CAMAGÜEY.- Su nombre es Ania Brioso Medina. Ejerce como dependienta del área de Perfumería en la tienda La Gran Señora y sin duda alguna destaca por su desempeño y buen trato.

Conversamos en su horario de trabajo y los nervios le afloran cuando el lente de la cámara apunta en su dirección. En sus 23 años de labor pocas veces se ha sentido así, nos confiesa.

“Estudié el preuniversitario en Sola, una etapa difícil pero muy bonita. Allí pedí en primera opción Química Analítica y en segunda, Industrial. Me llegó Industrial y estuve dos años en Nuevitas, donde se estudiaba, pero por cuestiones de salud no pude seguir la carrera.

Luego me dieron la oportunidad de estudiar Licenciatura en Educación Primaria; empecé en la formadora de maestros. Llegué hasta 4to. año porque recaí con la enfermedad. En ese momento comenzaban a funcionar las tiendas recaudadoras de divisas.

“Desde un inicio me resultó muy atractivo. Me presenté a las convocatorias y fui seleccionada. Tiempo después impartieron un curso de capacitación y al terminar ocupé la primera plaza en la tienda El Globo. A los 12 días me trasladé a La Gran Señora y aquí llevo ya 23 años”.

Ania todavía recuerda a sus primeros clientes y la tensión que sintió. “Me temblaba hasta el moño; mis compañeros con más experiencia siempre me motivaron, de ellos aprendí mucho”.

¿Qué importancia le da a la superación en su campo?

—Es fundamental. Muchos creen que es fácil y mecánico, pero no. Desde los primeros años en Cubalse, la corporación por donde inicié, los cursos eran casi mensuales. Por mis resultados llegué a ser instructora. De esa etapa recuerdo cada vez que preparaba a un estudiante y era seleccionado por sus buenos resultados. Saber que se formó poniéndose metas mayores porque le gustaba este trabajo me llena de orgullo.

¿Prefiere algún área en la tienda?

—He pasado por todas y he aprendido en cada una, tienen sus características. Llevo cuatro años en Perfumería, pero empecé en Útiles, un área compleja porque tenía electrónica, juguetes, artículos del hogar, materiales de escritorio. Era un mundo nuevo, y llegaba sin experiencia, pero me esforcé por estar a la altura. Después pasé a confecciones, peletería, mercado…

“Aquí, como en cada departamento, debes conocer la mercancía. Hay que estudiar. Cuando tengo tiempo libre leo los componentes de los productos y para qué sirven. Si el cliente no viene convencido, necesitas saber qué le estás vendiendo y cuál es la mejor opción para que quede satisfecho.

“Eso requiere dedicación. Permanecemos desde las 8:30 a.m. hasta las 5:30 p.m., si no se recibe mercancía o si hay clientes en la tienda. Mi familia me ayuda con el horario. Mi esposo y mi hijo menor se levantan temprano, preparan sus cosas, comparten conmigo las tareas de la casa. Por eso tengo tiempo para llegar y poner en orden todo, trabajar sin preocupaciones y dedicarme a los clientes. Me gusta que todo esté en orden y limpio en mi zona, por eso voy cogiendo los productos del fondo porque así ahorro esfuerzo y se ve muy bonito y organizado”.

Un accidente en 2013 pudo haber limitado la vida de esta mujer toda sonrisa. “No podía caminar y querían peritarme, mas le dije a mi esposo que no, que iba a lograrlo. Mis lesiones eran graves, pero me incorporé con la rehabilitación, poco a poco. Todos me decían que estaba loca, pero me sentía viva y con muchas ganas de hacer.

“A veces me dolía la pierna, me fui curando en el trayecto. Lo que hago me ayudó, yo sentía motivación para seguir; si no me gustara no hubiera regresado”.

No hay un día en el que Ania se arrepienta de no haber culminado sus estudios de Química o los pedagógicos, porque está donde se siente realizada y eso se percibe en su mirada y su trato. “No me imagino haciendo algo más; todo lleva superación y entrega, y vender no es la excepción”.