CAMAGÜEY.- Aquello de “como Pedro por su casa” podría haberse “refraneado” por este Pedro. Hombre delgado, de andar en aparente calma, que recorre en dos zancadas el despacho de la “10 de octubre”.

A estos intrusos que intentábamos leer los muchos números, colores y botones que aparecían en las pantallas desde las que se evalúa la vida de las tres unidades activas de la Termo nos sorprendió con una sonrisa que saltaba sobre el nasobuco. Sus canas nos adelantaban la historia, “llevo 41 años, empecé a los 20. Toda mi vida está aquí”.

Pedro es jefe de turno en la sala de control. Junto a su equipo de 36 trabajadores “técnicos medio, ingenieros…. y no solo hombres, también hay mujeres en los compresores, como analistas, en el área de nitrógeno, en la parte de servicios”, laboran 12 horas de frente a la tensión de “gobernar” cada detalle de la Central Termoeléctrica.

“Es muy difícil. A mí se me han disparado las unidades, una detrás de otra y eso es terrible. Además, porque puede pasar por problemas en el sistema o por un error humano. ¡Mire todos los parámetros --presión, alta presión, temperatura...-- y botones que hay en esa pantalla!, y están uno al lado de otro, la mano se corre un poquito… y ahí mismo se enreda todo”.

A Pedro Parra Olano le brillan los ojos cuando habla de su Termo, como si los gases, el salitre y el hierro viejo que lo rodea le insuflaran la vida. “Empecé en operaciones, en las unidades 1 y 3, que ya no están en funcionamiento, después me habilité en turbina, caldera… hasta llegar a operaciones. He pasado momentos malos y buenos, pero no cambio ninguno”.

--¿Una situación de contingencia energética?

--Ufff, dice mientras se lleva las manos a la cabeza, terrible. Las preocupaciones, las horas de trabajo hasta que se resuelve el problema. Porque mire, aunque uno se vaya para la casa, no logra descansar, se queda pensando en las posibles soluciones, en la preocupación que resulta la más pequeña rotura.

La central termoeléctrica 10 de octubre es hoy la más estable de todas las que están en funcionamiento. Sin embargo, Pedro, que conoce su casa, sabe que en cualquier momento se pone en rojo uno de los parámetros en las pantallas y hay que redoblar las horas, los desvelos…

“Ahora mismo, estos apagones son un golpe muy fuerte para nosotros. No tenemos descanso en el trabajo y aun así sabemos que no se satisface la demanda, pero eso no nos detiene. Aquí estaremos, el tiempo necesario”.