CAMAGÜEY.- A partir de este 15 de febrero, Día de Lucha contra el Cáncer en los Niños, la Sala de Oncología del hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña, de Camagüey, lleva el nombre del Dr. Manuel Oliva Palomino, fundador de esta y prestigioso Profesor que dedicó su vida a los pequeños aquejados de cáncer.

En ocasiones como esta es muy difícil separarse de la memoria del profesional y el amigo. Tampoco es fácil dejar de sobrecogerse y a la vez ser optimista ante historias reales contadas por los propios protagonistas.

Uno de los casos tiene que ver con las palabras pronunciadas por el Dr. Leonardo Ramírez Rodríguez, director de la institución hospitalaria, al referire al Profe en presente: “Así lo recordamos siempre, y lo digo con el corazón, porque lo quisimos, lo queremos y no olvidamos sus palabras de aliento y de esperanza que nunca faltaron, hacer en cada momento lo justo por difícil que fuera. También le agradecemos sus enseñanzas, y muy en particular en este servicio al que le entregó su vida por cada uno de sus niños enfermos”.

Fotos: Alejandro Rodríguez Leiva/AdelanteFotos: Alejandro Rodríguez Leiva/Adelante

El estudiante de sexto año de Medicina José Daniel Umpierre Ruiz, de 23 años de edad, fue su paciente desde los 18 meses de nacido y atendido en esa Sala de Oncología hasta los 18 años. Ya curado todavía consulta cualquier preocupación acerca de su salud allí seguido por el Dr. Juan Carlos Arranz: “Los médicos de esta sala se convierten en nuestros padres también”, dijo.

José Daniel Umpierre, estudiante de sexto año de la carrera de MedicinaJosé Daniel Umpierre, estudiante de sexto año de la carrera de Medicina

“Recuerdo la dulzura del Profe Oliva, agregó José Daniel, su hablar, cómo lo explicaba todo, cómo trataba a mis padres frente a quienes se convirtió en su psicólogo, y cómo mantenía su fe en que yo iba a curar, a hacerme un hombre y aquí estoy. Por eso le agradecemos tanto, pues su manera de actuar, aparte de los tratamientos recibidos, decidieron en mi sobrevivencia y calidad de vida”.

Melani García Delgado, de 15 años de edad, pidió la palabra y cambió el guion concebido. Ella permanece hospitalizada en esta sala que cuenta con 10 camas. Aseguró que lucha por su vida desde 2016, y que Dios, sus padres y la atención recibida le proporcionan fuerzas para seguir adelante y para lograr su sueño de cuidar a su mamá y a su papá cuando estos sean viejitos.

Igual alternó con música tradicional mexicana, y su baile con los estudiantes de la escuela de arte de nivel medio José White, de esta ciudad, así como con los payasos Pelusón y Viví, a quienes secundó hasta en sus números de magia. Tampoco pasó por alto dirigirse a los demás niños para pedirles fe y confianza acerca de que saldrán adelante.

Los payasos Pelusón y Vivi secundados por Melani.Los payasos Pelusón y Vivi secundados por Melani.

El Dr. Oliva estaba allí, se sentía entre cada uno de los presentes con su postura muy suya y hasta con sus ocurrencias, con la mirada en el futuro de sus niños, a los que llamaba adoptivos o sobrinos porque se convertía en su familia.

Estoy segura de que lo narrado hasta aquí constituiría lo más importante para ese médico tan querido y respetado; sin embargo, sería una herejía olvidar que nos referimos a un hombre que nació en Manzanillo, hijo de un carpintero y una ama de casa, que comenzó sus estudios de Medicina a los 29 años y logró tanto que pareciera se inició desde su nacimiento el 16 de diciembre de 1935.

El Profesor Manuel Oliva Palomino era especialista de 1ro. y 2do. Grados en Pediatría, Senior Teacher of Child Health Institute de la Universidad de Londres, Profesor Titular y Consultante, Profesor de Mérito, y Máster en Atención Integral al Niño.

Al fallecer, el 7 de diciembre de 2016, dejó su legado en las nuevas y hasta en venideras generaciones, pues escribió 21 libros relacionados con la Medicina, viajó a 34 naciones de Europa, Asia y América Latina, incluso como asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS), e internacionalista; ostentaba medallas y distinciones otorgadas por el Consejo de Estado de la República de Cuba, y está registrado entre los Pediatras Célebres del país.

Una vez escribí y lo repito ahora: admiro a este hombre sencillo, cordial, ocurrente y con talento privilegiado, calificativos que fueron repetidos una y otra vez, junto a otros, por los asistentes a esta ceremonia sencilla y merecida porque el Dr. Manuel Oliva Palomino nunca se ha marchado de su Sala de Oncología, esa que lleva ahora su nombre y su foto.