidad.

Camagüey fue una de las regiones cubanas que marcó un derrotero en el fomento de biogás, fundamentalmente en el aprovechamiento de las excretas bovinas en la década de los ochenta del pasado siglo, pero después recayó, algo necesario a recuperar.