CAMAGÜEY.-La “electromecánica” es la combinación de las aplicaciones eléctricas junto a la mecánica, que puede ver-se aplicada tanto en un semáforo como en una lavadora. Sin embargo, en la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz, la Facultad de Electromecánica es una unión de muchos elementos, es de esas madres que brindan a su sociedad, más que solo profesionales.
En los últimos tiempos, con la complejidad de la situación epidemiológica en Camagüey, nuestra Electromecánica ha volcado a sus estudiantes a las ta-reas de impacto social que impulsa la Casa de Altos Estudios.
Ese es el caso de Oravis, Jorge y Dainelis, a quienes su semáforo estudiantil les dio luz verde para colaborar en la sociedad, uno en las pesquisas, y los otros, como voluntarios en el centro de aislamiento ubicado en la misma Universidad.
CONOCER EL AULA DESDE OTRA DIMENSIÓN
Fotos: Cortesía de los entrevistadosOravis Oscar Espinosa Miranda es estudiante de primer año de Ingeniería Eléctrica. Al escoger su carrera, dos años atrás, sus aspiraciones eran graduarse, trabajar y seguir superándose en la investigación a través de una Maestría.
Hoy la humanidad enfrenta una pandemia en la que ni Oravis ni los demás universitarios a los que se les otorgó carrera en aquella fecha pensaron jamás. Pero llegó la COVID-19, y Espinosa Miranda no renuncia a su sueño de estrenar la Universidad de Camagüey, aunque en calidad de voluntario para combatir la enfermedad.
Es también de los recién estrenados que se enfrentan a las clases en modalidad no presencial, un cambio complejo que exige mucho más estudio y dedicación: “Me cuesta un poco, a veces leo las conferencias más de una vez para comprenderlo todo mejor, pero bueno, hay materias en las que me va bien, por ejemplo cálculo.
“Me enteré de la convocatoria por el grupo de WhatsApp de mi carrera. Me siento feliz porque ayudo en el centro de aislamiento que radica en la sede José Martí, con un profesor y otros tres trabajadores, soy el único estudiante.
“En un principio solo entregaba comida a los aislados, pero con el paso de los días se ha intensifiCado la labor. Nadie dijo que sería fácil, y creo en la utilidad de lo que hago, pues no somos muchos, y si no estuviera, los demás tendrían más trabajo.
“Conozco más de medidas de protección”, y risueño cuenta de sus anécdotas.
“Al principio no sabía ni cómo colocarme la bata, ahora ya sé vestirme adecuadamente.“Creo que si me sigo cuidando no me voy a contagiar. En lo personal estoy combatiendo la pandemia sin dejar de lado las medidas de seguridad que he aprendido”.
EN LA MECÁNICA DE LA PREVENCIÓN
Jorge Miranda Benítez está en tercer año de Ingeniería Mecánica. “Me gusta y en mi familia me inculcaron el amor a mi futura profesión: la mecánica es la que mueve al mundo”.
Es de los que prefiere las clases en modalidad presencial, con la tiza, la pizarra y el borrador, aunque comprende la necesidad de los estudios a distancia.
Desde el mes de febrero fue de los primeros en integrarse a las pesquisas en su área de Salud de Previsora.
“Me convocaron desde la facultad, llevo más de un mes dando apoyo en las pesquisas cada viernes”. Visita la población en busca de síntomas que delaten la presencia no solo de la COVID-19, también del dengue y otras enfermedades.
“Normalmente apoyamos en los consultorios médicos que por una razón u otra nos necesitan. Preguntamos si tienen indicios de cualquier padecimiento, si hay adultos mayores en la vivienda, y si reportan algún síntoma lo notificamos.
“Ahora pesquiso en los consultorios Nros. 14 y 15 del reparto Sánchez Soto, pero antes colaboraba en el No. 6 de la misma localidad. Allí debía recuperar viviendas, es básicamente pesquisar en horario de la tarde las casas que por las mañanas estaban cerradas.
“Aquí hacemos falta todos. Si alguno se ausenta, se crea un vacío que afecta el trabajo final. A esta tarea no puede tenérsele miedo por un posible contagio, porque si uno se cuida y se protege no hay peligro”.
CUMPLEAÑOS ROJO
Dainelis Rocamora sí sabe lo que es vivir el cumpleaños como voluntaria en la Zona Roja. Ella, que se desempeña como presidenta de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en la Facultad de Electromecánica, ha motivado a sus estudiantes desde el ejemplo personal.
“El país estaba pasando por un momento difícil respecto a la situación epidemiológica, por eso no dudé en dar mi paso al frente en cuanto recibí la llamada de mi presidenta de la FEU de la Universidad”.
De esa forma, Dainelis fue una de los primeros seis voluntarios que laboraron en la UC, ese batallón de avanzada que hoy siente el sabor del deber cumplido.
“Ha sido una importante experiencia, una tarea de este tipo lleva consigo mucho sacrificio y mucho corazón. Es verdad que estar allí no es nada fácil, por lo que hacemos y lo que implica.
“El objetivo principal como facilitadora en el centro de aislamiento, consistía por sobre todas las adversidades en hacer sentir lo mejor posible a los pacientes. Para esto lo principal era demostrarles nuestro afecto, con un sencillo ‘buenos días’ a veces bastaba, pues los aislados llegan tristes y preocupados. Debíamos transmitirles que no estaban solos, que aunque no fuéramos familiares directos estábamos allí.
“Ahora estoy satisfecha, aporté mi granito de arena. Constituye una forma de agradecerle a la Revolución lo que ha hecho por mí, siento que la juventud tiene el deber de ayudar de una manera u otra a Cuba, que tanto necesita de nosotros”.
Emocionada cuenta de sus anécdotas, como cuando atendió a una anciana.
“Cada vez que llegábamos a darle el desayuno, nos recibía con mucho entusiasmo. El día que se hizo el PCR, su bisnieto la convidó a tomarse un selfi e, convencidos de que al día siguiente confirmarían un resultado negativo; sin embargo, resultó positivo y fue trasladada al hospital Amalia Simoni. Luego la extrañábamos tanto cuando íbamos a llevar los alimentos al cubículo. Eso me marcó”.
Rocamora afirma que en una tarea tan compleja se necesita valentía.
“Con esfuerzo y dedicación uno puede lograr todo, además si te acompaña un equipo maravilloso como el que tuve el placer de integrar, la experiencia es única y en cierto sentido, un privilegio vivirlo desde la primera línea”